
Me temo que no me cuento exactamente entre sus fans, y lo considero más bien eso que los yanquis llamarían un one-shot, es decir, un tipo que tiene un sólo gran éxito y desde entonces vive espléndidamente de él. Pero claro, vaya éxito: su novela de 1990 Parque Jurásico, que se convirtió en su mayor éxito de ventas y en una máquina de generar dinero a través de sus adaptaciones cinematográficas.
Justo es reconocer que Parque Jurásico es otra cosa más: una novela endiabladamente entretenida, que sabe sacar el máximo partido de un tema tan apasionante como la clonación de animales, combinando el suspense de la trama con la divulgación científica. Chapeau. Lo pasé tan bien con ella, que no me importa confesar que la peli de Spielberg m

Fue, creo, el principio de una decadencia creativa, que no monetaria, pues desde ese momento cualquier cosa con el sello Crichton se vendía como pan caliente, independientemente de su calidad. Es verdad que tuvo buenas ideas como Urgencias –que se le ocurrió ¡en 1970! y no pudo vender a nadie-, pero también escribió -y en ocasiones, añadiendo el insulto a la infamia, produjo la película- engendros como Sol Naciente (1993), Acoso (1994), Congo (1995), Twister (1996), Esfera (1998)… Lo mejor que se puede decir de ellas es que, cumplida su misión de recaudar pasta, han caído en un misericordioso olvido.
El Crichton que prefiero es el anterior, y más como director de cine que como escritor. Es curioso: quizá antes de que le llegara la fama y la fortuna consideraba que tenía que esforzarse un poco más, pero en los años 70 y 80 dirigió cintas tan interesantes –y tan simpáticas todavía- como la antes mencionada Westworld (que, por cierto, va de otro parque de atracciones futurista que se estropea. ¿Le pasaría a este hombre algo de niño en Disneylandia?), Coma (1978), sobre tráfico de órganos, o Runaway, brigada especial (1984) uno de los conceptos más plausibles que he visto sobre la incorporación de robots a la vida cotidiana. ¿Les apetece verse un Crichton que no tiene nada que ver con el futuro? Busquen El primer gran asalto al tren (1979), con Sean Connery y Donald Sutherland. La edición de DVD básica –la única que hay- está a cinco euros.
Y que descanse en paz.
El Crichton que prefiero es el anterior, y más como director de cine que como escritor. Es curioso: quizá antes de que le llegara la fama y la fortuna consideraba que tenía que esforzarse un poco más, pero en los años 70 y 80 dirigió cintas tan interesantes –y tan simpáticas todavía- como la antes mencionada Westworld (que, por cierto, va de otro parque de atracciones futurista que se estropea. ¿Le pasaría a este hombre algo de niño en Disneylandia?), Coma (1978), sobre tráfico de órganos, o Runaway, brigada especial (1984) uno de los conceptos más plausibles que he visto sobre la incorporación de robots a la vida cotidiana. ¿Les apetece verse un Crichton que no tiene nada que ver con el futuro? Busquen El primer gran asalto al tren (1979), con Sean Connery y Donald Sutherland. La edición de DVD básica –la única que hay- está a cinco euros.
Y que descanse en paz.