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miércoles, agosto 06, 2008

Y ¿a quién le importa esto?

Esto no es más que una opinión personal y, por tanto, no hay que darle un valor excesivo. Pero siempre he pensado que la gente que presta tanta atención a los programas, revistas y páginas del corazón lo hace en sentido inversamente proporcional al interés que les merece su propia vida. Es decir: les importa tanto la vida de los otros -y no me refiero precisamente a la película- porque la suya, en el fondo, no les gusta nada. Y, antes que mirar dentro, prefieren mirar hacia fuera.

Esta idea, claro, está basada en experiencias personales. Hace años pasé por una situación no por normal en el curso de la vida de todos menos dolorosa; y aquello coincidió, no sé si recuerdan, con la desaparición y posterior fallecimiento de John Kennedy, su mujer y su cuñada en un accidente de avioneta. El caso es que, mientras la familia estábamos apiñados en el hospital y nos íbamos dando cuenta de que aquello sólo podía acabar de una manera, y que era cuestión de días, y que lo mejor era irse preparando, a mí lo que le hubiera pasado a Kennedy, a su señora, a su cuñada y al lucero del Alba, dicho sea con todos los respetos, me importaba exactamente tres pepinos. Yo tenía mi propio drama ahí, en bandeja, lo quisiera o no. No necesitaba otros.

Pues con las noticias felices pasa lo mismo. Nueve millones de euros dicen que ha pagado la revista People por la exclusiva del nacimiento de los mellizos de Brad y Angelina (ya no hace falta poner ni los apellidos), porque al parecer había una urgencia, un apremio, una necesidad a nivel global de ver la cara a los enanos. Al final, lo que menos nos va a acabar importando de estos dos es que sean actores de cine, que Angelina Jolie ya tenga un Oscar, que Brad Pitt sea un excelente actor cuando le da la gana, y nos vamos a quedar solo con el enésimo niño que adopten o que tengan, con su último reportaje en Vanity Fair, con su último proyecto humanitario, con su última contribución a una ONG (Por cierto, dicen que donarán todo el dinero a caridad. Un gesto que les honra y... ¿Lo ven? ¡Ya estamos!).

Si hay quien no podía vivir sin verle la cara a los rrorros ideales de la muerte, es su problema. Otros tenemos noticias más cercanas que, esas sí, nos han traído una alegría genuina y duradera, de las que no se pasan en lo que se tarda en hojear un reportaje; porque conoces y quieres a los protagonistas; y sabes que están felices, y te alegras por ellos y con ellos, y con ellos empiezas la cuenta atrás de los meses que faltan hasta que todos tengamos delante el resultado de la noticia, con tres pelos encima de la cabeza y llorando por el biberón. Sin papel couché, sin glamour, sin exclusivas. Habiendo genuino cariño y amor, todo eso no hace ninguna falta.

Bienvenido, chaval.

Nos vemos en abril.

viernes, mayo 16, 2008

Scoop

Bueno, pues vaya bombazo el del ¡Hola! de esta semana; cómo será, que me he enterado hasta yo, que estas revistas no las leo ni en la pelu (¿No lo sabían? En este país hay tres mentiras que dice todo el mundo: una, “yo en televisión sólo veo los documentales de La 2”; dos, “yo el móvil sólo lo uso para que me llamen”, y tres, “yo las revistas del corazón sólo las leo en la peluquería”; bueno, sigamos con el tema). ¡Isabel Preysler entrevista a George Clooney! La historia del periodismo está llena de entrevistas emblemáticas, de eso no hay duda: así de pronto se me viene a la memoria la de Truman Capote a Marlon Brando, la de Bob Woodward al director de la CIA, la mía a Manuel Fraga (“mirested, miqueridovince, lasituacionctual dela comunidagalega…”)... Y bueno, ahora tenemos ésta, que tampoco es moco de pavo.

Nunca es tarde para incorporarse al hermoso mundo del periodismo. Además, una entrevista bien hecha es uno de los géneros más agradecidos. Pero, oigan, hay que currárselo; primero, es necesario proveerse de abundante documentación sobre el personaje a entrevistar; luego, estructurar las preguntas para que formen un orden de interrogatorio más o menos lógico sujeto, claro está, a los vaivenes de la conversación; después hay que adaptarse a las peculiaridades del entrevistado y, por último, la parte más coñazo: transcribir la cinta, eliminar repeticiones, ajustar el estilo y, por supuesto, cortar todo el sobrante para que encaje en la maqueta. No me cabe duda de que Isabel Preysler ha seguido escrupulosamente todos estos pasos, lo cual tiene su mérito si consideramos que además de todo eso, en su caso ha tenido que someterse a interminables sesiones de maquillaje, estilismo y peluquería para posar de lo más acaramelada al lado del entrevistado, cosa que a mí, confieso, no me ha pasado nunca (y con Fraga, menos). Por cierto, fíjense bien en la foto. ¿Dónde tiene puesta la mano el cachondo de George?

Todo el mundo se ha hecho lenguas sobre esta nueva faceta de la Preysler, lo que demuestra, una vez más, que este país tiene muy mala memoria. Ya en los años 80 la ex de Yulius firmó un contrato, también con la revista ¡Hola! Para entrevistar a un famoso una vez al mes, a cambio de un millón de pesetas de las de entonces. No tengo la lista de las víctimas, perdón, de los entrevistados, pero sí puedo decirles que uno de ellos fue Clint Eastwood. Y sobre la profundidad del texto les adjunto hoy esta perla, rigurosamente auténtica y que motivo un pequeño repaso de Clint a su equipo de prensa, para ver si tenían un poco más de cuidado con los periodistas (ejem) que le seleccionaban:

ISABEL: ¿Y cuándo piensa usted dirigir su primera película?

(Pausa estremecedora)

CLINT: Señorita, ya he dirigido trece. ¿Es que no se lo han dicho?

jueves, mayo 08, 2008

¿Y si le damos una oportunidad a "Proyecto Dos"?

Personalmente, creo que un blog puede ser mejor o peor, pero que nunca debe alimentarse (al menos, en exceso) de los contenidos de otros blogs, o se corre el riesgo de convertir la Red en una sarta de refritos. Igualmente, en este blog no se suelen hacer recomendaciones de películas, porque aquí estamos para otra cosa. Pero me voy a permitir aconsejarles que, si tienen tiempo y oportunidad, busquen un cine donde sigan poniendo Proyecto Dos, aunque sospecho que no quedarán muchos después del asalto de Iron Man y de la inminente llegada de Speed Racer -de la que ya hablamos aquí hace unos días-, perteneciente al terreno de las superproducciones yanquis que invaden las pantallas con la misma sutileza que los orcos en El retorno del Rey.

Verán: Proyecto Dos es una peli española que mezcla ciencia-ficción, intriga, golpes de guión, clonaciones y (creo) final sorpresivo. Digo “creo”, porque no la he visto todavía. Pero por lo que he leído sobre ella, tanto en críticas profesionales como en opinión de gente que ya se la ha tragado, la cosa puede valer la pena. Y hay más motivos: en ella han trabajado algunos buenos amigos de este blog, y por ellos he ido recibiendo cumplida información de las vicisitudes (nunca mejor dicho) por las que ha pasado la susodicha cinta, y que se pueden resumir en el nulo esfuerzo de la distribuidora (Buenavista) por llamar mínimamente la atención sobre el estreno: no se envía material audiovisual a las televisiones; no se avisa a los medios del pase previo, al que acudió bastante famosete… Pero, claro, ningún periodista; se niegan a distribuir el material filmado de ese pase previo que los propios responsables de la película ruedan por su cuenta y riesgo (porque había que pasarlo a Beta, y eso cuesta dinero…); y en general no mandan un puñetero email a la prensa. Si ya ha sido un milagro que se haya estrenado, más lo habrá sido que alguien se haya enterado de que existe.

¿Y a usted qué leches le importa todo esto? Me preguntarán. Bueno, pues algo sí me importa. Como creo que ya he comentado alguna vez, soy periodista de profesión. Lo que también soy es escritor de no ficción, y tengo un par de libros publicados, cuyos títulos me reservo porque no tienen nada que ver con el cine y yo no he hecho este blog para publicitarme. Pero mi trabajo me ha costado escribirlos. Y les aseguro que la ilusión de ver por fin el producto de tanto tecleo, sudor y lágrimas en las librerías puede verse bastante truncada cuando se comprueba que a) la editorial que te publica pasa de tu libro como de la mierda, b) la promoción te la tienes que hacer tú, c) presuntos amigos y antiguos colegas en los medios, periodistas endiosadas (alguna con asistente), negros de tertulianos con flequillo, figurones de las ondas que están muy ocupados reseñando la guía sexual de Nuria Roca (salió a la vez que mi segundo libro) o las Cartas a un joven español (también, también...) lo mandan de un manotazo a la pila de los nunca abiertos, y d) cuando al fin la editorial hace una presentación, les falla el presentador… y ni se les ocurre cambiar la fecha. Tú mismo a contarle a la gente lo bueno que es, con tu mejor sonrisa.

Yo no digo que todo eso me haya pasado a la vez, ni en el mismo libro, pero les aseguro que sé perfectamente lo que significa cabrearse, rebotarse, frustrarse y, al final, encogerse de hombros y pensar que a lo mejor en la próxima ocasión, que otra vez a encerrarse un buen montón de meses con la esperanza de que las cosas vayan mejor con el siguiente… porque, a pesar de todo, SIEMPRE hay un siguiente. Y es injusto. Y no debería ocurrir. Como tantas cosas en esta vida.

¡Así que todos al cine, leches! Y no se preocupen, que si la peli nos parece una castaña, sé dónde viven estos tíos.

domingo, marzo 23, 2008

Se han pasao

Ahora que ustedes vuelven de vacaciones, soy yo el que se larga. La publicación de este blog se va a interrumpir durante la semana que viene debido a que me voy de viaje de trabajo muy, muy, muy lejos. Por cierto, como suelo hacer cada vez que tengo por delante muchas horas de avión, ayer salí a buscar algo de lectura. Y de repente, me encontré con esto que les cuento a modo de hasta luego.

Verán: en el sector de las revistas, de un tiempo a esta parte algunas han lanzado la moda de las portadas coleccionables. Esta consiste en sacar la revista al quiosco con tres o cuatro portadas diferentes -aunque el contenido sea el mismo en todas-, a ver si hay un suficiente número de prim… digo, de lectores interesados en comprárselas todas. Las revistas de cine lo han hecho con motivo del estreno de sagas como El señor de los anillos o La guerra de las galaxias, muy propensas a los frikis completistas. Cinemanía fue una publicación española que intentó seguir la moda en varias ocasiones, a ver si así vendía algún ejemplar (pero ni por esas). Y los chicos de Total Film

En otras entradas he recomendado esta revista inglesa de cine, junto con su competencia Empire. Bueno, pues el número de abril de Total Film está dedicado a James Bond, por aquello de que este año hay peli nueva, y además se cumple el centenario de Ian Fleming. Pero es que han sacado ¡21 portadas distintas! Una por cada película de 007, de forma que cada lector pueda llevarse a casa la revista con Connery, Brosnan, Moore, Craig, Dalton o incluso Lazenby, que de todo hay. Además, el papel de la portada tiene un gramaje y una tinta plateada que seguro alguno de los expertos que se mete por aquí de vez en cuando podrá calcular cuánto supone de coste añadido. Yo sólo sé del tema lo bastante como para decirles que, con toda seguridad, una pasta.

La idea tiene su gracia, y sospecho que la habrán desarrollado al alimón con MGM, que así publicita su serie de ediciones especiales en DVD dedicada a Bond. Pero miren, en este mundo de las publicaciones, donde hoy en día nadie se atreve a salir a la venta sin un regalito, una promoción, un lo que sea, yo lo que les digo es que lo importante para los lectores sigue siendo el contenido, el relleno, la chicha. Lo otro puede ayudar en un número o dos, pero si dentro no hay calidad, se queda todo en juegos florales.

Entonces ¿qué tal está el contenido de este Total Film? Bueno… El caso es que no se lo puedo decir, porque compré la revista ayer y me la estoy reservando para el vuelo. Se harán ustedes cargo...

Nos vemos en una semana, más o menos. Sean buenos, vayan al cine y feliz regreso a los que se hayan ido.

jueves, marzo 06, 2008

¿Mas estrellas que en el Vanity? Improbable...


Bueno, pues ya tenemos en los quioscos el Vanity Fair dedicado al cine. Los que se asomen de vez en cuando a la revista más pija del planeta ya sabrán que, desde hace doce años, uno de sus números es un monográfico sobre el séptimo arte, cuya característica más conocida es el apabullante reportaje fotográfico donde reúnen a una cantidad de estrellas -jóvenes talentos y monstruos sagrados, clásicos semijubilados, magnates, directores, reyes de la taquilla- que evidencia una capacidad de convocatoria imposible de igualar por ninguna otra publicación del mundo. Yo, VF es una revista que compro, o no, dependiendo de sus contenidos; pero el número de cine nunca me falta, y creo que he conseguido coleccionar casi todos.

Lo que empezó como un portfolio (como se dice ahora) de figuras de Hollywood ha ido evolucionando hasta convertirse en una verdadera superproducción: el año pasado contaron con Bruce Willis, Ben Affleck, Jack Nicholson, Robert de Niro, Cate Blanchett, Judi Dench y un par de docenas de estrellonas más, que se dice pronto, para montarse una película de serie negra en unas veinte fotografías. Recuerdo perfectamente lo que me comentó el director de una revista española que no tiene, precisamente, problemas de liquidez: “¿Pero cuánta pasta se han dejado estos tíos aquí?”. Mejor ni saberlo, jefe, que la envidia es mu mala.

Este año también hay tema monográfico: las escenas más recordadas de las películas clásicas de Hitchcock; Charlize Theron recrea Crimen perfecto (1954), Javier Bardem y Scarlett Johansson La ventana indiscreta (1954), Naomi Watts Marnie la ladrona (1964) -aquí me quito el gorro y el cráneo, que diría Valle-Inclán, ante el milagro conseguido por maquilladores, peluqueros y sastres: es casi una reencarnación de Tippi Hedren-, Renée Zellweger Vértigo (1958)… Aquí pueden ver las quince fotos de que consta el reportaje, y aquí, un vídeo con los mejores momentos del rodaje.

Ya les digo, se ha acusado a Vanity Fair, y con razón, de ser una revista hiperpija, hiper de lujo, hiperelitista, y tal y cual. Y, por lo que me han contado, creo que la edición española va a incidir en esa línea… Pero en cambio no se suele hablar de sus artículos de fondo, muchos de los cuales son verdaderas lecciones de periodismo. En este número, siempre sin salirnos del cine, encontraran los siguientes textos: Mailer’s Movie Madness, sobre las incursiones de Norman Mailer en el mundo del cine; Here’s to you, mister Nichols, la historia del rodaje de El graduado; The Vietnam Oscars, recordando el año 1978, en que coincidieron El regreso y El cazador; Killer Instincts, o la oleada de películas de psicópatas que comenzó con La matanza de Texas; y Daughter Dearest, donde una de las hijas de Joan Crawford desmiente la fama de monstruo tiránico que obtuvo su madre después de la publicación del libro/detritus de su hija Cristina…

En fin, es algo carilla, 7,80 euros, pero tiene más sustancia que mucho de lo que hay en el quiosco. No se arrepentirán.

P. D. Por cierto, estas son las chicas de la portada, todas nuevos talentos: de izquierda a derecha Emily Blunt, Amy Adams, Jessica Biel, Anne Hathaway, Alice Braga, Ellen Page, Zoë Saldana, Elizabeth Banks, Ginnifer Goodwin, y America Ferrera.

martes, octubre 16, 2007

La mala educación


No, no estoy hablando de la película de Almodóvar, pero es que la cosa hoy va de reflexiones personales. Resulta que los chicos de Muy Interesante me han encargado unas cosillas para su próximo especial de Preguntas y Respuestas (a la venta en diciembre, así que ya pueden empezar a hacer cola delante del quiosco), y entre las idem que tengo que contestar está la siguiente: “¿Acabará el Home Cinema con las salas?”. Estos es que son unos cachondos.

Bueno, creo que voy a dejar la información periodística para la revista propiamente dicha, y aquí voy a tirar por el terreno de la opinión. O de la experiencia propia, si quieren. Primero, vamos a afinar las cosas y vamos a considerar Home Cinema a cualquier instalación que cada uno tenga en su casa para ver pelis. Dicho lo cual, y en lo que a mí se refiere, afirmo categóricamente que, desde luego, el Home Cinema me está apartando de las salas. Por lo menos, de algunas.

Ocurre que soy uno del número creciente de ciudadanos que tiene en su hogar un televisor de pantalla plana (LCD de 32 pulgadas); y mi DVD, aunque ya tiene sus añitos, sigue funcionando fielmente a pesar de la caña que le doy. Y la verdad, verse una película en casa hoy no tiene nada que ver con lo que era hacerlo en los tiempos del vídeo, con los televisores monoaurales y la imagen borrosa del VHS. Me atrevería a decir, fíjense, que los equipos domésticos incluso superan a algunos cines, sin contar con que ofrecen algo vital para los que vivimos en la periferia de Madrid: la posibilidad de la versión original.

Sí, claro, dirán ustedes, pero se deja usted la aventura del cine. Elegir sala, sacar entrada, dejarse envolver por la oscuridad, aislarse del mundo durante las dos horas en que nos atrapan la trama y los actores. Y no, no me lo estoy dejando; pero encuentro que esas condiciones ideales cada vez son algo más raro. La zona de Martín de los Heros, en Madrid, es un agradable oásis con salas como los Golem (antiguos Alphaville), los Renoir, los Princesa… donde las películas se proyectan en versión original y son atendidas por un público deseoso de verlas, disfrutarlas y, sobre todo, respetarlas. Ahí, desde luego, da gusto ir. Pero los cines de la periferia son otra cosa. Mucha multisala, mucho sonido Dolby, mucha butaca ergonómica… y, cada vez más también mucho cafre. Desde la panda de quinceañeros con oligofrenia (nunca menos de media docena) que se pasa toda la película haciendo gracias, a los que entran veinte minutos tarde y hacen levantarse a media fila, pasando por los que no paran de hablar y de comentar cosas, no sólo para ellos sino para su entorno inmediato tres filas más allá y más acá, y, por supuesto ¡Los que no apagan el móvil!. Aún no he vuelto a encontrarme con la individua a la que le sonó el telefonito ¡dos veces! durante Los chicos del coro, pero no he perdido la esperanza, y mantengo la motosierra permanentemente afilada.

Así que ¿qúe quieren que les diga?. Cada vez son más las ocasiones en que, si tengo que elegir entre ver cine en mi hogar, dulce hogar, o llegarme hasta algún cine de los alrededores, opto por lo primero. Sin romanticismos ni nostalgias. Las cosas son así. Por supuesto, ustedes pueden estar de acuerdo o no, y llamarme todo lo que se les ocurra, pero me gustaría dejar perfectamente claro que a mí de los cines no me está echando la tecnología. Me está echando la mala educación.

P. D. ¿Por qué no me echan una mano con el articulito? Arriba a la derecha hay una nueva encuesta, que estará abierta dos semanas, sobre su manera preferida de ver el cine. Anímense y contesten, sabiendo que estarán ayudando al amigo Vince a ganarse la vida.

viernes, agosto 31, 2007

Pues la verdad...


La verdad, no me gusta hablar mal de nadie; muchísimo menos de los muertos. Y muchísimo menos si esos muertos acaban de fallecer. Pero tampoco estoy de acuerdo con la avalancha casi obligatoria de cumplidos que invariablemente sucede al fallecimiento. Así que no creo estar cebándome en el cadáver de nadie si digo que ayer ha pasado a mejor vida uno de los peores actores que he visto jamás en la pantalla.

Sus amigos -y tenía muchos- hablan y escriben estos días de la extensa filmografía de Jose Luis de Vilallonga, y de sus trabajos con directores como Louis Mallé, Fellini, Blake Edwards… es cierto que trabajó con todos ellos, y no es menos cierto que en ninguna de sus películas hizo nada destacable. Sus títulos más memorables lo son a pesar de su presencia, no gracias a ella. Lo mejor que puede decirse de sus papeles es que no estorba, o que estorba poco. Y donde menos ha molestado ha sido en las astracanadas de Berlanga de la serie Nacional… donde todo el mundo está tan desquiciado que uno más, bien peque por exceso o por defecto de gesticulación, no desentona.

En fin. Recuerdo, eso sí, haberme leído en su día con genuino interés su libro El Rey, y algunos de sus artículos, por lo menos aquellos en los que no se dedicaba al tema de contarnos lo variada e interesante que había sido su vida sentimental, pero como actor… Ahora, ya lo he dicho, nada como tener amigos en determinadas esferas. Verán como cuando se muera Arturo Fernández habrá bastante más gente que discuta su talento que con Vilallonga. Y el chatín, por lo menos, ha conseguido crear un personaje… que siempre es el mismo. Pero eso también le pasaba a John Wayne.

martes, julio 10, 2007

Réquiem por un peso pesado

Al regreso de las vacaciones, me he enterado del cierre de la revista Premiere. Resulta inconcebible, es una de esas publicaciones que uno no se esperaba que pudieran desaparecer. Durante muchos años, fue para mí una compra obligatoria cada vez que el trabajo o las vacaciones me llevaban a Estados Unidos. Concretamente, recuerdo un paseo por Nueva York donde en un puesto callejero encontré varios ejemplares a mitad de precio, buena parte de los cuales fueron a parar a mi maleta.

Sin embargo, con el tiempo reconozco que fui dejando de comprarla. No del todo, pero había dejado de ser mi primera opción a la hora de leer revistas de cine. Para mi gustó, se había ido haciendo más pesada y, al mismo tiempo, más delgadita. Quiero decir que tenía menos páginas (también redujeron el formato), menos fotos y una enorme cantidad de texto, o al menos así lo parecía, que se iba haciendo cada vez más pesado y aburrido de leer. Otro problema: si el tema de portada no te interesaba, había pocas posibilidades de encontrar algo interesante en el interior. Supongo que estos factores le hicieron perder competitividad frente a nuevas alternativas, más interesantes y amenas, como Empire o Total Film.

Lo malo es que nos quedamos sin su famosa Power List, el especial que publicaban una vez al año donde presentaban a las cien personalidades más poderosas de Hollywood. Era una lista que devoraba no sólo el público lector, sino los propios interesados, para ver en qué puesto estaban y cómo había variado su posición respecto al año anterior. También indicaban en cada ficha los puntos fuertes y débiles de cada uno (fue muy comentada la de Schwarzenegger en 1991. "Punto débil: muy sensible cuando se le pregunta por biografía no autorizada"). Los primeros puestos estaban copados siempre por productores, a secas o que compaginaban su trabajo con la dirección (Spielberg raras veces se caía de los cinco primeros). Había también algunos superagentes como Michael Ovitz, y los actores empezaban a aparecer a partir del puesto número diez; Tom Cruise no se bajó de ahí durante muchos años.

Siempre es una pena que cierre una revista, sobre todo una con un pasado tan justificadamente lleno de condecoraciones. Peores están las cosas por aquí, donde hay que conformarse con Fotogramas (que usaba material de Premiere, puesto que pertenecen a la misma editorial, Hachette), tan floja que ni vale la pena abrirla, y con Cinemanía, que desde que empezó es un verdadero zurullo. En las más culturetas, Reseña también ha caído, y sólo aguanta Dirigido Por y sus críticos del Tendido 7 (eso sí, cuando les gusta una película, suele ser buena de verdad). Y nadie parece tener previsto sacar nada nuevo. ¿Quizá es en la Red donde está el futuro de las publicaciones sobre cine?

domingo, abril 22, 2007

No se ponga usted así, señor Marías

En su artículo de ayer de El País Semanal, Javier Marías dedicaba medio texto a meterse con Babel, y el otro medio a disculparse por hacerlo. El caso es que la película le había parecido horrible (“Todo me resultó falso, gratuito, huero, mal hilado y artificial. Eso sí, acompañado de mucha intensidad postiza por parte de guionista y director, de un solemne gesto de ‘genialidad’”), pero andaba preocupado por ser el único que pensaba así, pues “según escritores e intelectuales sin cuento, la película es efectivamente genial (…) Aquí el único que debe preocuparse soy yo”.

Javier Marías es un apasionado del cine; ha escrito sobre él muchas veces y siempre que lo hace se le nota el pulso sólido que tienen los aficionados de verdad; por otra parte, es el único escritor que conozco que haya puesto una demanda contra la adaptación cinematográfica de una de sus novelas, por traicionar el espíritu de la obra original… y haya ganado. Pero que le gusta el cine y sabe de cine está más que claro. Así que no entiendo porqué tiene que pedir perdón por tener un criterio que va en contra del de la mayoría; una película que despierte opiniones unánimes no es que sea difícil de encontrar, es que no existe.

Sin ir más lejos, aquí tienen algunos ejemplos: “Lo peor que le ha pasado al cine desde que Lassie interpretó a un veterano de guerra con amnesia”. Esta crítica se refiere a ¡La jauría humana!, de Arthur Penn. “El diálogo es estúpido, los personajes no están desarrollados para ser algo más que clichés, y la historia es inconsistente” (¡Los pájaros!). “Llena de cinismo en la superficie, pero sin objetividad, ni agudeza, ni sátira. Cuando se desinfla, no es más que un lujoso drama entre bastidores” (¡¡¡Eva al desnudo!!!). Y me encantaría tener todavía esa reseña de 1972 donde un crítico cuyo nombre (de verdad) no recuerdo ponía a dar a luz El Padrino, avisando al público de que ni se les ocurriera ir a ver ese infecto producto de multinacional americana… Si aparece algún día, palabra que la reproduzco aquí.

Bueno, no pensarán que me iba a despedir sin mojarme, ¿No? Ahí voy: Mujeres al borde de un ataque de nervios y, sobre todo, Sexo, mentiras y cintas de vídeo, son dos de las mayores estupideces con que he perdido mi tiempo en una sala de cine. Y a mucha honra.

viernes, abril 20, 2007

Malas influencias


Cuentan ahora que el asesino de la Universidad de Virginia actuó influído (supongo que parcialmente) por una película, ya que en el vídeo que envió a la NBC (no, no pienso poner ningún link; si quieren ver eso, se lo buscan ustedes) aparece imitando poses de la cinta en cuestión, que creo que es una de esas orientales llenas de tiros y tatuajes y a las que, sinceramente, no presto mucha atención.
No es la primera vez. La tercera parte de El Exorcista (1990) era la película favorita de Jeffrey Dahmer "el carnicero de Milwaukee", y una de las entregas de la saga de Muñeco Diabólico inspiró a unos asesinos adolescentes a finales de los 80 (cito de memoria). Cambiando ligeramente de tema, recordemos a los niños que intentaron volar tras ver Superman, o al pánico a bañarse en el mar que siguió al estreno de Tiburón. ¿Realmente puede influir tanto una simple película?

El asunto de Virginia me ha cogido leyendo un libro que me han regalado y que, en un principio, acepté con todas las precauciones: ¡Malditas películas!, de Miguel Angel Prieto (Editorial T & B). En sus páginas, repasa esas supuestas maldiciones que a lo largo de la historia del cine han ido afectando a películas (El exorcista, La semilla del Diablo…), actores (James Dean, Bruce Lee) o personajes (Superman). Como ya indiqué en un post anterior (Las exclusivas de Friker ) considero una chorrada todas estas historias, de ahí que no estuviera muy seguro sobre lo que me iba a encontrar.

Y sin embargo, el libro no está nada mal. Sólidamente documentado, no entra en el alarmismo fácil y se limita a ir contando los hechos tal y como ocurrieron, indicando las falsedades y exageraciones. Está muy bien el capítulo dedicado a El exorcista, donde se explaya largo y tendido sobre los fenómenos producidos después del estreno. Les resumo: “tumultos, actos de vandalismo, robos y grandes atascos de tráfico” como consecuencia de las enormes colas que se formaron para conseguir entradas. “Espectadores que se desmayaban, vomitaban o sufrían ataques epilépticos y eran sacados de las salas en camilla; acomodadores que dejaban sus trabajos y eran puestos bajo observación médica debido a las sucesivas exposiciones a la perturbadora película (…) Hospitales invadidos por espectadores víctimas de desmayos, náuseas, histeria y alucinaciones…”. Y, por supuesto, un sinnúmero de casos de “posesión demoníaca” en todos los países donde se estrenaba.

Vistas las cosas ya muchos años después, tras diversas secuelas a cual peor y varios pases televisivos que no trajeron consecuencias mayores, cabe pensar en si aquello fue un caso de psicosis colectiva, o una magistral campaña de publicidad. A fin de cuentas, hablamos de una película que sí daba mucho miedo, pero que con el tiempo se ha quedado en una atracción de la Casa del Terror del Parque de Atracciones

sábado, abril 07, 2007

Orígenes

Rescato en DVD (en los cines se me escapó) El diablo viste de Prada. Me sorprende la interpretación de Meryl Streep; ya sabía que hacía de mal bicho (¿hay bichos buenos?) representando a la directora de la revista femenina más total de Estados Unidos, pero no sabía cómo. Esperaba más gritos, más muecas, más histrionismo. Pero sus tres primeros minutos en escena, caminando, hablando, lanzando miradas, son suficientes para dejarme clavado en el sofá, al traerme el recuerdo de unas cuantas equivalentes suyas de la vida real (no sólo mujeres) con los que uno ha tenido la desgracia de tropezarse y, en ocasiones, de trabajar. A la persona que ve conmigo la película, que ha sido secretaria de gerencia en una editorial de revistas, ni les cuento los recuerdos que le trae…

Tras verla, repaso la crítica que le hizo Quim Casas en la revista Dirigido. Esto de leer las críticas después de ver una película, y no antes, es una práctica que les recomiendo, pues ayuda a encontrar aspectos que se nos podían haber pasado, o a contrastar nuestra opinión con la del sabelot… del profesional, quiero decir. Aquí, Casas tiene el acierto de recordar que la estructura de esta película es casi igual a la de El apartamento (1960) de Billy Wilder (yo añadiría que también tiene algo de Wall Street (1987), pero es que el argumento, la verdad, se ha usado muchas veces), y luego se la quita de encima en media página, en una revista cuyas críticas tienen una, dos o hasta cuatro. Parece que lo que le ha molestado es que la cinta esté basada en una novela, escrita por quien fue secretaria de la directora del Vogue estadounidense, novela que el crítico califica como pseudo literatura para chicas, tipo El diario de Bridget Jones.

Aquí es donde mete la pata. Que el punto de partida de una película sea infame, no significa que la cinta resultante también lo sea. Muchas buenas películas han tenido orígenes insospechados. El padrino existe porque Mario Puzo aceptó el encargo de una editorial para escribir una novela sobre la Mafia, mundo que desconocía en absoluto; Tener y no tener está basada en un cuento de Hemingway del que sólo se utiliza el título; Casablanca, en una obra de teatro que no llegó a estrenarse jamás; Mars Attacks!, de Tim Burton, en una colección de cromos; y la saga de Piratas del Mar Caribe, uno de los mayores éxitos de taquilla de la década… ¡En una atracción de Disneylandia!.

Sin contar con la antes mencionada El apartamento, que está basada en un personaje secundario de otra película. Cuando Billy Wilder vio Breve encuentro (1945, David Lean), le llamó la atención el hombre que dejaba su casa a la pareja protagonista para sus citas. ¿Quién era ese hombre, cómo era su vida? La idea no le dejó tranquilo, se puso a desarrollarla, y el resultado fue una de sus obras maestras.

domingo, enero 07, 2007

Estrellas de cine y estrellas mediáticas


Si hay algo que me ha quedado claro después de ver Infiltrados (sí, con un cierto retraso, pero más vale tarde…) es la fuerza con que se están abriendo paso los nuevos talentos. Leonardo DiCaprio, Mark Whalberg y Matt Damon consiguen interpretaciones mucho más realistas y vigorosas que la de un Jack Nicholson que parece pasarse toda la peli con el piloto automático puesto, es decir, Jack haciendo de Jack… por enésima vez.

Matt Damon me llama especialmente la atención, porque es curioso cómo está evolucionando su carrera, sobre todo si la comparamos con la de su amigo Ben Affleck. Ya se sabe que esta pareja alcanzó la fama no solo como actores, sino también como escritores, cuando vendieron a Miramax el guión de lo que se convertiría en El indomable Will Hunting. Aunque la película fue un éxito mundial, ellos apenas vieron un centavo, pues el trato firmado por el inefable productor Harvey Wenstein aseguraba que el total de la recaudación fuera para él (bueno, y para Robin Williams, que accedió a participar en la película por un 25 % de los beneficios brutos. Sólo en Estados Unidos recaudó más de cien millones de dólares, así que calculen). A cambio, ganaron el Oscar de ese año al mejor Guión, y se convirtieron en estrellas.

Pero aquí la carrera de ambos difiere: Damon se está forrando con la serie de películas sobre Jason Bourne, basada en las novelas de Robert Ludlum, es un fijo de la serie Ocean’s Eleven y está participando en The good sheperd, la segunda película dirigida por Robert de Niro. Affleck, en cambio, está cosechando gracias a Hollywoodland sus primeras críticas favorables después de años de fracasos (Sobreviviendo a la Navidad, Gigli, Diario de un ejecutivo agresivo… como para no salir a la calle, vamos) y de aparecer continuamente en la prensa amarilla gracias a su noviazgo con Jennifer López, su separación de Jennifer López, sus problemas con la bebida, y todo lo que ustedes quieran. De la vida privada de Damon, en cambio, se sabe más bien poco, por no decir nada.

Y eso me recuerda un artículo que publicó Newsweek hace unos años, donde diferenciaba a las estrellas de cine de las estrellas mediáticas. Curiosamente, no son la misma cosa. Harrison Ford, Will Smith, Tom Hanks, Robin Williams, Eddie Murphy, pertenecen al primer grupo. Affleck, Jennifer López, Jennifer Aniston, Angelina Jolie, Lindsay Lohan, están sin duda en el segundo. Son los fijos de People, acaparan portada tras portada, y su vida privada es conocida (más o menos) por millones de personas, pero a la hora de llevar gente a los cines, los que se llevan la palma son los otros. Este año hemos podido ver como Tom Cruise, tras años en el primer grupo, ha oscilado peligrosamente hacia el segundo con sus saltitos en el sofá, su matrimonio, su niña y su machaque con la cienciología. Y hay quien ha apuntado que no es casualidad que la recaudación de sus últimas películas haya bajado de forma notable.

El peor enemigo de las estrellas ¿son los críticos o los tabloides?