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miércoles, octubre 15, 2008

Un mundo perfecto, o el viaje interdimensional de Vince

Ya sabía yo que no tenía que haber mencionado nada sobre mis intenciones de dejar el blog. Enseguida empiezan los comentarios que si no lo haga, no se vaya, no nos deje… como si no hubiera blogs de cine a cascoporro, la mayoría más actualizados y más completos que este. No lo hice por hacerme el interesante, y no les prometo nada. De verdad. Pero como estoy algo atascado con el artículo que tengo entre manos –lo cual tiene su morbo añadido, porque uno de los lectores de este blog es, ya ven, la persona que me lo ha encargado- voy a encasquetarles una entrada científico / cinematográfico / televisiva que me ronda hace tiempo por la mente.

Me acordé de ella la otra noche, cuando me vi rodeado por Jean-Claude Van Damme. Es decir, no personalmente, pero es que en La Sexta estaban echando una macarrada suya titulada Cyborg, y en un canal de la TDT otra macarrada más reciente titulada Inferno, que tiene el agravante añadido de que sale como actor secundario Pat Norita, el presunto sensei de la serie Karate Kid. Antes de retirarme a la cama pensé en lo maravilloso que sería vivir en un mundo donde no estuviéramos expuestos a las macarradas perpetradas por los macarras llegados del país de Godiva y los mejillones.

Bueno, pues hay un mundo donde así. En él no existe Van Damme, y ése no es su único atractivo.

Les supongo familiarizados con el concepto de los universos paralelos; esos mundos que existen en una dimensión paralela (claro) a la nuestra donde la historia en general, y nuestras vidas en particular, han tomado rumbos muy diferentes. Cualquiera que haya leído unos pocos tebeos de superhéroes sabrá de lo que estoy hablando, porque son muy socorridos; gracias a este concepto, en el mundo de la DC Comics acabaron con dos o tres Supermanes… pero estoy desbarrando. Hablábamos de Van Damme.

Bueno: el punto de partida de este universo paralelo es la serie televisiva Las Vegas, que emitió Cuatro en su día y que, ya confesé en este blog, se constituyó enseguida en uno de mis placeres culpables (ya la han cancelado, por cierto), gracias al trabajo de mi querido James Caan y a la proliferación de tías buenas que salían en cada episodio. Como sabrán los que la hayan visto, la serie tenía lugar en el casino-hotel Montecito que, a diferencia del Wynn, el Venetian o el MGM Grand, no existe en nuestro universo. En el de la serie sí, aunque tenía una molesta tendencia a cambiar de emplazamiento; un día estaba arriba del Strip, otro en medio… Bueno, pues en un episodio de la primera temporada, aparecía Van Damme como estrella invitada. Y, además, interpretándose a sí mismo... Por lo menos, durante veinte minutos, porque de repente, era inesperadamente asesinado.
Al principio, pensé que era la típica broma, y que aparecería vivito y coleando al final del episodio. ¿Cómo se iban a cargar a Jean Claude Van Damme? Bueno, pues se lo cargaron. En el universo de la serie Las Vegas, Van Damme quedó definitivamente muerto y enterrado.

¿Pero SOLO en ese universo?

El caso es que Las Vegas tuvo un par de crossovers con la serie policiaca Crossing Jordan, donde los protagonistas de ambas tenían que trabajar juntos en la resolución de un caso; con lo cual, cabe pensar no sólo que ambas series pertenecen al mismo universo, sino que Van Damme está muerto en las dos.

No se vayan todavía, aún hay más.

Los que pasamos de los cuarenta –aunque no se nos note- tenemos grabadas en la memoria aquellas sobremesas de verano donde TVE, la única TVE de entonces, nos cascaba la serie El coche fantástico, con David Hasselhoff, su bultaco, su cardado y, creo recordar, un coche que hablaba. Bueno, pues este año se ha comenzado a emitir en la televisión americana una versión actualizada de la serie, donde el protagonista es el hijo –en la ficción, claro- de David Hasselhoff. El episodio piloto ya se ha emitido en España, y algunas escenas del mismo tenían lugar en la ciudad de Las Vegas. ¿Adivinan en qué casino? En efecto; aunque no aparecían los actores de la otra serie, los escenarios y el logo del Montecito eran inconfundibles.


Pero es que el Montecito está, como decimos en mi tierra, como la Feria; no bien se ha largado Kitt Junior, cuando aparecen algunos adolescentes dotados de superpoderes, cuyas aventuras pueden seguirse en la serie Héroes. ¡También han pasado por allí, y en tres episodios nada menos!


Y si les parece que es un poco excesivo juntar a tantas series, no hemos terminado todavía. Hay otro capítulo de Héroes donde los personajes vuelan en Oceanic Airlines; Oceanic… ¿De qué me suena ese nombre? No me hagan mucho caso, pero creo que hubo un vuelo de esa misma compañía –el 815, para ser exactos- que desapareció sin dejar rastro, aunque hay quien dice que un puñado de supervivientes llevan años haciendo el canelo en una isla perdida donde hay osos polares, galeones del siglo XVIII, un experimento de una empresa llamada Dharma y, se sospecha, el último proyecto de Paco el Pocero.


En resumen:

Existe un universo paralelo donde hay un casino en el que todo el mundo gana, un chaval que combate el crimen en un coche que habla, varios adolescentes con superpoderes y una isla misteriosa que acaba con todas las islas misteriosas. Y además no tienen que aguantar a Van Damme, porque está muerto. ¿Y qué tenemos aquí? Zapatero, Rajoy, Jiménez Losantos y Escenas de matrimonio. Señores, vaya coñazo. ¿Saben que les digo? Que paren este mundo, que me quiero bajar… ¡y largarme al otro!.

P. D. Este post no habría sido posible sin esta página web donde tienen una completa relación de todos los crossovers habidos y por haber en el mundo televisivo. ¿Lo que les he enseñado? Un aperitivo. Procuren no perderse.

lunes, marzo 03, 2008

Pequeña y gran pantalla

De un tiempo a esta parte, es difícil leer noticias sobre cine sin enterarse de que a) se está preparando una nueva película de superhéroes o b) hay en marcha otra adaptación a la gran pantalla de una serie de televisión. En este sentido, las dos últimas en caer han sido Sexo en Nueva York y Expediente X, con la particularidad de que ambas cuentan con el reparto original de la serie, con lo cual el producto resultante es, más que una adaptación, una nueva versión rodada para la gran pantalla, una tendencia que empezó, si la memoria no me falla, con la versión cinematográfica de Star Trek (1979), dirigida por Robert Wise (sí, el de Sonrisas y Lágrimas).

Pero no hay que pensar que esto sea un fenómeno exclusivo del cine americano. A los lectores más jóvenes esto les sonará a chino, pero allá por la segunda mitad de los años 70 triunfaba en nuestra televisión única la serie Curro Jiménez, que narraba las aventuras de un bandolero -ficticio, en contra de lo que se ha publicado- al que daba vida, prestancia y chulería por arrobas Sancho Gracia, acompañado por un Álvaro de Luna que casi se estrenaba como actor tras años trabajando de especialista en spaghetti westerns, y por Pepe Sancho, que para chulo, pues también. La serie, en aquella España de la televisión única y previa al vídeo, fue un bombazo. Tanto, que se decidió filmar una versíón para el cine, añadir a Agatha Lys para darle un poco de morbazo al asunto, y estrenarla a lo grande. Tan a lo grande, que los tres actores le dieron el toque de vergüenza ajena apareciendo en el cine Lope de Vega de la Gran Vía disfrazados de bandoleros, a caballo y trabuco en ristre.

El título de la cosa fue Avisa a Curro Jiménez (1978) y estuvo dirigido por Rafael Romero Marchent, que también se encargó de la realización de varios capítulos de la serie (otros directores fueron Mario Camus y Pilar Miró). A quien se les debió olvidar avisar fue al público, pues el intento apenas duró una semana en cartel; estaba claro que la gente no parecía muy dispuesta a pagar por ver en el cine lo que llevaban años disfrutando gratis en el televisor.

Y es que, claro, lo malo de la película es que era un episodio más de la serie, pero rodado con algo más de pasta. Desde entonces, el cine español solo ha reincidido con un experimento así, una vez más, que yo sepa: con No te fallaré (2001), que es una continuación de la serie televisiva Compañeros, filmada con el reparto original, y que, en esta ocasión, sí funcionó en taquilla, ya que la acción transcurría varios años después de la serie, y los espectadores estaban interesado por saber qué les había ocurrido a los personajes en ese tiempo.

Y de momento no ha habido otros intentos, si quieren mi opinión, afortunadamente, porque ya ha sido bastante duro en los últimos años tragarse las adaptaciones de Los ángeles de Charlie, Misión imposible, Starsky & Hutch, Los hombres de Harrelson y unas pocas más (¡La tribu de los Brady, por el amor de Dios!) como para que a alguien se le ocurra empezar con las versiones para el cine de Anillos de oro, Crónicas de un pueblo, Farmacia de Guardia, Ana y los siete, o (¡aaaaarrrggghh!) Médico de familia. La verdad es que se podría uno divertir mucho pensando en el reparto de estas nuevas versiones (¿Elsa Pataki para Ana... , Eduardo Noriega en Anillos... ?… menos la última, donde, por supuesto, nadie salvo el señor presidente de La Sexta podría encarnar a ese santo varón que era Nacho Martín, y cuya vida y milagros están contadas aquí con mucha más habilidad de la que yo podría hacerlo.

En fin, una buena película puede salir de cualquier parte... pero no tentemos a la suerte.

lunes, diciembre 17, 2007

Desastre galáctico

Seguro que esto les ha pasado alguna vez: están de viaje en alguna parte, encuentran algo que les gusta, pero no están seguros de comprarlo o no, al final no lo hacen y luego, de vuelta a casa… se arrepienten. Es lo que me ocurrió hace unos años, cuando en una librería de Estados Unidos ví un libro titulado Los cien mayores errores de la televisión. Lo cogí, lo hojeé, pero, como tenía ya bastantes libros en la cesta, al final decidí dejarlo. Luego, cuando he vuelto al país, no lo he encontrado de nuevo. Una pena, porque el libro trataba exactamente de eso: de las mayores equivocaciones cometidas por los ejecutivos de la televisión estadounidense. Y de una de ellas es de la que vamos a hablar hoy.

Corría el año 1978 y George Lucas era, sin duda alguna, el nombre más caliente de Hollywood. Con La guerra de las galaxias (1977) no sólo había conseguido el taquillazo del año, sino sentado las bases de una nueva manera de entender el negocio del cine, basada en la comercialización de todo tipo de productos relacionados con la película. Todo el mundo quería más Star Wars, y nadie estaba dispuesto a esperar a que llegara la anunciada segunda parte. En estas, la cadena CBS tentó a Lucas con una oferta: filmar un especial Star Wars para la televisión. Se escribía una historia, se rodaban algunas escenas con los actores originales, y las escenas en el espacio se llenaban con planos descartados del metraje de la película. Lucas accedió, pero aparte de alguna reunión preliminar, no estuvo implicado personalmente en el proyecto. Cuando lo vió en televisión, casi le da algo.

¿Qué había ocurrido? Bueno, para empezar la historia original era bastante chorra: Han Solo y Chewbacca viajaban en el Halcón Milenario al planeta natal de este último, donde le esperaba su familia para celebrar lo que ellos llamaban “El día de la vida” que, según las interpretaciones, podía referirse a la Navidad o al Día de Acción de Gracias, pues el especial se emitió a caballo entre dos fechas. Por el camino se veían perseguidos por un par de destructores imperiales, mientras la princesa Leia y C3PO intentaban ayudarles desde la base rebelde. Luke Skywalker y R2D2 también salían, aunque no tengo muy claro para qué… y al final, por supuesto, conseguían llegar todo el mundo era feliz, cantando y bailando.

Vamos, no es precisamente el guión de El acorazado Potemkin, pero es que, encima, las cosas se complicaron: la CBS, viendo el filón publicitario que tenía en sus manos, quiso alargar la duración del programa, de una hora a dos. Para ello metieron todo tipo de morcillas, como alguna escena de la cantina en Mos Eisley, con números musicales entre humanos y extraterrestres. También salían como invitados el grupo Jefferson Starship (por aquello del nombre, supongo). Y, como ni así se llegaba a las dos horas, añadieron una película de dibujos animados de veinte minutos de duración que recordaba la trama de la película original y que veía uno de los críos wookies (parece que en planeta de Chewbacca tenían televisión) mientras esperaba que llegara su papá.

Claro, de tanto batiburrillo no podía salir nada coherente. La crítica la destrozó, y Lucas desde entonces ha utilizado todo su poder para retirarla de la vista del público. Jamás ha salido en vídeo, ni se ha vuelto a emitir. Pero durante años han circulado copias piratas, obtenidas a partir de los afortunados que grabaron en vídeo la única emisión. Internet también ha hecho lo suyo. Aquí tienen una página Web dedicada íntegramente a este programa, y si van a You Tube y teclean en el buscador “Star Wars Holiday Special” o “Star Wars Christmas Special”, se encontrarán con algunos clips con escenas originales.

Eso sí, ustedes verán si se los quieren tragar. Porque para encontrarle la gracia a esto hay que ser muy, pero que muy friki…

viernes, abril 06, 2007

Lo de todos los años (II)

De verdad que no es por ponerme pesado (aunque no sé si soy yo el que se está poniendo pesado, precisamente), pero desde que metí el último post, ya han caído Quo Vadis (¿qué les dije?), Espartaco, Barrabás, Salomé, y este año se ha incorporado a la lista, aunque sólo sea por llevarme la contraria, La pasión de Cristo, gracias a Antena 3. ¿Y dónde está Rey de reyes? ¡Que ya tarda!

Parece que la mayor diversidad de canales sólo ha servido para que nos bombardeen todos con este tipo de películas… y no me vengan con lo de la tradición, por favor; para mí, parte de esa tradición era el aburrimiento al ver que esos días ponían siempre lo mismo. Y por lo que veo, seguimos igual, pero al cuadrado.

¿Sería mucho pedir que a alguien le diera por poner, al menos, Jesucristo Superstar? O si les gustan tanto las películas con cruces… ¡por lo menos, que echen alguna de vampiros!

martes, abril 03, 2007

Lo de todos los años

Aunque no soy lo que se dice una persona creyente, tampoco me levanto cada mañana pensando en cuántos curas me voy a comer hoy. Siempre que las circunstancias lo permiten, el principio de “vive y deja vivir” me parece de muy saludable aplicación, y el de “vive y deja morir” se lo dejamos a 007. Quiero decir con esto que tampoco se me puede contar entre los oligofrénicos que en Navidad abogan por la eliminación de los belenes en las escuelas, o por sustituir a los Reyes Magos de la cabalgata por representantes de ONGs (uno y medio de ellos mujer, por aquello de las cuotas). En conjunto, me gusta pensar que trato a la Iglesia católica bastante mejor de lo que ella trata a los que piensan como yo.

Así que, una vez que he dejado las cosas claras, creo que puedo decir sin temor a confusiones: ¿Por qué narices cada Semana Santa tenemos que aguantar la misma programación cinematográfica? Ya hemos tenido Ben-Hur y Los Diez Mandamientos (creo que esta, en una versión nueva), y me temo que no tardarán mucho en aparecer Quo Vadis y, en Cine de Barrio, Currito de la Cruz (en la versión de Rafael Gil, de 1965, tan mala que da risa). Unos recursos de programación que antes, pero mucho, mucho antes, eran obligatorios, como obligatorio era ser católico practicante en este país; y donde no había demasiadas posibilidades de escape, porque el vídeo no se había inventado (bueno, inventado sí, comercializado, no) y sólo había dos cadenas de televisión… ¿Pero en 2007? ¿En un estado oficialmente laico? ¿Con seis canales nacionales, unos cuantos autonómicos y ni se sabe por la TDT? ¿Y seguimos recurriendo a las películas de siempre? Porque, vamos, si se trata de exhibir cine católico, por lo menos podrían hacerlo con obras maestras, como el Ordet de Carl Dreyer, o con versiones más actuales, como La Pasión de Cristo del amigo Mel… Pero ni eso.

Pase que cada Nochebuena no nos libremos de que en algún canal emitan Qué bello es vivir (excelente película, por otra parte), pero aquí, por favor, un poco de imaginación… Creo que gracias al DVD me voy a montar mi propia programación de Semana Santa. Con Pasolini y La vida de Brian.

martes, enero 30, 2007

Cosas del directo

Parece que Nicolas Cage ha estado en Madrid, promocionando su nueva película, Ghost Rider. Y digo "parece", porque lo único que he visto de él ha sido una aparición en Telemadrid, junto a una reportera de Madrid Directo. Es algo a lo que tienen que acostumbrarse las estrellas de Hollywood que nos visitan: hace tiempo que han desaparecido del prime-time de nuestra televisión. Sencillamente, no existe ningún programa, fuera de los resúmenes del corazón y poco más, donde interese la posibilidad de entrevistarlos.

En Estados Unidos están más acostumbrados a aparecer en horario estelar, o por lo menos, en la última franja de ese horario, ocupada por los talk shows de Jay Leno o David Letterman (en la foto, con Jennifer Aniston). El equivalente español serían, actualmente, los programas de Buenafuente (Antena 3) y Eva Hache (Cuatro), pero la estructura no es exactamente la misma; sin contar con que se emiten (por lo menos el de Buenafuente) mucho más tarde, a unas horas donde ciertos entrevistados pueden no ver las ventajas de aparecer en pantalla…

… y además, los shows televisivos pueden dar sorpresitas. Mi favorita le ocurrió a Rock Hudson cuando fue entrevistado en directo en un programa de televisión. Tras algunas preguntas de lo más diplomático, el presentador soltó lo siguiente:

- Bueno, Rock, ya sabes que no solemos meternos en temas personales, pero hay una cosa que se comenta de ti desde hace años y, aunque es un tema delicado, queremos abordarlo y preguntártelo directamente.

Hudson deseó que hubiera algún sitio en el plató donde esconder sus 1,95 metros, ocultó el pánico que le entró con su mejor sonrisa, y esperó a que el presentador soltara la temida pregunta. Y en efecto:

- Dinos… ¿Es verdad que te has puesto fundas en los dientes?

(P. D. no me resisto a incluir algunas frases del artículo de Maruja Torres en El País sobre la gala de los Goya: “Un Goya más, y de los mejores. Se vio con gusto (…) espectáculo redondo y perfecto (…) guión y agilidad casi sobrehumana que se confirió a la ceremonia (…) Corbacho, que espero repita en los próximos años; un dúo entre él y la Sardá resultaría muy apetecible”).

Si el sabio no aprueba, malo / si el necio aplaude, peor. (Tomás de Iriarte).