Pues claro. Y gracias a You Tube, aquí tienen una pequeña selección.
Muy Feliz Navidad a todos.
Vince
Porque el cine no se acaba cuando llegan los títulos de crédito, uno de tantos aficionados a lo que de momento se sigue llamando celuloide ofrece cada día una anécdota relacionada con el septimo arte para leer, contrastar y comentar
Pues claro. Y gracias a You Tube, aquí tienen una pequeña selección.
Muy Feliz Navidad a todos.
Vince
De verdad que siento muchísimo que este video sea en inglés, y si hubiera encontrado una versión subtitulada, la habría metido. Pero incluso así, aunque sólo chapurréen eso que se llama el idioma de Shakespeare, les aseguro que vale la pena entrar.
O quizá no.
¿Tienen ustedes odio africano hacia los reventadores -en inglés spoilers-, esos individuos que babean de gusto contando el final de las pelis a gente que todavía no las ha visto?
Pues esto es todo un récord: ¡cien finales reventados en apenas cinco minutos!
Con velocidad -desde luego-, agilidad y mucha coña marinera. Insuperables los momentos dedicados a Rocky y a Meg Ryan...
Si no tienen inconveniente, hoy no voy a contarles nada, sino que más bien se lo voy a preguntar. Es que estoy liado con un articulillo que me ha hecho plantearme una pregunta de vital importancia en la historia del cine y para la cual no tengo la respuesta. Es la siguiente:
¿De verdad hay películas históricas donde aparecen extras con reloj de pulsera?
¿Esto es cierto? ¿O esos supuestos extras no son sino manifestaciones del síndrome de Bin Laden, es decir, que todo el mundo habla de ellos pero nadie los ha visto? ¿Son reales? Y, si lo son ¿en qué pelis salen? ¿Alguien ha visto alguno? ¿Dónde? ¿En qué escena?
Si algún lector puede confirmarme la existencia de uno, que me lo diga con la mayor precisión posible, y así estaremos contribuyendo entre todos al esclarecimiento de una de las mayores leyendas urbanas del Séptimo Arte. Pero, incluso si demostramos su existencia, quedarán más preguntas: ¿Por qué ocurre esto? Es decir, ¿Por qué no se quitan el reloj? ¿Tan bueno es que se lo van a robar si lo descuidan?
Para que no piensen que soy un abusón, les adjunto este vídeo con uno de los casos más flagrantes de extra con reloj que se hayan visto nunca... Pero ustedes ya lo conocen ¿No?.
Por cierto, en el próximo post seguiremos hablando sobre Peter Sellers.
P. D. El Crash utilizado en el título de esta entrada –y en la primera foto- no hace referencia a la oscarizada película de Paul Haggis, sino a otra, menos popular, dirigida por un David Cronenberg más tortuoso que nunca, que ya es decir, sobre un grupo de personas que se excitan sexualmente con los accidentes de tráfico. Hay gente pa tó, como decía aquél.
P. P. D: Por cierto, el actor que aparece en el corto haciendo como que entrevista a Dean es Gig Young, uno de los grandes secundarios de los años 50 y 60 que ganó el Oscar al Mejor Actor Secundario por Danzad, danzad, malditos (1969). En 1978, tres semanas después de casarse con su quinta esposa, 43 años más joven que él, la mató de un tiro y luego se suicidó.
Vaya, me ha quedado esto un poco macabro hoy… venga, mañana hablamos de Mariano Ozores (por lo menos).
Vamos con la historia. De entrada, ese título español fue una de esas grandes inspiraciones con que nos torturan los distribuidores porque en la trama, estafas, lo que se dice ni una. Mucho más adecuado es el título original, simplemente el nombre del protagonista, Charley Varrick. Pues esta es, en efecto, la historia de Charley Varrick (Walter Matthau), “el último de los independientes”, como reza la frase promocional del tráiler (aquí abajo). ¿Independiente en qué? Pues en atracar bancos, tarea que lleva haciendo toda la vida con su banda de siempre, sin tener nada que ver con otros atracadores ni con el crimen organizado, y que le ha servido para ganarse la vida sin excesivas complicaciones.
Hasta ahora, claro. Porque al principio de la película, Varrick y los suyos le tienen echado el ojo al banco de un pueblecito de Nuevo México. Pero -en una secuencia que es toda una lección de cómo hay que rodar y montar un atraco para dejar al espectador clavado a la butaca- las cosas no acaban de salir bien. Y salen peor todavía cuando Charley le echa un vistazo al botín: 750.000 dólares de 1973. Mucho dinero para el banco de un pueblecito de mala muerte. Sólo hay una explicación posible: el banco era una tapadera de la Mafia. Y ahora la tiene detrás.
El argumento tiene algunos puntos en común con No es país para viejos; incluso aparece un asesino implacable enviado por los gángsters para recuperar el dinero cueste lo que cueste, aunque no se parece a Javier Bardem, sino que lo interpreta de un modo completamente distinto el excelente secundario Joe Don Baker (que en la carátula de este DVD, por cierto, aparece como "Jon Joe Baker". Para echarse a temblar...). Pero aquí acaban todas las similitudes. Porque el protagonista de la cinta de los Coen, al que daba vida Josh Brolin, era, por así decirlo, un aficionado en una situación que le desbordaba.
Y Charley Varrick, ya lo hemos dicho, es un profesional.
Siempre un paso por delante de los mafiosos y el FBI –que también se ha apuntado al asunto-, Varrick lucha con fuerzas muy superiores sin perder los nervios, utilizando como armas principales el cerebro, la astucia y sus muchos años de experiencia. Es un canto, desde luego, a los independientes, a los que van por libre, algo que el propio Don Siegel fue durante buena parte de su carrera, siempre luchando por ser él frente a las presiones de los estudios. Aquí lo consiguió. No se la pierdan.
Ah, la belleza de las tradiciones. ¿Qué sería de nosotros sin ellas? Nos dan seguridad, alimentan la nostalgia, contribuyen a crear un entorno en el que la repetición de rituales y costumbres nos hace sentirnos reconfortados… así que, como es tradición en este blog por estas fechas, voy a defecarme en Halloween y en la madre que lo parió. Como aparezcan por casa enanos disfrazados de espantajo –aunque con la que está cayendo, lo dudo- tengo a punto la trampilla para el foso de las pirañas. Y, como me entere de dónde viven sus padres, remato la faena pasándome por su casa con la sierra mecánica. ¿No quieren colonización yanqui? Pues les voy a hacer un homenaje a Tobe Hooper que se van a enterar…
Los lectores veteranos ya sabrán qué mi natural pacífico y dialogante se suele ir de puente por estas fechas. Insisto: no puedo comprender cómo nos hemos dejado invadir de un modo tan implacable en unos pocos años. Con el agravante de que es una invasión que está tapando unas tradiciones nuestras, estas sí, tan arraigadas como el Día de Difuntos, donde se supone que tenemos que recordar a los seres queridos que se fueron para siempre, y no hacer el gil del candil pintando calabazas.
Claro que no todo es negativo; esta fecha de las narices ha servido, por lo menos, para producir algunas películas inolvidables. Personalmente, me encantan Pesadilla antes de Navidad (1993) y La novia cadáver (2005), esas dos maravillas animadas de Tim Burton. Pero el clásico de clásicos es, desde luego, La noche de Halloween (1977) de John Carpenter, que es para estas fechas el equivalente de ¡Qué bello es vivir! para las Navidades. Raro será que no la esta noche pongan en algún canal, pero los fans que no tengan bastante con volver a verla tienen aquí su página web o pueden pinchar el vídeo que les incluyo hoy, donde el maestro habla largo y tendido sobre su película. Siento que esté en inglés y no tenga subtítulos, pero es lo que hay.
Y para los que prefieran simplemente recordar a los difuntos, en esta página web tienen una lista completa de actores fallecidos, donde se narra con detalle la fecha y las circunstancias de su muerte.
Y ahora, si no les importa, voy a usar la calabaza para lo que debe usarse: para darle sabor al potaje de garbanzos.