viernes, abril 20, 2007

Malas influencias


Cuentan ahora que el asesino de la Universidad de Virginia actuó influído (supongo que parcialmente) por una película, ya que en el vídeo que envió a la NBC (no, no pienso poner ningún link; si quieren ver eso, se lo buscan ustedes) aparece imitando poses de la cinta en cuestión, que creo que es una de esas orientales llenas de tiros y tatuajes y a las que, sinceramente, no presto mucha atención.
No es la primera vez. La tercera parte de El Exorcista (1990) era la película favorita de Jeffrey Dahmer "el carnicero de Milwaukee", y una de las entregas de la saga de Muñeco Diabólico inspiró a unos asesinos adolescentes a finales de los 80 (cito de memoria). Cambiando ligeramente de tema, recordemos a los niños que intentaron volar tras ver Superman, o al pánico a bañarse en el mar que siguió al estreno de Tiburón. ¿Realmente puede influir tanto una simple película?

El asunto de Virginia me ha cogido leyendo un libro que me han regalado y que, en un principio, acepté con todas las precauciones: ¡Malditas películas!, de Miguel Angel Prieto (Editorial T & B). En sus páginas, repasa esas supuestas maldiciones que a lo largo de la historia del cine han ido afectando a películas (El exorcista, La semilla del Diablo…), actores (James Dean, Bruce Lee) o personajes (Superman). Como ya indiqué en un post anterior (Las exclusivas de Friker ) considero una chorrada todas estas historias, de ahí que no estuviera muy seguro sobre lo que me iba a encontrar.

Y sin embargo, el libro no está nada mal. Sólidamente documentado, no entra en el alarmismo fácil y se limita a ir contando los hechos tal y como ocurrieron, indicando las falsedades y exageraciones. Está muy bien el capítulo dedicado a El exorcista, donde se explaya largo y tendido sobre los fenómenos producidos después del estreno. Les resumo: “tumultos, actos de vandalismo, robos y grandes atascos de tráfico” como consecuencia de las enormes colas que se formaron para conseguir entradas. “Espectadores que se desmayaban, vomitaban o sufrían ataques epilépticos y eran sacados de las salas en camilla; acomodadores que dejaban sus trabajos y eran puestos bajo observación médica debido a las sucesivas exposiciones a la perturbadora película (…) Hospitales invadidos por espectadores víctimas de desmayos, náuseas, histeria y alucinaciones…”. Y, por supuesto, un sinnúmero de casos de “posesión demoníaca” en todos los países donde se estrenaba.

Vistas las cosas ya muchos años después, tras diversas secuelas a cual peor y varios pases televisivos que no trajeron consecuencias mayores, cabe pensar en si aquello fue un caso de psicosis colectiva, o una magistral campaña de publicidad. A fin de cuentas, hablamos de una película que sí daba mucho miedo, pero que con el tiempo se ha quedado en una atracción de la Casa del Terror del Parque de Atracciones

1 comentario:

Lego y Pulgón dijo...

Por partes. Cuando estrenaron "El Exorcista", no vomité ni me dio una crisis. Pero me salieron unas cuantas canas, eso sí.
Y, viviendo en un entorno rural (casa solitaria, árboles, animales, ausencia de alumbrado municipal por las noches), qué quiere que le diga, La Niña Del Pozo ("The Ring") me obligó a no echar de comer a los animales hasta que el sol esté bien alto sobre el horizonte; y no hablo de cuando era chica. Esto pasa a mis cuarenta tacos.
Todo hay que verlo en su contexto "histórico" (¡cielos! ¿los setenta ya son Historia?), "El Exorcista" fue un acontecimiento novedoso y que se comentaba en las cafeterías a la hora del desayuno. Ahora quizá no dé tanto miedo, aunque la versión del director, con esa escena en la que Regan-Legión sube la escalera hacia atrás, haciendo el pino-puente... ¡Uf!