martes, agosto 26, 2008

El Vía Crucis de un cinéfilo lesionado (6). La carta esférica

Arturo Pérez-Reverte no sólo es uno de nuestros escritores más vendidos, sino también, quizá como consecuencia lógica, más adaptados al cine. Quizá otra consecuencia lógica, y como les ha ocurrido a otros autores de éxito, desde Stephen King a Frederick Forsyth, sea que a la hora de llevar sus novelas a la gran pantalla ha habido de todo. Bien es cierto que el que pasa por ser uno de los novelistas con un carácter más, ejem, particular por decirlo de modo suavecito (es que por aquí se mete algún amigo suyo ¿saben?), ha mantenido siempre una actitud encomiable sobre el tema: básicamente, una vez que has trincado el cheque, si no te gusta el resultado, te callas.

Claro, que cuando a uno se le vienen a la memoria atrocidades como La tabla de Flandes (Jim McBride, 1994), esa adaptación de Alatriste aquejada de elefantiasis, o la inefable serie de TV Quart, el hombre de Roma, perpetrada por Antena 3, sospecha que Arturo ha tenido que callarse en no pocas ocasiones. Y miren por dónde, La carta esférica no ha sido una de ellas. No es una gran película, pero se sostiene muy dignamente, gracias a un equipo que ha decidido tomarse la adaptación en serio.

Para llevar al cine esta historia de búsqueda de tesoros en pleno siglo XX, el director Imanol Uribe ha contado con Carmelo Gómez, uno de nuestros mejores actores, y Aitana Sánchez-Gijón, una de nuestras peores actrices. Pero también ha dispuesto de un presupuesto lo bastante generoso como para huir del cutrismo que afecta a buena parte de las películas españolas: aquí pasamos de las Ramblas de Barcelona al Museo Naval de Madrid, a uno de esos magníficos pisos de detrás de Correos donde viven profesionales de alto nivel y algún director de revista, al fascinante bar La Venencia de la calle Echegaray, a las playas de mi querido Cái, al mirador de Gibraltar, al puerto de Cartagena, y a escenas de buceo filmadas en pleno mar, además en los restos de un pecio auténtico. Se agradece tanto cambio de escenario, plenamente justificado por exigencias de la trama, que le da a la cinta una factura excelente, apoyada además por el trabajo en fotografía de Javier Aguirresarrobe.

Lo cual no quiere decir que la cosa funcione al cien por cien. Uribe, autor también del guión, elimina eficazmente unos cuantos kilos de paja de la novela, y mantiene una trama que se sigue con interés. El problema son los tópicos, esos tópicos que Pérez-Reverte cuela en sus novelas con tanta abundancia como habilidad, y que traspasados a la pantalla tienen una molesta tendencia al cante jondo. Que cantan mucho, quiero decir.

El protagonista de La carta… es, como tantos otros héroes del escritor, un hombre de una pieza cuya integridad le ha supuesto la marginación social y profesional, y la mujer, un personaje fascinante –o todo lo fascinante que permite el trabajo de Aitana- que emboba al protagonista y le mete en una aventura cuyo alcance nunca llega a comprender del todo. Los malos son malísimos, pero con su puntito de fondo humano, como es marca de la casa. Y los nombres, pues de lo más exótico: el protagonista se llama Coy, que así al pronto parece como extranjero, aunque a lo mejor es una abreviatura de Alcoyano; la chica se llama Tánger, mayormente porque su padre era militar y estuvo destinado en África cuando ella nació -menos mal que no le mandaron a Almendralejo-. Pero el colmo ya es que el piloto que les acompaña en la búsqueda del tesoro, pues se llama así, Piloto -en una escena nos enteramos de que su verdadero nombre es Pedro-, y eso ya me parece pasarse varios pueblos; es como si Nadal se llamara Tenista, o Jaime Peñafiel, Portera, no sé si me entienden.

Y, como la historia va de barcos hundidos, pues hay que meter a punta pala referencias culturales sobre el particular: Tánger tiene un perro que se llama Milú (y dale con los nombrecitos), y confiesa que se enamoró del mar y sus misterios después de leer el álbum de Hergé El tesoro de Rackham El Rojo; la empresa de los malos se llama Dead Man’s Chest, o sea, "El cofre del muerto", como en La isla del tesoro; y lo único que falta por aquí es alguien con una pata de palo, y que Coy beba ron en vez de ginebra, pero eso quizá hubiera sido pasarse. Una pena que Uribe no haya entrado a saco aquí y, junto con el exceso de términos marineros, no haya procedido a una eliminación masiva de tópicos.

Con todo, una agradable sorpresa, y dentro de la sorpresa, otra más: Javier García Gallego, el actor que encarna al Piloto, y que es un prodigio de naturalidad. Y tanto, como que no es un actor profesional: en realidad, fue el instructor de buceo de Carmelo Gómez, y la decisión de hacerle actuar en la película fue una decisión personal de Uribe. No se me ocurre una elección mejor para el papel. En ninguno de los siete mares.

Véanla. Encontrarán una película de aventuras tranquila, sin persecuciones ni tiroteos, ni acción injustificada. Más bien es la historia de un misterio y unos personajes, a lo que lo único que cabe reprocharle es, quizá, un exceso de lastre por no haber sabido liberarse lo bastante de su original literario.

Próxima parada del Via Crucis: sea cual sea, será la última, que ya está bien.

3 comentarios:

Lego y Pulgón dijo...

Me fío, me fío, iré a por ella.
Cómo me gusta un guiño en una película, y cómo me irrita una avalancha de referencias, por si no me había dado cuenta de lo ingenioso que es el autor. ¡Brrrr!
¿No salva a Aitana que es muy guapa? ¿Y que habla muy bien inglés? ¿Eh?

Anónimo dijo...

Ví la peli hace unos días y estoy totalmente de acuerdo con la crítica. Aitana no encaja bien en el papel y hasta Carmelo Gómez parece un poco forzado. Lo que en el libro resulta perfecto, en la película queda un poco ridículo (me c... en la pena negra). No obstante, la peli se deja ver.

Vince dijo...

Tiene usted razón, anónimo, lo de "Me c... en la pena negra" no lo suelta ni un gitano de La Rosilla cuando se entera de que le han levantado el alijo. Y Lego, coincido con usted en que Aitana es guapa de caerse -y en persona, aún más- pero si ha hecho algún papel que demuestre que es una buena actriz, yo todavía no lo he visto. Sorry.