martes, junio 19, 2007

Estrellas invisibles


Ayer concluía la entrada sobre E.T. preguntando en qué escena de la película salía Harrison Ford. La verdad es que la pregunta, como se pueden imaginar, tenía truco. Es cómo preguntar en qué escena de Reencuentro (1983) aparece Kevin Costner. Porque, al parecer, Ford –a la sazón esposo de Melissa Mathison, guionista de la cinta– si filmó una escenita, eso que se llama un cameo, haciendo el papel de director del colegio donde va Elliott. Pero Spielberg pensó que el actor llamaría demasiado la atención, y la cortó en la sala de montaje.

En cuanto a Costner, si recuerdan Reencuentro, trata de ocho amigos que se reúnen un fin de semana para asistir al entierro de otro amigo, que se ha suicidado. En el reparto tenemos a William Hurt, Tom Berenger, Glenn Close, Jeff Goldblum… y Kevin Costner, que interpreta, precisamente, al amigo muerto, y que en un principio iba a aparecer en una serie de flashbacks. Pero Laurence Kasdan, el director, decidió que después de todo, su personaje no pegaba, y eliminó todas sus escenas. Eso sí, le compensó dándole un papel protagonista en su siguiente película, Silverado (1985).

Hay otros muchos casos de actores eliminados de la pantalla por obra y gracia del montaje. En 1982 Werner Herzog filmó Fitzcarraldo, la epopeya de un alemán –interpretado por Klaus Kinski– que se empeñó en fundar un teatro de ópera en pleno Amazonas. El rodaje fue tan largo, difícil e infernal como es habitual en Herzog, hasta que después de varios meses en la selva el coprotagonista de la película, Mick Jagger, abandonó, no está claro si porque tenía compromisos con los Rolling Stones, o porque acabó hasta las narices. Más recientemente, cuando Michelle Pfeiffer rodó la enésima película sobre profesor que llega a instituto conflictivo y tiene que enderezar a sus alumnos (Dios, cómo me aburre ese género), Mentes peligrosas (1995), contó con Andy García en el papel de su compañero sentimental. Finalizado el rodaje, Pfeiffer, que además de estrella era productora, decidió que su novio sobraba. Adiós, Andy.

Y luego están los casos en los que quien desaparece no es un actor, sino un personaje. En 1949, Joseph L. Mankiewicz quiso llevar a la pantalla la novela Carta a cuatro esposas. Cuando terminó el guión, se lo llevó al productor Darryl F. Zanuck, pero este lo encontró demasiado largo... Y por eso la película, al final, se tituló Carta a tres esposas.

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