Con un par de años de retraso, el gigantesco Airbus 380 ha iniciado por fin sus vuelos comerciales. La empresa que antes lo ha puesto en vuelo ha sido la muy sofisticada Singapore Airlines, y a ésta le seguirán otras. Sobre este monstruo de dos pisos se han escrito muchas cosas, no todas buenas: algunos hablan del problema que supondrá para los aeropuertos manejar semejante cantidad de pasajeros y maletas; otros hablan de riesgos de seguridad. Pero nadie se ha planteado el principal peligro que se nos viene encima con la puesta en marcha de este trasatlántico de los cielos: una nueva película de la serie Aeropuerto.
No me vengan con que hace ya 27 años desde que se estrenó la última de la serie; más años tiene La aventura del Poseidón y bien que nos colocaron una nueva versión el año pasado. Y, teniendo en cuenta que las películas de la serie se distinguían por transcurrir en los aviones más grandes y más modernos del mundo. ¿Alguien puede asegurar que estamos libres de peligro?
La verdad es que la serie de Aeropuerto se las traía. La primera se rodó en 1970, basada en un bestia seller del escritor -hoy algo olvidado- Arthur Hailey, y no estaba mal del todo (Jacqueline Bisset ayudaba lo suyo). Pero las siguientes, metidas ya de lleno en la moda de pelis de catástrofes, se convirtieron en una catástrofe en sí mismas: Aeropuerto 75 entró con todos los honores en el libro Las 50 peores películas de todos los tiempos, y Aeropuerto 80 (donde se cambiaba el tradicional Jumbo por un Concorde)… bueno, los que sepan inglés pueden desternillarse con esta prolija crítica de los chicos de The Agony Booth.
Las películas de la serie respondían todas a la misma fórmula: juntar a un montón de estrellas -alguna de primera fila, pero también viejas glorias, rostros televisivos y, como no, el inevitable y estrangulable niño sabelotodo-, subirlas al avión y hacerlas pasar por las situaciones más descabelladas posible: un avión que se estrella contra otro, obligando a un piloto a entrar en la cabina desde un helicóptero para hacerse con los mandos; un Jumbo que se estrella en el mar y queda sumergido, con todos los pasajeros atrapados bajo el agua; un Concorde que se pone a esquivar misiles supersónicos como si tal cosa, y que los engaña abriendo la ventana de la cabina (por cierto, mientras vuelan al doble de la velocidad del sonido, con dos bemoles) y disparando una pistola de bengalas…
Con todo, la mejor crítica a estas películas no vino de ningún profesional especializado, sino del periodista David Kamp que en octubre de 2003 escribió Hooked on Supersonics, un artículo magistral en Vanity Fair, donde repasaba los 27 años de historia del Concorde. Y comenzaba su texto analizando el reparto de Aeropuerto 80, con Sylvia Kristel, Eddie Albert y Charo Baeza entre esos pasajeros que, supuestamente, tenían el honor de subirse al avión comercial más exclusivo del mundo. “Como le dirá cualquier experto en aeronáutica, eso es una fantasía descabellada: ningún Concorde ha llevado jamás tanta cantidad de morralla entre sus pasajeros”.
¿Tendremos Aeropuerto 08? Yo, por su acaso, me vuelvo a ver Aterriza como puedas. ¿Ha estado alguno de ustedes en una prisión turca?
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1 comentario:
Yo todavía no, ni me gustan las películas de gladiadores. Supongo que Paco Fox discrepará...
Mmm... Jacqueline Bisset, qué pena lo americanaza que se puso después. Cuando parecía francesa estaba para comérsela.
Y, en efecto Vince, a lo mejor el inevitable "Aeropuerto 08" nos trae algún "Aterriza como puedas" aún más absurdo, si es que es posible.
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