
Ya les digo, el concierto fue una gozada, pero hubo otro concierto del Boss, este bastante más personal, que hubiera dado un brazo por ver.
Verán: mis gustos musicales son bastante variados, pero tengo tres ídolos personales e intransferibles: Frank Sinatra (heredado de mi padre, que lo ponía todo el santo día), Bob Dylan (heredado de mis hermanos, que son bastante mayores que yo) y Bruce Springsteen (este sí que es de cosecha propia). Y hubo una ocasión en que tocaron juntos de forma espontánea. Lo cuenta J. Randy Tarraborrelli en su magnífica biografía de Sinatra (publicada en España por Ediciones B). Todo empezó cuando Frank se aproximaba a su ochenta cumpleaños, y comenzó a hablarse de organizar un programa de televisión en su honor. El problema era que el cantante no quería saber nada del asunto; la idea le horrorizaba, y su mujer, Barbara, no sabía qué hacer para convencerle. Finalmente, decidió invitar a cenar a su casa Dylan y a Springsteen -que iban a participar en el programa- para ver si eran capaces de hacerle cambiar de opinión. Para mantener un aire más tradicional, también invitó a Eydie Gorme y Steve Lawrence.
Tal y como se esperaba de ellos, Dylan y Springsteen se pasaron dos horas echándole flores a Sinatra y diciendo lo mucho que su música había significado para ellos, para sus padres, para todo el país. Poco a poco, a medida que corría el Jack Daniels, Sinatra se fue ablandando. Cuando los tres estaban ya borrachos como cubas, Dylan y Springsteen se turnaron en el piano y se dedicaron a cantar canciones de Sinatra. Al final, cuando todo el mundo se fue, Frank dijo a su mujer: “Estos tíos son geniales, deberían venir más a menudo. Hay que invitar a casa a Bruce y a Bob por lo menos una vez al mes”. A lo que su mujer, estiradísima en todos los sentidos, contestó tajante: “por encima de mi cadáver”.
Ese es un concierto al que me habría encantado asistir. Y no me vengan con que la anécdota de hoy es más musical que cinematográfica: a fin de cuentas, estos tres han salido en el cine...