martes, septiembre 23, 2008

¡Ñam!

Mis años como periodista más o menos científico me han hecho muy refractario hacia todas las pseudociencias con las que gente como Friker se están asegurando la vejez. Pero hago una pequeña excepción con la criptozoología, ya saben, esa disciplina que consiste en buscar en cualquier rincón del mundo especies en teoría extinguidas: el Yeti, el monstruo del Lago Ness, actores españoles que se duchen cada día, ese tipo de cosas. ¿Por qué? Por su componente romántico/ecológico. Para colar la bola de que en determinada zona vive, un suponer, un diplodocus, es necesario que esa zona sea a) enorme y b) razonablemente virgen. Así que los lugares susceptibles de albergar a estos bichos sirven también como señales de partes de nuestro planeta que se siguen librando de la destructora mano del hombre, que se dice.

Y luego están las pelis de monstruos, que esas me gustan mucho. Así que el domingo pasado, cuando vi que en Cuatro estaban echando una cosa llamada Pánico en el lago, me quedé un ratito a verla. El lago era, faltaría más, el Lago Ness, pero la versión de Nessie que nos ofrecían se salía un poco de la habitual.

Quizá por esta visión conservacionista de la que hablábamos antes, las películas más recientes sobre Nessie y sus colegas tienden a presentarlo como un pobrecito animal amenazado por la acción depredadora del hombre; es una visión muy similar a la de la segunda y tercera entregas de Parque Jurásico. Pero en seguida me di cuenta de que, en este caso, las cosas cambiaban un poco. El monstruo de este teleflim es una bestia parda que se come a la gente a puñaos, como se puede ver en este gráfico:


Y además, cuenta con unas cuantas crías igual de sanguinarias en lo que podríamos llamar una clara manifestación del síndrome del velociraptor, según el cual muchos dinos pequeños dan más miedo que uno grande. Y los efectos especiales, aunque algo cutrecillos, se sobran para mostrarnos los sanguinarios banquetes de la mamá y sus ninios.

Pero nos falta conocer al prota. Este, como cabría esperar, es criptozoólogo, pero también es algo rarillo: va con barba de tres días, gasta sombrero de cowboy, fuma puritos y en el móvil tiene la música de El bueno, el feo y el malo... Vale, esto último me lo he inventado. El caso es que su principal arma de trabajo es una matraca de calibre 300 o así, porque resulta que Nessie se comió a sus padres cuando era pequeño, así que ahora le busca para vengarse, con lo que se convierte en posiblemente el único científico que quiere probar la existencia de una especie extinguida… ¡Para terminar de extinguirla él!

Si todo esto ya era de lo más barbitúrico, además había que añadir las innovaciones paleontológicas, como considerar que los plesiosaurios –pues eso es lo que es el Nessie de esta peli- se comían a la gente (difícil, porque vivieron en periodos distintos y distantes), y que sus crías de un mes ya pesaban once arrobas. Pero el momento álgido es cuando el criptozoólogo y su ayudante planean cargarse a todas las crías a riflazo limpio, y el segundo dice: “Será como tirar a patos de feria”, a lo que el cripto contesta:

- Sí, pero no son patos de feria. ¡Son REPTILES carnívoros prehistóricos!



Uno pensaba que ya era saber común que los reptiles tienen tanto que ver con los dinosaurios como Gran Hermano con la buena educación, Fernando Alonso con la modestia, o Jesús Mariñas con el periodismo, pero parece que no hay manera. No puedo saber si la animalada es cosa del guión o de los traductores, pero la cuestión es que pensé que había mejores maneras de pasar una tarde de domingo, así que dejé en paz al cripto a sus “reptiles carnívoros prehistóricos (sic, sic y resic)”.

Tengo aquí un libro muy recomendable. Se llama Mitología de los dinosaurios, y está escrito por Jose Luis Sanz, catedrático de Paleontología en la Universidad Autónoma de Madrid. La dedicatoria dice: “Para Vince, deseando que siga disfrutando de la paleontología y los dinosaurios” y tuvo la gentileza de escribírmela hace unos meses, tras una entrevista. ¿Por qué es recomendable? Porque en apenas 200 páginas se las apaña para contarnos los orígenes de la paleontología como disciplina científica –el que quiera saber algo más puede leerse, por ejemplo, Los cazadores de dinosaurios, de Deborah Cadbury- y sus adaptaciones a la literatura y al cine, con enorme erudición y sentido del humor hacia todos los fallos científicos, que han sido muchos y muy variados, en sus apariciones en la pantalla.

Esta del Lago merece ocupar un sitio de honor. Y probablemente hace unos años, servidor se la habría tragado sin rechistar, sin que tanta animalada le hubiera echado del televisor. Bendita ignorancia.

Bueno, mañana ya hablamos de cine en serio ¿eh? Que un día tonto lo tiene cualquiera...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdón por la corrección, pero como podrás comprobar en Wikipedia los plesiosaurios no son dinosaurios... y tanto los dinosaurios como los plesiosaurios son reptiles (científicamente, saurópsidos). Así que, aunque todo lo demás sea un disparate, en la película no se equivocaron en la taxonomía. Un saludo.

Elisabet Roselló dijo...

Me quedé alucinada viendo la película, además por el reparto. Ver a Don S. Davis diciendo "Es como disparar patos de feria" y llevar la cara de tonto puesta en toda la peli, me hizo plantear qué ese quizá era el peor papel que había recibido el hombre y que mejor se quedara en Stargate con McGyver.

Las pelis de serie B-C dan mucho para reirse/criticar, jeje.

Saludos! Buen blog!