lunes, agosto 18, 2008

El Vía Crucis de un cinéfilo lesionado (4): Malas Temporadas

Cuando una peli (sobre todo si es española) empieza con la cámara haciendo trávelin por un pasillo, mientras suena de fondo una musiquilla de piano así en plan muy intimista, es como para temerse lo peor. Malas Temporadas empieza precisamente así, con lo cual uno, qué quieren que le haga, se teme lo peor. Pero lo peor no acaba de llegar, aunque se queda cerca, y ello por una serie de fallejos perfectamente identificables, por lo frecuentes que son en nuestro cine.

Que conste que el material de partida no era necesariamente malo, y además la historia cuenta con un reparto más que competente. Esta es una de esas películas de vidas cruzadas (sin bromas; algún crítico se refirió a ella hablando de la nefasta influencia de Robert Altman en directores que están a años luz de su talento), que le obligan a uno a permanecer especialmente atento a la pantalla durante los primeros veinte minutos o así, hasta que tenemos controlados todos los personajes. Luego, ya la cosa va por sí sola y podemos relajarnos viendo como sus vidas evolucionan y se entrecruzan. Así, tenemos a Mikel (Javier Cámara, eficaz con lo que tiene a mano), un ex presidiario homosexual y maestro del ajedrez, que acaba siendo vecino de Carlos (Eman Xor Oña, excelente), un cubano exiliado que se gana la vida con el contrabando de diversos objetos, puros habanos incluídos. En sus primeros tiempos en España, a Carlos le ayudó mucho Ana (Nathalie Poza) madre soltera -o separada, no recuerdo- que trabaja en una ONG dedicada a la integración de inmigerantes, y que tiene un hijo adolescente, Gonzalo (Gonzalo Pedrosa), que un buen día decide encerrarse en su cuarto para no salir más. En vez de darle dos gofetás como es debido y llevarle al cole a rastras, Ana conoce a Mikel a través de Carlos, y este accede a darle a Gonzalo clases de ajedrez, a ver si sirve de algo. Carlos, a todo esto, tiene una relación de lo más íntimo con Laura (Leonor Watling), una antigua estrella de la canción confinada en una silla de ruedas, que es la mujer de Fabré, otro exiliado cubano, pero con mucha más pasta que Carlos, que utiliza a éste para que le saque de la isla obras de arte de contrabando.

Esta es la exposición así, en bruto. Luego, a todos estos personajes les van pasando cosas, y la historia, por cierto, acaba más o menos bien. Pero, si los personajes tienen potencial (lo tienen) y los actores que los interpretan son buenos actores (y también lo son, con alguna excepción), ¿Por qué la película importa un pimiento, cansa y al final aburre?

Porque no hay quien se la crea. No estoy hablando, como hizo Jose Enrique Monterde en Dirigido, de la implausibilidad de todas las situaciones que se nos muestran, porque yo en el cine estoy dispuesto, a priori, a creerme casi todo. Lo que me revienta es el tono. Lo que creo que le pasa a Malas Temporadas es que va por la vida con un complejo de trascendente que no hay quien lo aguante. Los actores no hablan: recitan. Casi siempre en todo bajito (menos cuando hay que gritar,claro), y mirando muy fijamente al interlocutor, para que nos demos cuenta de que lo que se dice tiene mucha enjundia. Siempre frases brevísimas, que se dejan flotando en el aire. Es raro oír verdaderas conversaciones. Lo que hay son muchas pausas. Y la musiquita. Dale que te pego con el piano. Y más pausas. Y más miradas. Y que aquí alguien empiece a darle un poco más de vida al asunto en vez de quedarse mirando a Toledo con cara de colgao. Por favor.

No sé por qué, pero no es la primera película española que me encuentro con este tipo de defectos. Alguien debería decirle a Manuel Martín Cuenca -y a otros directores nuestros-que la línea que separa la trascendencia de la pedantería es enormemente fina y frágil. En los extras del DVD Javier Cámara dice que es uno de los mejores guiones que ha leído en su vida; él sabrá. Pero en este caso, la película es un buen ejemplo de cómo hacer un guiso indigesto con buenos ingredientes.

Próxima entrega del Via Crucis: La vida mancha (2003), de Enrique Urbizu.

3 comentarios:

Lego y Pulgón dijo...

Caramba, Don Vince, hasta el momento, no he visto ninguna de las que ha usado usted para esta "terapia" suya. Se conoce que no soy muy forofa del cine español y aún no lo sabía. Pero, leído lo leído, como que me da que no las voy a ver. Y creo que, si me hiciera un esguince, preferiría un reposo menos sacrificado. ¡Mártir! Espero que la próxima sea la Verdadera.

Anónimo dijo...

Esto te lo escribí ayer: ¿¡¡Malas temporadas!!? Lo mejor (desde mi punto de vista) Nathalie Poza. Javier Cámara casi no habla y la Watling... un desnudo arriesgado... Yo me aburri tremendamente, pero espero tus comentarios.
Sobran las palabras. Es un auténtico tostón. Y esos silencios...

Vince dijo...

Lego, que ya dije que Al sur de Granada me gustó. Y Anónimo, siento no coincidir con usted sobre Nathalie Poza, pero creo que en las escenas más comoplicadas le falta algo de fuerza. Tampoco diría que es exactamente un tostón; pero pretenciosa, lo es un rato.