jueves, noviembre 15, 2007

Que no se mueran los feos

El pasado día 11 murió Delbert Mann, director cuya mayor parte de su carrera está enterrada en la televisión, donde se encargó de la realización de innumerables telefilmes y episodios de series. Hizo unas cuantas películas, también, algunas tan apreciables como Mesas separadas (1958), que le supuso el Oscar al mejor actor a David Niven. Pero, sobre todo, se le recuerda por Marty (1955), un título semiolvidado hoy (y eso que está en DVD), que en su día supuso una pequeña revolución, además de arrasar en la ceremonia de los Oscar de ese año.

La historia de la realización de Marty tiene más de hollywoodiense que su propia trama. La película narra la historia de amor entre un carnicero del Bronx y una profesora de instituto, dos personajes solitarios, sin encanto, sin glamour, gente completamente normal, como la que uno se cruza en la calle a diario, es decir, algo absolutamente opuesto a lo que era la línea clásica de Hollywood por aquel entonces. Siempre se ha especulado con que los productores de la cinta, Harold Hetch y el actor Burt Lancaster, decidieron filmarla convencidos de que perdería dinero y podrían utilizarla para deducir impuestos. Tanto si esa historia es verdad como si no, lo cierto es que no se gastaron mucho: 350.000 dólares, un director novato en cuestiones de cine -Mann- y, como protagonista, un actor secundario conocido sobre todo por sus papeles de mala bestia en De aquí a la eternidad y Conspiración de silencio: Ernest Borgnine.

Y sonó la flauta, como suele decirse, quién sabe si por casualidad. Estrenada en un principio en el circuito de salas de arte y ensayo, corrió el boca a boca y el público comenzó a abarrotar los cines. Un público compuesto no precisamente por intelectuales, sino por gente de la calle, trabajadores normales y corrientes, que de repente se encontraron con una historia donde su vida y su mundo quedaban retratados con fidelidad y con cariño. Hubo muchos carniceros también, claro. De hecho, Borgnine fue premiado por el Sindicato de Carniceros del Distrito de la Bahía de Santa Mónica por interpretar “a los carniceros de América como miembros amistosos, humildes, sinceros y dignos de la raza humana”. No fue el único premio para el intérprete: ese año se llevó a su casa el Oscar al Mejor Actor, venciendo a James Cagney, James Dean, Frank Sinatra y Spencer Tracy; Delbert Mann ganó como Mejor Director, y Marty como Mejor Película. Fuera de Hollywood, también se convirtió en la primera película americana en ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Casi nada. Y, si quieren mi opinión, todo ello se debió a la decisión de colocar en el papel de Marty a Borgnine, un gran actor, pero feo como un tito, que además todavía no era una estrella en el momento en que hizo la película (después, las cosas cambiaron). Se me viene a la memoria otra peli, esta de 1991, que tenía una trama relativamente parecida: Frankie and Johnny, donde se nos cuenta la historia de amor entre un cocinero y una camarera de una cafetería neoyorquina, también gente anónima, normal y corriente. En el cine, fueron interpretados por Al Pacino y Michelle Pfeiffer; y cuando la ví, aunque el trabajo de ambos era excelente, no podía quitarme de la cabeza que eran estrellas de cine multimillonarias interpretando a dos perdedores; y no me lo creía. Por contraste, la obra teatral en la que la cinta está basada fue representada en Broadway por F. Murray Abraham y Kathy Bates. Ese es el reparto que a mí me hubiera gustado ver.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo su personaje en Grupo Salvaje, al lado de Willian Holden, esas escenas a camara lenta características de Sam Peckinpah.
Saludos...

Anónimo dijo...

Yo sólo le recuerdo en "De aquí a la eternidad", y no conocía esta peli, así que gracias, Vince, por la recomendación. A ver si se animan a editarla en DVD (¿O ya la han editado?)

Vince dijo...

Japa, lea más atentamente: sí está en DVD y, además, creo que es de los baratitos, nueve euros o así... aunque con menos extras que el salpicadero de un Seiscientos.

Anónimo dijo...

Me di cuenta según le daba a "publicar comentario, Vince, pero como estos malditos formatos blog no permiten editar, mi atolondramiento quedó ahí, grabado en bits para la posteridad.

En cuanto a los extras, lo que es a mí, en general los extras me la refanfinflan en general. Si me ofrecieran un buen reportaje sobre la filmografía de los protagonistas, pues vale, pero en general te meten un patético "Hod do it" y entrevistas a los figurones diciendo "es un trabajo genial, el director es guay y todos los compañeros son unos enrollados". Y aún peor si es una peli con efectos especiales, porque el "cómo se hizo" de Star Wars pudo ser interesante allá en los 80, por lo novedoso, o el de JPark también, ya que era una de las primeras pelis en las que los 3D daban realismo a la peli, pero a estas alturas el tema de los Fx aburre, aburree y aburre.

Claro que aún peor es la p… manía de las "escenas inéditas" que consisten en meter a capón todo el material filmado que no se atrevieron a estrenar en el cine y, si es una peli con años, cualquier descarte que hiciera el director, en general por muy buenas razones ¡porque, señores editores, el montaje es parte de la película, y si un director descarta una escena a lo mejor es que esa escena no vale!

Jimmy Neutrón: segunda temporada (creo), capítulo "Ultra Sheen"

– "Ahora somos iguales en poder, RoboDiablo, pero yo conozco tu punto débil!
–¡Nooooooo!
— Sí, porque en las escenas inéditas de la edición europea para coleccioneistas del capítulo 417 de Ultra Lord, se revelaba que su gran enemigo Robo Diablo era alérgico a la lactosa!

Anónimo dijo...

Nuevo error de edición (esta cabeza mía) quería decir "How do it" y no "Hod do it"

Tendré que usar el truco de Ivá en Maki Navaja: transcribir inglés fonético, que todo Dios lo pilla: Jou du it