En 1968, Ingmar Bergman visitó Roma, y conoció a Federico Fellini. Los dos directores dieron un prolongado paseo por la ciudad, acompañados de sus respectivas esposas, Liv Ullmann y Giulietta Massina. Se cayeron muy bien; tanto, que ese mismo día comenzaron a hablar de hacer una película juntos, que se titularía Love Duets. La parte de Fellini se titularía La ciudad de las mujeres, y la de Bergman, Paredes Blancas.
En 1970, convocaron una rueda de prensa para anunciar el proyecto conjunto. Después, se fueron a cenar a Da Cesarino. Y allí fue cuando Fellini preguntó a Bergman en qué estaba trabajando en ese momento. El sueco le contestó que preparaba una película sobre la muerte. Sin quererlo, había mencionado uno de los temas preferidos de Fellini, que se lanzó en plancha:
- Hace unos seis meses estuve a punto de morir, así que creo…
- Hace unos años yo estuve muy enfermo, y pensé que me moría. - Le interrumpió Bergman.
- Sí, pero yo me estaba muriendo de verdad. Estaba completamente muerto a efectos prácticos, así que lo sé todo sobre el tema. - Cortó Fellini.
- Una vez me pusieron una inyección que me causó una especie de muerte clínica durante cinco horas. - Contraatacó el sueco.
- ¿Cinco horas? Me parece muy poco tiempo como para hacerse una idea tan clara de lo que es la muerte.
La cosa siguió así durante un buen rato, con cada uno porfiando por demostrar que sabía más que el otro sobre aquello que Raymond Chandler llamaba El Gran Sueño; en los meses siguientes, el proyecto de película conjunta se fue enfriando, y al final nunca llegó a materializarse. Cada uno filmó sus películas por separado: la de Fellini se tituló, tal y como estaba previsto, La ciudad de las mujeres, y Bergman cambió el título a la suya por La Carcoma (que hoy se recuerda, sobre todo, por haber estado protagonizada por un actor tan poco adecuado para el papel como el norteamericano Elliott Gould).
Fellini acabó de descubrirlo todo sobre la muerte hace unos años; y hoy le ha tocado a Bergman perder la partida de ajedrez.
El tópico es decir que seguro que se han vuelto a encontrar donde sea, y están preparando alguna película juntos.
Pero a mí no me gustan los tópicos. Y a Bergman tampoco le gustaban. Quizá por eso ha dejado una obra tan sólida tras de sí.
5 comentarios:
"El séptimo sello" es una de las películas magistrales de Bergman. Y también la última, Sarabanda, todo un gozo para quienes amamos el cine. No puedo decir que me guste toda su obra, como me sucede con Kubrick –cero patatero a El Resplandor y Eyes Wide Shut–, pero quizá por eso mismo, por ser irregular y "no ser sublime todos los días", Bergman me parece grande. Nos ha dejado y no se ha ido a ningún lado. Jaque mate. Lo siento muchísimo.
Es verdad que Bergman es preocupado, profundo, obsesivo ... y un grande entre los mas grandes. Sabía, sobre todo, teatro y, por tanto, cine. Se rodeó de lo mejor - Nikvist es el mejor fotografo de todos los tiempos, con perdon de Nestor Almendros - en actores y sobre todo actrices, extraordinarios guiones y supo plantear como nadie el silencio. Lo mismo que él aprendió de Ibsen y Strindberg, el mejor Allen, poco pero muy bueno, se lo debe todo a él, lo mismo que Lars von Trier y todos ellos al maestro Dreyer, el mejor de los grandes europeos, el vinculo que une al expresionismo del cine mudo con, precisamente, "Ordet".
Ni Fellini,ni Bergman, nos han dejado,qué gran obsesión por la muerte, o tal vez por conseguir la inmortalidad a través de su obra.
"Los gritos del silencio".
ahora podrá practicar el SILENCIO con Antonioni...
Me confundí,quise decir, "Gritos y susurros".
Y una de las películas que más me gustaron, fue "Con la mejores intenciones", el guionista Bergman, cuando ya es mayor, mantiene una relación, con su padre, además de amigo, y le cuenta la historia, de sus padres, hasta que la madre de éste queda embarazada del futuro gran cineasta, es grandiosa, por su narrativa, simplemente cuenta una historia, y cómo casi todas difícil, entrañable...eso sí cuatro horas de peli...
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