lunes, junio 18, 2007

Marcianitis total


Se cumplen estos días 25 años desde el estreno de E. T., el extraterrestre (1982), una película que su director siempre ha considerado que está entre las más personales que ha hecho y, al mismo tiempo, las que más rico le han hecho; es lo mismo que le ocurriría años después con La lista de Schindler (1993), filmada sin excesivas esperanzas de que constituyera un éxito comercial, sólo porque a Spielberg el corazón le pedía contar esa historia. No sólo fue otro éxito, sino que le consiguió el Oscar al Mejor Director que había estado persiguiendo durante años.

¿Cuánto dinero ha hecho E. T.? Es difícil saberlo. Además de su rendimiento en taquilla (por cierto, hacerla costó solo 10,5 millones de dólares, muy poco incluso para 1982) las 52 licencias de explotación del personaje que Spielberg concedió a diversas empresas pudieron muy bien, según estimaciones de la época, generar más de mil millones de dólares en ventas. Su lanzamiento en VHS tardó años, y constituyó otro acontecimiento en sí mismo. Y de los lanzamientos en DVD y los derechos para televisión, mejor ni hablamos.

Y luego tenemos la famosa anécdota de los chocolates. Ya saben que en los estudios hay ejecutivos que se dedican a buscar todo tipo de marcas comerciales deseosas de aparecer en las películas (pagando, claro). A esta técnica se le llama product placement, y Spielberg es un verdadero monstruo en este aspecto (se ha dicho que El mundo perdido recuperó costes incluso antes de su estreno sólo por los todas las marcas que pagaron por aparecer en ella). Bueno, pues hay en E. T. una escena muy recordada, en la que el marcianito encuentra el camino de la casa de Elliot siguiendo un rastro de chocolatinas de colores, y los comerciales de Amblin intentaron conseguir un contrato con Mars, la empresa fabricante de los M & Ms. No estaban interesados. En su lugar, se apuntaron los de Hersheys cuyo producto, Reese’s Pieces, es muy similar... Y nada más estrenarse la película, se convirtieron en el chocolate más vendido en Estados Unidos (Aquí, la historia completa).

Pero queda la gran pregunta. ¿Es E. T. una buena película? Si quieren mi opinión, desde luego que sí. No llego al nivel de Sheila Benson, crítica de cine de Los Angeles Times, que la consideró “la película de la década y posiblemente de la siguiente década”, pero sí que la considero, si no una obra maestra, una película solidísima, con un director igualmente sólido detrás. Con iniciativas del calibre de filmar su mayor parte con la cámara a la altura de los ojos de un niño, porque está es una película de niños que conocen a otro niño, y que, mientras nos hacen reír y nos emocionan, nos sacan al niño de dentro, ese que tenemos ahí y que nunca ha terminado de irse… Y eso a pesar de la vara que nos dieron con los chistecitos sobre “mi caaaaaasaaa”, o de la temible versión rodada aquí por los hermanos Calatrava…

¡Ah! Por cierto. ¿A qué no saben en que escena de E. T. sale Harrison Ford?

2 comentarios:

Lynx dijo...

Leo esto por ahí, pero no se si será correcto:

"Harrison Ford hizo un breve papel, de maestro de escuela, pero Spielberg lo eliminó porque no quería a alguien conocido; y para no distraer a la guionista, casada con el actor".

Vince dijo...

Vaya, Lynx, ya me ha fastidiado la entrada de mañana... Bueno, no del todo; en efecto, esa es la información que tengo yo.