sábado, mayo 19, 2007

Epitafio para el Duque


“El mañana es la cosa más importante de la vida. Arriba a nosotros, inmaculado, a medianoche. Cuando llega y se pone en nuestras manos, es perfecto. Espera que hayamos aprendido algo del ayer”.


Esas palabras, y no otras, son las verdaderamente inscritas en la tumba de John Wayne, cuyo centenario se está conmemorando estos días. Lo siento, nada del “Feo, Fuerte y Formal”, que constituye otra de esas leyendas urbanas (o cinematográficas) alimentadas por mis queridos compañeros de profesión tan dados a hablar y escribir de oídas. Si no me creen, pueden darse un paseo por este site donde encontrarán fotografías de las tumbas de multitud de personajes famosos.


Aclaradas las cosas, un respeto por John Wayne. Mucha gente dice que no era actor, y que sólo se interpretaba a sí mismo. Pero olvidan que fue un fetiche para gente de la talla de Howard Hawks, John Ford o Henry Hathaway, y que ha aparecido en algunas obras maestras como El hombre que mató a Liberty Balance, La legión invencible, Río Bravo o (sobre todo, para un servidor) ese prodigio de película -divertida, conmovedora, vitalista, magistral- que es El hombre tranquilo, donde no me puedo imaginar a ningún otro actor en su papel.


Por lo demás, Wayne fue también muy criticado por sus ideas políticas; la verdad es que era más ultraconservador que Don Pelayo, y ahí están sus dos panflet… quiero decir, sus dos películas como director - El Álamo (1960) y Boinas verdes (1968)- para probarlo. Pero también hay que considerar que, aunque formó junto a otros actores y directores la Hollywood Alliance, para “proteger” de comunistas la meca del cine, nunca estuvo de acuerdo con los juicios del nefasto Comité de Actividades Antiamericanas, que consideraba (y con razón) contrarios a la Constitución y los principios fundacionales de Estados Unidos.


En conjunto, creo que se merece una copa a su salud y un toque de silencio, de esos que tanto abundaban en sus películas de caballería.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El viejo borracho, tuerto y descabalado de "Valor de ley", el personaje de "Centauros ..." o el irlandés de Innisfree, valen buena parte del cine de todos los tiempos. Todo actor que quiera hacer algo necesita directores y gionistas y Wayne (y varias decenas mas), para su suerte, los encontró. Todos los que queremos al cine, con mayúsculas, lo recordamos.

Anónimo dijo...

¡Bravo por su panegírico, Vince!
Al margen de la ideología de Wayne, quienes amamos el cine debemos escribir John Wayne con letras de oro, por su carisma, porque llenaba la pantalla y porque protagonizó varias películas míticas de la historia del cine.

Interesantísima la web de las tumbas de famosos, una gozada para mitómanos morbosillos.

Felicidades por este post.