El Festival de Cannes celebra estos días su 60 edición, y con ese motivo en la prensa han proliferado los artículos conmemorativos, los recuerdos… y las anécdotas. Ayer me acordé de una cuando vi en televisión a Geraldine Chaplin, que ha acudido a Cannes a presentar El orfanato, la última película de Guillermo del Toro (Belén Rueda es la protagonista femenina) mostrándose sonriente, colaboradora, afable…. El caso es que esta no es la primera vez que Geraldine Chaplin va a Cannes. Pero otras estancias suyas han sido algo más movidas.
El año en cuestión fue 1968; las consecuencias del mayo francés se estaban dejando sentir por toda Europa, y el festival de cine no fue una excepción. Aunque en principio iba a ser celebrado como estaba previsto, a medida que se acercaban las fechas abundaban las acusaciones de que era un símbolo “elitista y capitalista” y, por tanto, había que convertirlo en un “festival de diálogo”. La mejor manera de conseguirlo era el boicot, y para ello se celebraron varias reuniones en los aledaños del Palacio del Festival. En efecto algunos cineastas -Louis Malle, Terence Young- y miembros del jurado dimitieron de sus puestos, y otros intentaron impedir la proyección de sus películas.
Ese fue el caso de Geraldine Chaplin y su entonces marido, Carlos Saura, que habían ido a presentar Pippermint Frappé. Pero sus intentos de impedir la proyección no se limitaron a la protesta verbal. Mejor dejemos que lo cuente Roman Polanski, que ese año era miembro del jurado:
“Saura y su compañera Geraldine Chaplin trataron de impedir el desarrollo de la función encaramándose al proscenio y agarrándose a las cortinas para mantenerlas corridas. Las descorrieron de todos modos, y Saura y Chaplin se quedaron colgando. Cuando, por fin, se impuso la fuerza de la gravedad y la pareja cayó al escenario, los espectadores se levantaron de sus butacas y se armó una trifulca. Algunas figuras cayeron sobre las macetas de begonias y geranios de abajo. La película se proyectó durante unos minutos, parpadeando sobre los cuerpos enzarzados en una violenta pelea y confiriendo a toda la escena un aire fantasmagórico… en un involuntario homenaje a Federico Fellini”.
O, me permito añadir yo, superando algunas de las más logradas escenas rodadas por el padre de Geraldine.
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3 comentarios:
Ya no quedan "progres" como los de antes... ¿Colgarse de las cortinas? ¡Mon Dieu! Genial el "post", Vince.
Usted, Vince, tan entretenido como siempre. Aquellos eran progres de verdad: no quiero que se proyecte mi película porque es un acto imperialista y a favor del sistema, pues me cuelgo de las cortinas y hala, a ver que hacen. Doña Inma Mayol, perdonando la manera de señalar, estaría encantada, con rotura de macetas y todo. La movida marileña. de colegio de monjas ...
No hay nada peor que unos pijos progres haciendo gansadas. Seguro que Geraldine, que me encanta, no quiere ni acordarse ahora de ese episodio bochornoso y, con los años, se ha acrecentado en ella el sentido del ridículo. En cuanto a Saura, mejor no hablar. Dejémosle feliz viviendo de sus réditos, unos merecidos y otros no.
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