El amigo y vecino Linx, frecuente visitante de este blog y bloguero él mismo, planteó hace tres días en su Ya me gustaría (¿Cómo, que no se han pasado por ahí? ¿Pero para que se creen que uno pone enlaces, para hacer bonito?) una cuestión interesante a propósito de la segunda peli dirigida por De Niro, El Buen Pastor: el tema de las edades reales e inventadas para la pantalla. En este caso, aduce, “¿Cómo hacer verosímil a un Matt Damon de 20 años (en 1939) y al mismo personaje, 22 años después... si durante todo el metraje parece un chaval de 18, más joven incluso que su hijo veinteañero?”. Hombre, Lynx, pues contando con eso que se llama el beneplácito de la afición, en ocasiones más eficaz que todos los efectos especiales del mundo.
En el cine hay muchas ocasiones en las que la edad del actor no se corresponde con la del personaje que interpreta, y cuando la trama de la película se prolonga durante muchos años, esta imprecisión se hace evidente de muchas maneras. Por ejemplo, en Cadena perpetua (1994), Tim Robbins y Morgan Freeman se tiran, creo, unos treinta años en la cárcel… y salen igual que cuando entraron. En esta ocasión nadie pensó en envejecerles siquiera un poco con ayuda de los maquilladores, y eso que aumentar la edad a base de cosmética suele quedar bastante bien. Lo malo es cuando hay que rejuvenecer al actor con maquillaje para unas escenas donde se interpreta en sus años jóvenes: el remedio suele ser colocarles un pelucón y ropa de la época, y el resultado, casi siempre, un desastre. Se me viene a la memoria Billy Crystal en las primeras escenas de Cuando Harry encontró a Sally (1989), pero hay muchos más ejemplos.
Luego tenemos los casos en los que la edad no se corresponde con la paternidad. Recordemos: Sean Connery es el padre de Harrison Ford en Indiana Jones y la última cruzada(1989)... aunque sólo tiene doce años más que él. Y un caso más sangrante aún se dio en Con la muerte en los talones (1959), donde Jessie Royce Landis interpretaba a la madre de Cary Grant, cuando en la vida real sólo le llevaba siete años.
Por cierto, Damon tiene 37 años, y he puesto esta foto para regocijo de chicas (o gays) que se pasen por esta página. Majete que es uno.
miércoles, abril 11, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Bueno, Vince, tampoco hay que exagerar: a Robins y Freeman les "pintaron" algunas canas en las secuencias finales. Pero sí, se olvidaron de las arrugas. En el caso de Matt Damon, la observación de Lynx se debe más bien –yo creo– al "efecto óptico" que provoca el rostro aniñado del actor, difícil de envejecer si no se le añaden varios kilos de látex. También hay que decirlo, el equipo de caracterización parece no haberse esmerado demasiado.
Pues a mí me encantaron las ojeras de la Jolie.
"el beneplácito de la afición", jaja. Torero!
Publicar un comentario