martes, marzo 06, 2007
La otra mitad de Tip
Me pueden llamar fantasma, o pensar que es mucha casualidad, pero si esto no fuera cierto, no lo escribiría: la muerte de Jose Luis Coll me ha cogido con su diccionario en la mesilla de noche. Todo comenzó hace unas tres semanas, por una discusión sobre la existencia de la palabra “¡ningüino!” (que es la exclamación del cazador de pingüinos cuando llega y no encuentra ni uno solo), que me llevó a hurgar en las estanterías hasta repescar el que ha sido, sin duda, uno de los libros más divertidos escritos en España en cualquier momento del siglo XX. Por poner solo algunos ejemplos de definiciones antológicas:
ACREIDOR. m. persona a quien se debe alguna cosa, y cree que se la van a pagar.
CAGALLERO. Adj. Hidalgo o noble que cabalga con el vientre descompuesto.
GENOVEVO. Ge no quiero beber. Ge no me da la gana. Ge soy abstemio.
MEGALÓMAÑO. Adj. Que padece manía de grandeza por haber nacido en Aragón.
RECOÑOCIDA. F. identificada al despojarse de toda vestidura.
El cine, de todos modos, no es el mejor sitio para reencontrarse con el humor de Coll y su otra mitad. Aparecieron en bastantes películas, es cierto, pero casi siempre en papeles episódicos, y frecuentemente por separado. La única excepción, probablemente, sea la película La garbanza negra (que en paz descanse), rodada en 1971 por Luis María Delgado (sustituyendo a Manuel Summers y a Antonio Mercero), y calificada por el crítico Carlos Aguilar como “uno de los filmes más extravagantes de la España de los 70”, donde Tip y Coll interpretaban a dos hermanos dueños de una funeraria que heredaban de una tía (la garbanza negra del título), que había dirigido en vida una casa de lenocinio, y acababan como cómicos en una sala de fiestas.
La película convendría rescatarla, entre otras cosas porque es el origen de la imagen más popular de la pareja de cómicos: ya llevaban trabajando juntos una temporada, pero para la escena en que tenían que presentarse ante el notario para hacerse cargo de la herencia de su tía, Delgado tuvo la idea de vestirles con lo que se convertiría en su traje de gala. A Tip le tocó la chistera y a Coll el bombín, precisamente para acentuar su diferencia de estatura.
También los atuendos de Groucho Marx y de Charlot fueron más o menos improvisados. Descanse en paz la otra mitad de un genio.
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2 comentarios:
Me parecían divertidísimos esos dos. Es una pena porque ya no hay ese tipo de humor en este país. ¿O sí y no me he enterado?
Se la llevado Coll el humor absurdo y patafísico. Se acabó. RIP.
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