viernes, octubre 27, 2006

Voces ajenas (2)


A veces es mejor dejar los recuerdos de juventud donde están. Voy a cenar a casa de mi sobrina y, como es costumbre en nuestra familia, repaso su colección de DVDs en busca de algo para saquear. No me creo lo que encuentro: Saturno 3 (1980), una peli de ciencia-ficción que ví en su día en el madrileño Real Cinema y de la que no guardo mala memoria. A la saca.

Pero, ay, todo es muy distinto cuando uno ya no tiene dieciséis años. Les cuento: la cosa transcurre en una estación espacial situada en la tercera luna de Saturno (de ahí el título) donde vive un Kirk Douglas que pretende hacernos creer que su enésimo lifting le ha dejado hecho un guayabo capaz de beneficiarse en plan fijo a una Farrah Fawcett que aparece en perpetua negligé y reflejando la excelente labor de los peluqueros que, digo yo, deben tener local abierto en algún lugar de la susodicha estación. En estas aparece un Harvey Keitel jovencísimo pero ya apuntando maneras inquietantes, y se pone a fabricar un robot que, en teoría, ayudará en las labores de cultivos hidropónicos y, en la práctica, se convierte en una especie de Charles Manson con tuercas.

Los efectos especiales han envejecido peor que Sara Montiel, el guión suena a algo ya mil veces visto y la peli, la verdad, aburre. Lo peor es que está dirigida nada menos que por Stanley Donen, el autor de maravillas como Cantando bajo la lluvia (codirigida con Gene Kelly), Charada o Movie, Movie, entre otras muchas. Parece que el director original, John Barry (no confundir con el compositor del mismo nombre) fue despedido por diferencias con Douglas y un Donen bastante desganado tomó su puesto.

Bueno, pero al menos está Harvey Keitel ¿No?. Pues no del todo. Escuchada en versión original, la voz que oímos no es la de Harvey Keitel, pues fue doblado por el actor inglés Roy Dotrice. Desconozco las razones, pero es algo que ha ocurrido otras veces: cuando Mad Max (1979) se estrenó en Estados Unidos, los distribuidores doblaron a todos los actores (incluyendo un desconocido Mel Gibson) debido a su fuerte acento australiano; y cuando la principiante Andie McDowell protagonizó Greystoke, la leyenda de Tarzán (1984), lo hizo con un acento del sur de USA que no se correspondía con su personaje de aristócrata inglesa: la dobló Glenn Close.

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