domingo, octubre 29, 2006

Veneno para la taquilla


Parece que con Infiltrados, Martin Scorsese ha logrado lo que llevaba muchísimos años sin catar: un éxito, a juzgar por las cifras de recaudación de la película en sus primeros días en Estados Unidos. Puede que por aquí nos encante su cine, pero en su tierra natal no goza de la misma popularidad, al menos entre los productores, que son los que ponen el dinero.

¿Y quién podría culparles? Sin contar batacazos históricos como New York, New York (1977), el cine de Scorsese ha acabado convertido en eso que los yanquis llaman veneno para la taquilla. Ni Kundun (1997, Disney), ni Al límite (1999, Paramount) ni Casino (1995, Universal) dieron beneficios, e incluso cuando algún título le ha ido relativamente bien, como El aviador (2004), la enormidad de su presupuesto se ha tragado todo posible beneficio. Aunque quizá lo peor fue con Gangs of New York (2003), una apuesta del presidente de Miramax, el implacable Harvey Wenstein, que confiaba conseguir con ella un título con el que presentarse en los Oscar con la cabeza bien alta.

Y tan preocupado estaba por conseguirlo que no vaciló en instalarse en el plató, a supervisar el rodaje. Sus batallas con Scorsese no tardaron en estallar. Una de ellas se produjo porque a Wenstein no le gustaba el maquillaje de Daniel Day-Lewis: consideraba que le hacía aparecer feo, y él quería que sus dos estrellas masculinas (Day-Lewis y DiCaprio) salieran atractivas en la pantalla. También intentó actualizar el lenguaje de principios del siglo XX; pensando que el público de hoy no lo entendería. Habitualmente, Scorsese resistía estos ataques, pero el resultado final fue decepcionante: a un coste total de 175 millones de dólares (incluídos gastos de distribución y publicidad), sólo recaudó 80 en el mercado estadounidense. De hecho, se estima que sus pérdidas se tragaron buena parte de los beneficios de Chicago, el gran éxito de Miramax de ese año.

Esta decepción tuvo un curioso efecto colateral: ediciones especiales en DVD de Pulp Fiction y Jackie Brown, que salieron ese mismo año al mercado estadounidense. Fue un recurso a la desesperada de Miramax para meter algo de dinero, recurriendo al verdadero director estrella de la casa, Quentin Tarantino.

Quede claro que, con todas sus irregularidades, a un servidor le gusta más Scorsese que Tarantino, pero bueno... Aquí estamos hablando de cifras.

3 comentarios:

El podenco dijo...

¡De lo que se entera una leyendo este blog! No tenía ni idea de esas relaciones causa-efecto. Por cierto, Daniel Day-Lewis... ¡¡Mmmmmmmmm!!

Lynx dijo...

Llegué, vi y me gustó. Poco más. Sin pasarse. Déjà vu, o sea. Entretenida.

Me quedo con "Malas Calles"; prefiero "Taxi Driver" y "Toro Salvaje" y "Uno de los nuestros". Poco más.

Anónimo dijo...

¿Y qué me dice de After Hours? Fue una magistral película rodada con un bajo presupuesto y, si no recuerdo mal, tuvo una aceptable recaudación.