lunes, octubre 16, 2006
Fino olfato
Los que ya tenemos Televisión Digital Terrestre (TDT) disfrutamos de muchos canales siniestros cuya programación cinematográfica consta mayormente de títulos de quinta regional y saldos de videoclub. Ayer, zapeando, me encuentro con El divorcio es cosa de tres (1972), olvidable y olvidada comedieta italiana que vista hoy sólo destaca por un hecho en concreto: su protagonista es Dustin Hoffman.
La película se rodó en un momento emergente de la carrera de Hoffman, cuando ya tenía en su haber El graduado (1967), Cowboy de Medianoche (1969) y Pequeño gran hombre (1970), pero antes de la ristra de éxitos que le llegaría con Perros de paja (1972), Lenny (1974), Todos los hombres del presidente (1976) y Marathon Man (1976), que acabarían de convertirle en superestrella. No era, de todos modos, la primera vez que el actor probaba suerte en el cine europeo. Ya hablamos en un post anterior de cómo había conseguido el papel principal en El graduado después de que lo rechazara Robert Redford. Pero en los meses que transcurrieron desde el final del rodaje de la película de Mike Nichols hasta su estreno, Hoffman seguía siendo un actor desconocido... y sin trabajo.
De hecho, como no encontraba nada en su país, decidió hacer una pequeña gira europea. Y aquí llegamos a la anécdota de hoy, absolutamente apócrifa, pero que sostiene que se dio un garbeo por España, por entonces floreciente mina de coproducciones europeas y spaghetti westerns, en busca de una oportunidad. Y que un productor con el que tuvo una entrevista le habló en términos similares a estos: “Pero hombre, con esa estatura, esa cara y es nariz. ¿Cómo piensa usted en dedicarse al cine? Mire, lo mejor que puede hacer es volverse a su país y buscar otra forma de ganarse la vida. Esto no es lo suyo”.
Desconozco el nombre del productor, y si lo supiera, no lo incluiría. No soy tan malo.
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2 comentarios:
Yo había oído que, en su estéril –como actor– etapa en España, mi querido Dustin trabajó como camarero en Barcelona... sin saber nada de español (y no digamos catalán).
Debí toparme con el mismo productor en mis años mozos, pues también me rechazó por mi nariz y estatura, aunque me recomendó que me dedicara al cine porno. Era verano y llevaba un pantalón de lino blanco algo ceñido.
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