domingo, octubre 01, 2006
El desorden de unos nombres
Un año más ha terminado el Festival de San Sebastían, y Matt Dillon ha sido uno de los galardonados con el premio Donostia. Le tenía un poco perdida la pista a este actor, que siempre he considerado de lo mejorcito del famoso Brat Pack surgido en los años 80, hasta que volví a encontrarlo en una magnífica interpretación en Crash (2004).
Una cosa curiosa de Matt Dillon es su nombre, que comparte con dos personajes de ficción. Uno era el sheriff protagonista de una serie de televisión, Gunsmoke, que estuvo en las pantallas estadounidenses durante más de veinte años (aquí sólo pudimos ver una temporada, hace ya mucho tiempo, con el titulo de La ley del revolver), y el otro es también conocido como Electro y es uno de los más feroces enemigos de Spiderman. Esta no es la única relación, por cierto, que el Dillon real tiene con los cómics: es sobrino de Alex Raymond, el creador de Flash Gordon.
Hay otro actor que también se llama igual que un personaje ficticio: Mike Myers es el nombre del psicópata asesino de la serie de películas de terror iniciada con La noche de Halloween (1978), y el del actor protagonista de la serie de comedias de Austin Powers (que algunos consideramos también de terror, porque es que son malísimas).
Finalmente, hay ocasiones en que los nombres ficticios pueden dar problemas: el personaje del veterinario interpretado por Groucho Marx en Un día en las carreras (1937) iba a llamarse en un principio doctor Quackenbush, apellido que a los guionistas les pareció lo bastante extravagante como para que no coincidiera con ningún personaje real. Error. Había docenas de doctores Quackenbush en Estados Unidos, que podrían no sentirse muy cómodos al verse relacionados, aunque fuera sólo de nombre, con el personaje de Groucho. El departamento legal de la MGM aconsejó cambiarlo, y el personaje llegó al celuloide cómo doctor Hackenbush.
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4 comentarios:
Querido/a Vicen:
Te gusta el cine (?) y más bien deberías especificar que te gusta Hollywood y sus cotilleos. Más allá del cine USA, veo que en tu blog no hay cabida para nada más. Te felicito porque es entretenido, eso es verdad, pero a los cinéfilos o, en su defecto, a los cinéfagos, quizá les gustaria (miento: me gustaría) que te mojaras un poco más y escribieras reflexiones más personales. Pero te seguiré leyendo aunque elijas el peor camino, en todo caso. Dicho todo esto con cariño.
By te way: ¿qué tiene que ver la carrera de Matt Dillon con todo lo que cuentas? Cada vez me da más morbo leerte. Quizá Dillon no tanto... (dicho con todo el cariño).
Hola, Cruz: No sé, a mí me encanta el cine y no lo veo incompatible con el rollo de los cotilleos, etc. Es más, me parece que lo complementa bien y ayuda a entender decisiones de los directores en cuanto a castings, cambios de escena y demás. Es como cuando estudias historia; si nos contaran los trapos sucios de, por ejemplo, Fernando VII o Isabel II, sería mucho más entretenido (y se entenderían más decisiones políticas). Todo está conectado, y Vince lo hace muy interesante. Hay mucho blog dando vueltas por ahí, pero pocos tan bien redactados/concisos...
Vaya rollo que acabo de meter... ¡Con todo el cariño! ;-)
Querida Cruz:
Siento que el blog no termine de estar a la altura de tus expectativas, pero creo que ya desde el principio dejo meridianamente claro en qué consiste: en anécdotas y curiosidades sobre cine para compartir y comentar, sin entrar en profundidades mayores. Así que, en efecto, aquí te vas a encontrar mucho Hollywood y poca Escuela de Barcelona, mucho Entertainment Weekly y poco Cahiers. La cinefilia y las críticas sesudas las dejo para otros blogs (hay muchos), porque prefiero divulgar, día a día y gota a gota, que aburrir al respetable con mis opiniones.
Si eso te permite deducir que no me gusta el cine (???), me parece muy bien. Yo hubiera jurado que me encantaba. Cualquier día me voy a enterar de que no me gustan los Beatles, García Márquez o el Jack Daniel's.
Espero que de todos modos, sigas frecuentando el blog, pero insisto: what you get is what you see, como cantaba aquella; y lo de Matt Dillon no es más que un pie para hablar de nombres reales que coinciden con nombres ficticios. Un abrazo
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