martes, octubre 14, 2008

Y qué a gusto que se queda uno...


Cuando hace unas semanas publiqué aquí la reseña por la muerte de Paul Newman, decidí que sería la última entrada de este blog. No quiero aburrir a nadie con los motivos; baste decir que llevo más de tres años en una situación personal bastante problemática, y que sigue sin visos de solucionarse. Eso, al final, acaba minándole la moral a cualquiera. Y a estas alturas a mí me queda la justa para ir tirando con las chapuzas que me salen para ganarme la vida; Desde la fila 7 es, cada vez más, un esfuerzo suplementario, y cada vez menos una satisfacción.

Si a eso sumamos unas cifras de audiencia que no suben (la verdad es que hace meses que no las miro), ninguna retribución económica y ausencia casi total de comentarios, entonces el fallecimiento de un actor al cual todos hemos querido tanto me pareció el momento más oportuno para echar el cerrojo. Una pena, porque por el camino se me han quedado acontecimientos como el silencio de tumba guardado por nuestra derechona ante la película más subvencionada del cine español, Sangre de mayo, la acusación a la nueva peli de James Bond de venir cuajada de product placement (como si eso fuera algo nuevo), la reciente muerte del hijo de Gerard Depardieu… temas nunca faltan. Pero no tenía ganas.

Ah, pero hoy…

Hoy ha sido leer el artículo que publica en El País la flamante presidenta de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España, Angeles González-Sinde, y no he podido resistir el impulso de lanzarme al teclado. He recordado que un papel fundamental de los blogs es la capacidad que otorgan a su propietario de desahogarse a gusto. Y desde luego, me voy a desahogar, porque tiene verdadero mérito reunir en un texto tanto victimismo, tanto lugar común, tanta ausencia de autocrítica, tanta perla cultivada. No les puedo asegurar que vaya a haber más entradas en este blog, y por eso mismo voy a procurar que la de hoy salga larga y jugosa. Sobre todo, lo último.

Vamos por orden: aquí tienen ustedes el texto íntegro del artículo, donde la presi vuelve a reivindicar el papel del cine como elemento de difusión y parte del patrimonio cultural de un país, para luego lamentarse del poco caso que le hacemos en la comunidad hispana, secuestradas como están nuestras mentes por un Hollywood que se mueve con la delicadeza de las huestes de Saurón en una final de Liga. Cita literal: “nuestras cuotas de mercado se tambalean, mientras el cine de los estudios de Hollywood se va haciendo con todo”.

Y otra cita, esta de unos renglones después: “nuestras identidades, nuestro imaginario y nuestros deseos se están viendo brutalmente invadidos por deseos ajenos, los de la industria anglosajona. Lo vemos en la ropa que usamos, en la comida que comemos, en los coches que compramos, en la vida a la que aspiramos, en los valores que incorporamos”.

Bueno, ¿qué puedo contestar yo a esto? Es que, verán, la lectura del artículo me pilla vestido con pantalones vaqueros y con una camiseta de Droopy, uno de los mejores personajes de dibus creados por aquel despreciable anglosajón llamado Tex Avery. ¿Es lógico que, ataviado con estas pintas, acabe abrazando los valores y el estilo de vida anglosajón? Quizá porque mis gayumbos son made in Spain no estoy abducido del todo, y tengo la suficiente capacidad de discernimiento como para agradecerle al mundo anglosajon que creara una de las primeras constituciones signas de tal nombre y sentara las bases de la democracia moderna y, al mismo tiempo, ser testigo perplejo de la cantidad de veces que se han aliviado la vejiga en esos mismos valores que contribuyeron a crear. ¿Pero estamos de verdad tan colonizados?

Porque, más allá de la comida que comemos, los coches que compramos, etc, están los libros que leemos, las series de televisión que vemos, la música que escuchamos. Y en estos campos, casualmente, hay una cantidad creciente de creadores españoles que goza de idéntica, o mayor, aceptación popular que sus equivalentes anglosajones; Ken Follett y Stephen King venderán mucho aquí, pero no pueden con Pérez-Reverte, Carlos Ruiz Zafón, Julia Navarro, Juan José Millás, Mario Vargas Llosa, por citar sólo los primeros que me vienen a la cabeza. En la tele, Cuéntame, Hospital Central, Los Serrano, son solo algunos ejemplos de series que han echado de su franja horaria a producciones yanquis que intentaron competir con ellas.

Y en el cine, ya lo hemos hablado aquí en más de una ocasión: cuando una película española interesa, las salas se llenan. El que eso ocurra con mucha menor frecuencia que en otros soportes de cultura y entretenimiento debería hacer reflexionar a González-Sinde. Pero de eso, ni rastro, porque está demasiado ocupada lanzándose contra su bete noire en este artículo: Robert de Niro.

Es para preguntarse qué le ha hecho Robert de Niro a esta mujer; bueno, aparte de 15 minutos, Showtime, Asesinato justo… pero eso nos lo ha hecho a todos. El caso es que González-Sinde ha decidido ponerlo como mascarón de proa del colonialismo cultural yanqui, como la referencia a la que tienen que parecerse todos los actores si quieren que el público se fije en ellos. Aparte de esta soberana sandez –sin ir más lejos, a un actorazo como Jose Luis López Vázquez le pilla un poco tarde-, aprovecha para decir que De Niro “pertenece a una sociedad que no deja pudrirse devorados por los hongos los extraordinarios fondos de filmotecas como la cubana, donde ya no hay recursos para defender los negativos de la humedad y los cortes de luz. Robert de Niro no tiene ese problema”.

En efecto. ¿Y es culpa suya? Porque, si nos ponemos a comparar Cuba con Estados Unidos, hay otros problemas que Robert de Niro no tiene: no tiene el problema de ser detenido, encarcelado y expulsado –o algo peor- por sostener unas ideas contrarias a las de la dictadura imperante desde hace más de cuarenta años; no tiene el problema de verse obligado a someter cualquier proyecto cinematográfico a la censura previa; y no tiene el problema de pensárselo dos veces antes de denunciar el deterioro de los fondos cinematográficos de su país, por no estar seguro de si su denuncia servirá para solucionar las cosas, o se volverá contra él. Es increíble, pero González-Sinde parece estar denunciando que Estados Unidos es un país que se preocupa por su cinematografía pues, como ella misma afirma “antes de que nosotros pidiéramos desgravaciones fiscales o leyes de mecenazgo, ellos las inventaron para superar la crisis de los sesenta”. Con una salvedad, si se me permite: que el cine norteamericano siempre ha sentado sus cimientos sobre la financiación privada, y las ayudas puntuales de su gobierno –que no se molesta en especificar, quizá para poder compararlas con las de aquí- sirvieron para que los estudios en los 70 empezaran a arrojar obras maestras gracias a unos señores llamados Coppola, Scorsese, Cimino, Allen, Spielberg, Lumet, De Palma, Cassavettes…

¿Podemos imaginar una situación similar aquí? Si al cine español se le soltara la manita y se le dejara ir por su cuenta, daría un par de pasos tambaleantes antes de caerse de morros. Porque, dejando a algunos directores capaces de llevar gente a las salas con su propio nombre, aquí no hay industria. No hay temas que interesen. No hay personajes con los que el público se identifique. No hay escapismo. Ni ganas de entretener. Hay pretendida denuncia social, protagonistas marginales, trascendencia de todo a cien, guiones mal trabajados y un aire general de amateurismo que echa a la gente de los cines. Y hay algo más. Hay, por lo que se lee, una presidenta que sigue enganchada a los mismos clichés que sirven para echarle a los demás toda la culpa.

¿No les dije que me iba a desahogar? Voy a intentar hacer un poco del trabajo por el que me pagan. Si todavía hay alguien que lea esto, ahí tiene los comentarios.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues me alegro que el comentario/artículo de la presidenta de la academia de cine haya sido el revulsivo que le incitara a seguir escribiendo. No pare don Vince, por favor. Si a usted le gusta escribir, que le gusta, y aunque no le reporte dinerillo, ¿qué pasa con el gustazo de decir lo que uno piensa? Como bien dice "qué a gusto se queda uno..." Yo también me quedo la mar de contenta pidiéndole-rogándole-suplicándole que por favor siga con el blog. Sea bueno y no nos falte. Nunca un paso atrás nada más que para coger carrerilla. Besitos. Laia

Anónimo dijo...

Por el contrario, y a riesgo de ser llamado materialista, hedonista, epiureista, y tantas otras cosas acabadas en ista (como culo, calcetín o refectorio) apoyo su decisión, Vince. Este tipo de cosas se hacen por placer, y cuando éste desaparece, o el esfuerzo invertido no compensa, es el momento de cerrar el kiosko

Eso sí, echaré de menos su blog, por el placer que me producen los textos inteligentes y bien escritos, pero las aficiones son para el propio placer, no para el de los demás.

En cuanto al cine español, tras largos años repletos de decepciones y amargas experiencias (la primera, El Dorado, y ya hace años de eso), con escasas películas que me hallan merecido la pena, creo que la mejor opción sería, en efecto, cerrarle el grifo, dejar que de dos pasos y que se parta los morros. Los que son buenos y/o saben atraer al espectador (que no tienen por que ser cosas compatibles) seguirán adelante, y los que se dedican a mirarse el ombligo mientras chupan de la mamandurria pública tendrán que buscarse la vida y empezar a trabajar como todo hijo de vecino. Y todos saldremos ganado, porque el trabajo dignifica.

Y si de paso cierran la p… academia e introducen esos espantosos bustos en las vías rectales de sus académicos, habremos dado un paso de gigante en la defensa del arte gastando sólo un poco de vaselina.

Lego y Pulgón dijo...

La Trascendencia metida con calzador, cueste lo que cueste, y chirríe lo que chirríe. No importa. Hay que ser profundos y oscuros. Pues sigan siéndolo. Yo, como soy tonta y superficial, me aburro soberanamente viendo cine español.
Ah, Don Vince, una cosita, antes de que me olvide.
NO ESTÁ USTED AUTORIZADO A ABANDONAR EL BLOG.
LA LEGOMÉRITA (AUTORIDAD COMPETENTE).
...
...
PS Ay, Viiiiiiince, jaaaaaar, no lo deeeeeeje, jaaaaaaay, que me se ponen a llorar los chuurumbeleeeeeh...

Anónimo dijo...

Naturalmente, cada uno es dueño de su teclado y de su blog, vamos, que si quiere sigue y si no, lo deja. El que usted lo deje, es una desgracia, así, a secas. Casi todos los bloggers saben poco o nada del cine, muy pocos escriben de él y son tan sesgados que dan miedo. Lo políticamente correcto nos harta y usted, por suerte, escribe como le da la gana y dice lo que le parece, sea correcto o no. Si se va, le echaré de menos y mucho. Si se queda (su entrada de Newman fue de lo mejor que he leído), mas de uno nos felicitaremos. Usted verá.

Unknown dijo...

No se muy bien que decirte, pero por favor, no te desanimes, aunque hayas decidido dejarlo no pienses que no hay gente a la le importa y valora muchisimo el trabajo que haces aqui; voy a echar de menos este blog.

Paco Fox dijo...

Pues tiene usted razón en lo que escribe sobre el, como diría uno de oro blog, 'picotismo' (queja constante) de parte del cine español.

Hay dos probrelmas que sufrimos aquí (entre otros) que me gustaría comentar:
- Un exceso de producción 'porsiaca': películas que, desde guión, es evidente que no van a hacer ni un duro. Pero se hacen por si acaso caen en gracia de la crítica y se llevan algún premio
- Un exceso de atención por parte de nuestro público hacia el 'star system'. Mientras que en Estados Unidos la cosa lleva unos años tambaleándose, aquí una película, con tal de tener una estrella, ya tiene bastante ganado como para hacer un mínimo de dinero. Claro que, en España, con la sobreexposición de nuestros actores, las únicas que tenemos realmente a ese nivel son Bardem y Pene, verdaderos motivos por los que una cosa tan mal rodada (¡¿Qué te ha pasado, Aguirresarobe?!) como la última de Allen haya sacado bastantes perras.

Un tema que da para mucho. Como la penosa recaudación de 'Santos' en su primer fin de semana, algo que me ha dejado muy preocupado. Sí, preocupado, pues conozco a gente que trabaja en el cine y no quiero que todo se vaya a tomar por culo, pues me gusta que mis amigos tengan trabajo.

Lynx dijo...

Te lo dije Vince: la única condición para bloguear es pasarlo bien.
(y me sospecho que se lo ha pasado bastante bien escribiendo esta pieza...)

Mientras tanto, seguiremos viniendo por aquí

Anónimo dijo...

Quizás se impuso usted una tarea muy difícil: escribir un post diario debe de ser muy duro. Lo ha conseguido muchas veces, y además, con excelente calidad de escritura, visión, reflexión y conocimientos. ¡Hasta con sentido del humor! (Por ejemplo, cuando dice que hay menos visitas, aunque no ha mirado las cifras desde hace meses...)
No nos diga adiós, diga hasta luego: ¿un post al mes, siquiera? Gracias por todo, Vince, y no nos deje.
EFB

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Vince, coño, efectivamente, qué manía con el cerrojo... Escriba cuanda le dé la gana y ya, que no pasa nada... En cuanto a lo de ganar dinero con los blogs, la única forma de hacerlo es seguirlos, es decir, continuar escribiendo y que se fijen en uno, eventualmente, o alguien que lo quiera publicar o gente que quiera usarlo para publicidad... En fin, como seguro no se hace pasta es dejándolo. Y en cuanto a lo de los comentarios, a lo mejor debería cuidarnos a los comentadores algo más; me explico: en otros blogs que leo habitualmente, la cosa se anima considerablemente cuando el autor decide participar y contestar comentarios. Si no lo hace, no hay "feedback" ni está el blog vivo, si no que parece una revista más y que a la gente se le quiten las ganas de comentar. Lo que no es nada malo, si a uno no le importa que no le dejen comentarios...

En fin, coño, que siga cuando le dé la gana, pero no lo deje, joder.

Paulova

Vince dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.