jueves, marzo 20, 2008

90 órbitas alrededor del Sol

Es curioso, pero de los llamados tres grandes de la ciencia-ficción -los otros dos son Asimov y Bradbury-, Arthur C. Clarke ha sido sin duda el menos adaptado al cine. De hecho, su contribución se recuerda sobre todo por 2001, una odisea del espacio, una sola película que, eso sí, está sin duda entre las mejores de la historia del séptimo arte. No les oculto que es uno de mis títulos favoritos, y que he perdido la cuenta de las veces que la he visto. Primero en los cines de sesión continua, y ahora, cada cierto tiempo -suele ser una vez al año- en el DVD. Y no me miren con esa cara, que las pasiones no tienen por qué explicarse. ¿O preferirían que me tragara con esa frecuencia las películas de Steven Seagal?

Pero claro, ni siquiera 2001 puede considerarse una traslación fiel de la obra de Clarke. Es bien sabido que está basada en un relato corto -El centinela- , del cual solo se extrajeron las escenas que transcurren en la Luna, y no todas. El argumento fue desarrollado a medias entre Stanley Kubrick y el propio Clarke, que posteriormente lo publicaría en forma de novela. Posteriormente, porque Kubrick no quiso que el libro apareciera antes que la película, y personalmente, creo que hizo bien. La mente racional, y con una profunda formación científica, de Clarke, se empeña en aclararlo todo e intenta ofrecer una explicación a cada uno de los sucesos de la cinta. Con lo cual la fascinación del argumento, y sus múltiples interpretaciones, bajan muchos enteros.

Sobre 2001 se ha dicho y escrito mucho, y no creo que yo sea capaz de añadir nada nuevo; la historia y el famoso monolito, han dado pie a elucubraciones de todo tipo, algunas con más fundamento que otras. Un amigo muy cinéfilo me comentó que cómo era posible que el franquismo hubiera dejado estrenarse en España una película tan atea, apuntándose así a la interpretación de que la humanidad había evolucionado por influencia extraterrestre (probablemente, porque los censores no se enteraron de nada)… y otro me comentó que estaba clarísimo que el monolito era en realidad una gigantesca tableta de costo, y que al verla los monos se ponían a aullar y a pegar botes como locos… porque no tenían papel.

Bueno. En todo caso, sus anécdotas son bien conocidas: que Kubrick intentó suscribir un seguro con Lloyd’s de Londres para cubrir la eventualidad de que se contactara con una civilización extraterrestre antes del estreno de la película; que si se sustituye cada letra del ordenador HAL por la que le sigue en el alfabeto se obtiene IBM, algo que Clarke siempre atribuyó a la casualidad; y que no se pronuncia una sola frase en los primeros 25 minutos de película…

No sigo, que les aburro, pero si querría hacerles una recomendación, más literaria que cinematográfica: Alianza publicó hace años en su colección El libro de bolsillo, los Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco (1957), uno de los títulos más apreciados por los clarkófilos (¿a que mola el palabro?). Imaginación, sentido del humor y conocimiento científico por arrobas. Una delicia no demasiado conocida que ningún amante de la literatura debería perderse.

¡Y qué hermosa fue la frase que pronunció por su noventa cumpleaños! “Llevo 90 órbitas alrededor del Sol”. Tras recordarnos así que todos estamos en un perpetuo viaje, se ha ido para pasar a la siguiente etapa del suyo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me has tocado la fibra, cuan ávido lector de todo tipo de novela, la ciencia ficción siempre ha sido una de mis categorías preferidas.
Solo quería reseñarte que para mi no son los 3 mosqueteros. Sino mas bien los 5 magníficos. A tu lista añadiré K.Dick y Robert Silverberg.

Recomendaciones. Sueñan los robots con ovejas mecánicas. Seguro que sabes que película nos dio este maravilloso libro. Y de R.S Anochecer. Libro escrito conjuntamente con su gran amigo I.Asimov.

Estaba mirando una edición en ingles del año 66 de este pequeño cuento llamado el Centinela, que apenas tiene 85 paginas. Una de las joyas que conservo con mas cariño en mi biblioteca.

De Clarke me ha gustado mucho.
Cánticos de la lejana Tierra.

Un gran escritor, que nos abandonaba ayer mismo, rumbo a las estrellas, donde seguro tiene reservado un lugar para brillar y perdurar en el tiempo.