jueves, octubre 18, 2007

Rosa inglesa

Se acaba de morir Deborah Kerr, a los 86 años, y con ella desaparece una de las señoras más impresionantes que jamás se hayan asomado a una pantalla. Y cuando digo señora, estoy utilizando la palabra en su sentido más antiguo o tradicional, si quieren: estilo, clase, señorío. Le salía por los poros, y la estricta educación que recibió -su gobernanta le hacía pasar horas tumbada recta sobre el suelo de madera, para enderezar su espalda- no hizo sino acrecentar esa cualidad. Quizá por eso tantos de sus papeles fueron, precisamente, de estricta dama inglesa, con la consecuencia de que Deborah Kerr -con seis nominaciones al Oscar y ninguna victoria- acabara presa de un cierto encasillamiento, que se quitó de encima en aquella famosa escena de De aquí a la eternidad (1953), donde se revolcaba por la playa con Burt Lancaster.

Pero es difícil quitarse de encima el encasillamiento. Cuatro años después, Kerr protagonizó Sólo Dios lo sabe, dirigida por John Huston y con Robert Mitchum como compañero de reparto. La historia seguía más o menos el esquema de La Reina de Africa (1951) presentando una historia de amor entre dos personajes contrapuestos, en este caso un rudo marine (Mitchum), y una monja (Kerr). Lógicamente, a diferencia de lo que ocurría en la película de Bogart, en esta ocasión el amor se mantenía en un plano completamente platónico.

Deborah Kerr sorprendió a Mitchum… agradablemente. Siempre dijo de ella que era la única compañera de reparto con la que no se había acostado. Fantasmadas aparte, indica claramente el respeto y la amistad que surgió entre ambos actores, y que siguió hasta la muerte de él, en 1997. Ella encontró en su compañero una persona mucho más sensible de lo que indicaba su leyenda de chico malo, atenta, educada y con profundos intereses intelectuales. El descubrió que la estricta dama inglesa podía jurar como un carretero cuando Huston comenzó a machacarla demasiado sobre como había que interpretar una escena. Y los tres juntos, actor, actriz y director, decidieron divertirse un poco a costa del sacerdote enviado por la Catholic Legion of Decency para vigilar que el argumento de la película transcurriera dentro de los cánones esperables de moralidad.

El sacerdote en cuestión había sido invitado por la Fox a Tobago -donde se rodó la película- y desde el primer día empezó a poner pegas, percibiendo detalles escabrosos en la más inocente de las escenas. Hasta que una mañana llegó al rodaje y, como de costumbre, permaneció al lado de Huston después de que éste gritara “¡acción!”. Kerr y Mitchum empezaron a decir su dialogo. Luego, se fueron acercando el uno al otro. Mitchum pasó la mano por los pechos de Kerr, y ésta correspondió agarrando el trasero del actor, antes de que ambos empezaran a besarse a lengua abierta. Director y personal de rodaje permanecían impávidos, mientras el sacerdote parecía al borde de la apoplejía. Por fin, preguntó a Hustón: “¿Qué está pasando aquí?”, y tranquilamente éste le respondió:

- Quédese callado, padre. ¡Joder, nos acaba de arruinar una toma perfecta!.

3 comentarios:

Paula y Simón dijo...

¡¡Me ha encantado!! Lo que es el sentido del humor y sacarle partido a una situación rollo...
Paulova

LE BLOG dijo...

¡Jajajaja! Y esa escena, ¿no la habrá colgado alguien en YouTube?

Anónimo dijo...

Muy buena anécdota!