jueves, octubre 04, 2007

Mentiras gordas


En sus dos semanas de andadura, parece que a los chicos de Público no les va del todo mal. Siguen con su idea de periódico progresista, van mejorando poco a poco los contenidos, e incluso a un servidor le han publicado alguna cosilla (aunque de momento no puedo decirles qué tal pagan). Pero el mejor escribano echa un borrón, y aquí lo echaron con las mejores intenciones. Estoy hablando de las películas en DVD que regalaron durante sus primeros días en el quiosco. En general no estaban mal, e incluso hubo alguna que estaba muy bien. El fallo fue el segundo día: Fahrenheit 9/11. Ese día no me compré el diario (porque estaba de camino a una redacción donde pude leerlo by the face), pero si lo hubiera hecho, posiblemente habría pasado de lllevarme el DVD. No me sirvió de nada: unos amigos sí lo compraron y, como no tienen reproductor, me han regalado la peliculita en cuestión. Agh.

Como ya se estarán imaginando, no trago a Michael Moore. Me cae gordo, y perdón por el chiste fácil. Gordísimo. Después de haberme tragado Bowling for Columbine y la mencionada Fahrenheit, no me cogen para ver SiCko ni aunque me amarren a lo Hannibal Lecter. No tiene nada que ver con cuestiones ideológicas. De hecho, el gordinflas de la gorra y yo coincidimos en bastantes cosas. Pero soy de la opinión de que la afinidad ideológica no tiene que servir de patente de corso para que nos traguemos todo lo que nos ofrece cierta gente, sólo porque son de “los nuestros”. Y a la hora de criticar a Bush, a la guerra de Irak, al mercado de armas o al sistema sanitario yanqui, tengo referencias más pausadas -y más fiables- que las de este señor.

Moore me parece, sencillamente, un manipulador y un numerero. Las clases para controlar su ego las debe de haber tomado en Argentina, y sus dos películas anteriores abundan en maniobras de dudoso gusto para meternos su mensaje de la manera más escandalosa posible. Estoy hablando de la entrevista con Charlton Heston en Bowling... o de los planos de la madre que ha perdido a su hijo en Irak en Fahrenheit... La primera es una de las mayores encerronas que he podido contemplar en veinte años que llevo ganándome las habichuelas con esto del periodismo. Y la segunda, una utilización sin escrúpulos del dolor ajeno, prolongada más allá de lo razonable con técnicas que el periodismo amarillo tiene inventadas hace ya bastantes años. Estas cosas las hace Pepe Navarro y le caen yoyas por todos los lados; pero como las hace Michael, y encima se lleva la Palma de Oro en Cannes…

Bueno, supongo que muchos de ustedes no estarán de acuerdo con esto, pero si vieran lo a gusto que yo me he quedado... Fíjense que me está viniendo a la memoria el nombre de Edward H. Amet, otro aguerrido documentalista, este de finales del siglo XIX. En aquellos tiempos, el documental era uno de los principales géneros cinematográficos, con los operadores viajando por todo el mundo para captar los grandes acontecimientos internacionales. Amet presentó en 1898 un documental sobre la batalla naval de la Bahía de Santiago, en plena guerra entre España y Estados Unidos. Pero ni se molestó en ir allí. Lo rodó utilizando maquetas de barcos, ventiladores para reproducir las olas y cañones en miniatura, y lo estrenó con un éxito considerable.

Entre uno y otro, no sé con cual quedarme. Seguramente, con Robert Flaherty o, si quieren una referencia más popular, con Jacques Cousteau.

6 comentarios:

Paco Fox dijo...

Pues si no ve Sicko, se pierde usted uno de los más grandes documentales ever. Porque:

- Roger and Me era interesante, pero me molestó cómo parecía cachondearse de algunos aldeanos de Flint algo lerdos.
- Bowling for Columbine era muy graciosa, pero parecía divagar y no tener una tesis clara.
- Fahrent... (nunca sabré cómo se escribe el puto palabro) no la recuerdo demasiado bien, la verdad.
- Sicko es magnífica. Tiene claro lo que denuncia y lo hace con inteligencia y sin fisuras. Sí, pone a gente que le denegaron atención médica y luego la palmaron. Pero ¿por qué Ken Loach sí puede hacerlo y Moore no? ¿Por qué cualquier director iraní de dramones bélicos puede ser manipulador y sentimentaloide y Moore no? ¿Por qué la ficción tiene derecho a ello y el reportaje de opinión no?

Lynx dijo...

... porque el REPORTAJE documental debe ser honrado; nada que ver con el espejo de un narcisista mentiroso (y gordo!)

Paco Fox dijo...

Mmmm... Dudo enormemente que las películas de Moore se puedan calificar de 'mentirosas'. Si así fuera, ya le habrían metido en unas 35000 demandas con éxito. Otra cosa es que sean 'manipuladoras'. ¿Y quién ha dicho que eso no se pueda hacer o (mucho más importante) que no se haga continuamente, incluso en telediarios y prensa diaria? Es de público inteligente saber cuándo te intentan manipular y decidir si te dejas.

Respecto a lo de 'narcisita', pues qué quieres que te diga: todos los artistas lo son. TODOS. TODOS. TODOS.

Sandro dijo...

1) Si te gusta o no Moore, es asunto tuyo y lo respeto. A mí me agrada y no comparto tus calificaciones sobre él y su obra.

2) Como argentino, me dio por las pelotas que digas "Las clases para controlar su ego las debe de haber tomado en Argentina". Macho, yo no generalizo respecto a tu gente, no lo hagas con la mía. Si alguna vez te cruzaste con algún argentino que te disgustó, ok lo entiendo, pero no me parece justo que te limpies la boca hablando mal de mi país. Si con esa "objetividad" te dedicás al periodismo, en fin...

Vince dijo...

Sandro, siento mucho haberle molestado. Este tipo de bromas las he intercambiado mucho tiempo con amigos y compañeros de trabajo argentinos, sin que ninguno se haya molestado. Quizá, precisamente, por la confianza. Pero entiendo que se lo haya tomado a mal, y sólo puedo pedirle disculpas y decirle que a partir de ahora tendré más cuidado. Un abrazo.

Sandro dijo...

Vince, mi padre me ha enseñado que es de buena gente saber reconocer los errores; acepto tus disculpas con absoluta buena fe.
Y ahora, a seguir hablando sobre el Séptimo Arte, que es lo que nos convoca y atrapa. Un abrazo