domingo, julio 15, 2007

"Un lugar donde nadie se atrevía a ir..."

Y el éxito de Broadway para esta temporada es… ¡Xanaduuuuuu! Sí, no me miren con esa cara, que no me lo estoy inventando. Según informa la IMDB, la versión teatral de uno de los musicales más cursis de la década de los 70 ha sido estrenada en Nueva York, y ha encandilado a la práctica totalidad de los críticos; puede incluso convertirse en el sleeper del año. Hombre, ha habido otras películas de trayectoria no muy brillante que han sido un bombazo en su adaptación a las tablas - Los Productores es el mejor ejemplo- pero ¿Xanadú?.


Aclaremos a los lectores más jóvenes que este nombre no se refiere únicamente al centro comercial de San José de Valderas; tras el éxito de Grease en 1978, la Universal pensó que sería una buena idea crear un musical a la medida de su protagonista femenina, Olivia Newton-John, para acabar de lanzarla como estrella cinematográfica. Con Lawrence Gordon y Joel Silver (sí, sí, el de las sagas de Arma Letal y La Jungla de Cristal, que probablemente produjo para bajarse los niveles de azúcar que debieron quedarle después de esto) como productores, se pergeño una historia que presentaba a Olivia como una musa griega (!) que bajaba a la tierra a ayudar a un joven pintor a realizar su sueño de abrir un legendario club musical, el Xanadú del título. Para juntar a espectadores jóvenes y maduritos convencieron, no sé cómo, a Gene Kelly para que saliera de su retiro y consiguiera la peor despedida del cine que pueda imaginarse para una leyenda del musical. La banda sonora -que se vendió muy bien, todo hay que decirlo- a corrió a cargo de Olivia y la ELO. Y la película, un verdadero foco epidemial de alipori, se hundió en las taquillas.


Sin embargo, Xanadú ha ido dejando con los años algunos efectos colaterales curiosos. Por un lado, cuenta con numerosos clubes de fans que le han dedicado incluso páginas web y que, no me cabe duda, habrán ido en tropel a hacer cola para ver la adaptación en Broadway; por otro, fue la película que convenció a un joven llamado John Jb Wilson de la necesidad imperiosa de crear los premios Razzie, que desde entonces se otorgan a las peores películas del año, cuando la vio en un programa doble junto con Que no pare la música, otro musical del mismo año, este protagonizado por los Village People y que merecería una entrada para él solo en este blog, no sólo por ser mala, sino también por constituir (y que me perdonen los gays que puedan asomarse por aquí, porque no lo digo con fines peyorativos) una de las mayores mariconadas que hayan filmado nunca.


En fin, ¿se acuerdan de la letra de la peli? “A place / where nobody dared to go”, es decir, “un lugar donde nadie se atrevía a ir”. Y, sin querer, se estaban refiriendo a los cines donde se proyectaba.

P. D. NINGÚN DOMINGO SIN ENCUESTA
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