jueves, mayo 24, 2007
Más que palabras
Tenía pensado que dejáramos por hoy Lo que el viento se llevó pero, a riesgo de ponerme pesado, hay alguna otra historia que me gustaría compartir. ¿Se han fijado en que es una de las películas con mayor número de frases convertidas en clásicas? Puede que la otra sea Casablanca, (aquí tienen una lista de las cien más famosas de la historia del cine) pero en Lo que el viento... encontramos piezas inmortales como “A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre”, “Mañana será otro día” y, desde luego, la que hay que decir en inglés para cogerla con toda su fuerza: “Frankly, my dear, I don’t give a damn”, con la que Rhett Butler le termina diciendo a Scarlett O’Hara, sin mucha delicadeza, que hasta aquí hemos llegado, chata.
La frase en cuestión trajo cola. En España se tradujo como “francamente, querida, me importa un bledo”, con lo que nunca llegamos a enterarnos mucho de la polémica. Pero en Estados Unidos, “damn”, (“condenación”) era entonces un término bastante fuerte que nunca se había utilizado en una pantalla de cine. Y en aquellos tiempos estaba todavía vigente el Código Hays, implantado por el fascista puritano que le dio el nombre. Pero ni siquiera la amenaza de Hays podía detener a Selznick, que voló hasta Nueva York y se pasó cuatro horas discutiendo con el censor, explicándole que la palabra “damn” era esencial para retratar la crudeza de los sentimientos de Butler.
Finalmente, Hays accedió. De todos modos, la película fue multada con 5.000 dólares, por “violar el código de producción”, pero como el presupuesto ya andaba rondando los cuatro millones de dólares, es de suponer que Selznick no le daría mayor importancia.
Los americanos tuvieron que esperar doce años para que se oyera otro “damn” en la pantalla (no sé en qué película, por cierto), pero aquí no tendremos que esperar tanto para seguir con Hays. Más sobre esta buena pieza mañana, hombre, que me he quedado con munición.
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1 comentario:
Mo se pone usted nada pesado. Fabrica estupendas gotas complementarias de películas únicas. Lo de la palabra "damn" no la conocía; ahora, que tuviese Selznick problemas con Hays a cuenta de esto, me asombra. En español suena irónica y rotunda, digno final de una película igual de rotunda; en inglés, es, todavía, mas fuerte pero claro, el Código batía records de tontería, no mojigatería, que eso no es importante, sino de pura y simple estulticia. En España sabemos algo de eso.
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