sábado, marzo 24, 2007

Indigestión


Hace unos años, me aficioné a la lectura de las novelas de Robert B. Parker. Quienes no las conozcan, puede que recuerden la serie de televisión sobre el detective privado Spenser, que operaba en Boston y estaba interpretado por Robert Urich. En la serie (y en las novelas) aparecía de vez en cuando un personaje llamado Hawk, para echar una mano al protagonista. Hawk era un negrazo calvo de dos metros, impecablemente vestido, con un sardónico sentido del humor y que se dedicaba a actividades dudosas, de esas que implican tirar de Magnum 44 por un quítame allá esas pajas.

Hawk animaba notablemente las tramas en las que intervenía. Sin embargo, los productores de televisión debieron pensar que el personaje era tan atractivo como para merecer eso que se llama un spin-off, así que le dieron serie propia: A man called Hawk. En Estados Unidos apenas aguantó una temporada. Por aquí la pasó Antena 3, y puedo asegurarles que era malísima.

¿Qué ocurrió? Que Hawk es un excelente personaje… secundario. Exactamente igual que Ratón, el psicópata sin escrúpulos que aparece en las novelas de Easy Rawlins, escritas por Walter Mosley. Funcionan en segundo plano, y se estropean en cuanto se les saca al frente, cuando comenzamos a conocer demasiado sobre ellos. Exactamente igual que está pasando con
Hannibal Lecter.

Cuando Anthony Hopkins ganó el Oscar por su interpretación en El silencio de los corderos, hubo quien apuntó que, en justicia, deberían haberle premiado como actor secundario, si se tiene en cuenta el tiempo que aparece en pantalla. Pero eso era parte de la fascinación del personaje: sabíamos que era un psiquiatra de gran inteligencia, exquisitos modales, amante del lujo, y aficionado a comerse a la gente. Poco más. Y tampoco era necesario mucho más, pues su figura dominaba toda la película, incluso cuando no salía, y los puntos oscuros sobre su personalidad sólo contribuían a aumentar su atractivo.

Lo malo vino después. La fiebre de secuelitis que afecta al cine actual ha hecho que se le dediquen al psiquiatra otras tres películas, todas basadas en novelas de Thomas Harris. La última, Hannibal Rising, ha llegado a las librerías casi al mismo tiempo que su adaptación cinematográfica y, se nos cuenta, ahonda en los orígenes del personaje, en su infancia y juventud. La jibamos, Maria Manuela. Ahora nos enteramos de que Hannibal Lecter es como es porque durante la Segunda Guerra Mundial unos nazis malísimos secuestraron y devoraron a su hermana pequeña, lo que motivó una venganza despiadada por su parte y su posterior metamorfosis en monstruo.

Todo el misterio del personaje, evaporado. Resulta que hay una explicación, que no justificación, para sus actos. Y con esa explicación, se derrumba todo el interés. Una de las mejores frases de El silencio de los corderos es cuando Lecter explica a Clarice Starling: “A mí no me sucedió nada, agente Starling. Yo sucedí”. Tanta repetición sobre el personaje ha conseguido arruinarla. Hannibal se nos ha muerto de indigestión.

Por cierto, la entrada de hoy se lee muchísimo mejor con unas habas y un buen chianti...

5 comentarios:

Carmen dijo...

Es casi imposible estar más de acuerdo. No quiero saber nada de ese hombre que comía... porque lo que he averiguado me ha dejado un mal gusto que no se quita de la boca. No hubiese querido verle nunca comiendo sesos, porque cada vez que sale fuera de su peli primera pierde credibilidad. Y sí, no funciona eso de hacer de secundarios un prota... no funciona jamás y tengo varios ejemplos rondando esta cabeza (de momento entera si Anibal no aparece en algún bodrio más).

Anónimo dijo...

Como sigan haciendo secuelas de secuelas pronto tendremos algo asi como "La abduccion de Hannibal por los extraterrestres" o algo así de ridículo. Es que no tienen freno, les sale extraordinariamente bien "El silencio ...." y en vez de dejarlo como está y en el recuerdo, muchas gracias y hasta nunca, no, filas y filas de apretados absurdos remakes nos estropean al (que cierto es eso que dices) evanescente, casi secundario, Lecter. Es una historia tan bien contada que hay que dejarla en paz. Bueno, eso digo yo, no ellos.
Anonimo III

Anónimo dijo...

Me olvidé de hacerlo antes, pero como tratas, Vince, del asunto de los remakes o reentradas, es tal la indignación por casi todas las secuelas de los grandes mitos, que tengo que decirlo aquí y ahora: no repitan, no continúen, no manoseen, no transformen, los grandes argumentos, las enormes y míticas películas, como "Psicosis" o (cielos, que horror) "Lo que el viento se llevó". Déjenlas en paz. Bueno, se semijustifica por la casi absoluta ausencia de grandes giones y grandes directores. De todas formas seguirán haciendo remakes hasta cargarse el cine.
Anonimo III

Vince dijo...

Anónimo III (II en Canarias) ya que menciona "Psicosis", de lo que vamos a tener que hablar un día es de esa manía de hacer "remakes" de películas clásicas que son fotocopias del original plano por plano (La mencionada "psicosis" y La profecía", por poner dos ejemplos). Me lo apunto.

Anónimo dijo...

La maldita manía de dejar un paso adelante a los personajes SECUNDARIOS (y lo pongo en mayúsculas para recordar que, aun haciendo un trabajo impecable y, en muchos casos, imprescindible en al trama de la película, se quedan en eso). Lo cierto es que es una estrategia muy explotada por las grandes factorías (véanse los interminables ejemplos de la Disney), tiene una única justificación: la falta de originalidad de directortes y guionistas y la consecuente y desgraciada decadencia del séptimo arte.