Su verdadero nombre era Walter Matthow. Sin embargo, cuando en 1974 hizo un papelito (lo que más bien se llama un cameo) en Terremoto, disfrazado como el borracho de un bar, eligió aparecer en los títulos finales como Walter Matusschanskayasky. Desde entonces, muchos creyeron que ese era su verdadero nombre.
Era un melómano furibundo, y un gran admirador de Mozart. Como dijo de él su amigo Billy Wilder, “para Walter, Beethoven ya es heavy metal”. Por desgracia, también fue un jugador compulsivo, que perdió varios millones de dólares a lo largo de toda su vida.
Billy Wilder quiso contar con él como protagonista masculino de La tentación vive arriba (1954), pero el estudio no quiso emparejar a Marilyn Monroe con un actor desconocido, y obligaron al director a elegir a Tom Ewell, que había interpretado la obra en el teatro. En 1966, Wilder le juntó con Jack Lemmon en En bandeja de plata, película que le convirtió en una estrella y le hizo ganar un Oscar al Mejor Actor Secundario.
Durante el rodaje de esa película, sufrió un ataque al corazón que obligó a detener el rodaje durante cinco meses. La última escena que rodó antes del infarto es cuando, casi al final de la película, un taxi le deja enfrente de la casa de Lemmon, y la primera que rodó tras recuperarse es la que va justo después, cuando entra en el piso. Fijándose bien, se puede apreciar la pérdida de peso que sufrió entre una escena y otra.
En Primera Plana (1974) fue el director que todos los periodistas hubiéramos querido tener: tramposo, marrullero y capaz de cualquier cosa por una exclusiva, pero conocedor de todos los trucos de la profesión y listo como el hambre. Y de él aprendimos que nadie se lee nunca el segundo párrafo de una noticia.
Se llamaba Walter Matthau. ¿Y por qué estamos hablando hoy de él?
Porque hoy hace un año que perdí a la mujer que me trajo a este mundo, y Matthau era uno de sus actores favoritos. En los primeros tiempos del vídeo le llevaba a casa todas las películas de Matthau que podía encontrar, sabiendo que le harían reír y disfrutar. También le encantaba Jack Lemmon; pero se lo pasaba mejor con Matthau…
…y, qué quieren que les diga, a la hora de acordarse de los seres queridos, uno no es muy de misas.
Un beso muy fuerte, madre.
7 comentarios:
Ilustrativo (como siempre) y emocionante artículo.
algo viejo, pero me ha encantado leerlo ;-)
Muy bonito final, Vince.
Siempre nos quedará la magia del cine. Con todo el cariño.
sorry vince, sólo había leido el primer párrafo!
Me ha encantado, Vince.
Que bonito Vince!
Me ha emocionado mucho
Un beso fuerte para ti
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