
Otra cosa es que algunos no se ahorren alguna crítica. Scott rechazó su premio porque, dijo, no consideraba que la profesión de actor pudiera considerarse una competición. Algo parecido dijo en su día Humphrey Bogart: “La única manera de determinar quién es el mejor actor sería poner a todos los nominados a interpretar Hamlet. Y así, de paso, tendríamos algunos Hamlets muy divertidos”.
Bogart mismo ganaría el Oscar, después de varias nominaciones, por La reina de África (1951), pero estuvo a punto de no hacerlo. Ya se sabe que, para que una película pueda ser tomada en consideración para estos premios, debe haber sido estrenada antes del 31 de diciembre del año anterior. Aunque sea en una sola sala. La película de John Huston lo logró por los pelos. Tras el dificultoso rodaje en Africa, la cinta se montó en Londres, y el productor, Sam Spiegel, se encargó de llevar en persona las latas con los rollos de celuloide a través de una tormenta en el Atlántico, una huelga de aduaneros en Boston que duró dos días, y un vuelo a través de Estados Unidos. La película consiguió llegar a un cine el mismo 31 de diciembre.
2 comentarios:
parece que esto de los premios (oscars, goyas...) le pone a usted tanto como a mi me aburre, don vince;
volveré por aquí cuando vuelva a hablar de cine, agur!
Pues a mí me está resultando muy, muy interesante... United Colors of Blogetton
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