lunes, febrero 19, 2007

La importancia del apellido



El otro día mencionábamos a Roberto Benigni, y hay que recordar que cuando ganó su inexplicable Oscar, el premio se lo entregó Sofía Loren, que a la hora de leer el nombre del ganador, lanzó un sonoro “¡Robeeerto!”, anticipándose al ¡“Peeedroooo!” que Penélope Cruz lanzaría al año siguiente, y del que ya nos hemos ocupado en alguna ocasión en este blog.

Con esto de los nombres hay que tener cuidado; en ambas ocasiones, no había más Pedros ni más Robertos nominados, pero no siempre ha sido así. A veces, los presentadores se han dado cuenta y han especificado el apellido del ganador (en alguna ocasión, haciendo una pausa maliciosa entre nombre y apellido), pero en una gala en concreto las cosas no fueron así. Fue en la entrega de premios de 1933 (en esa época se celebraban durante una cena, no en un teatro), cuando llegó el momento de entregar el Oscar al Mejor Director. El presentador, Will Rogers, abrió el sobre y soltó la siguiente parrafada: “Bueno, bueno, bueno, ¿Qué les parece? He estado siguiendo la carrera de este joven durante mucho tiempo. Le he visto surgir desde abajo, y quiero decir desde abajo de verdad. No le podía haber pasado a una persona mejor. ¡VEN A POR ÉL, FRANK!”.

Al instante, Frank Capra, nominado por Dama por un día, se levantó de su mesa y se dirigió hacia el escenario mientras hacía señas a los iluminadores para que le enfocaran… y se detuvo en seco cuando vio que éstos dirigían las luces a Frank Lloyd, nominado como él y ganador por Cabalgata. Capra tuvo que volver a su sitio mientras todo el mundo le miraba; según contó en su autobiografía, fue uno de los momentos más tristes de su vida…

… Claro que se resarciría al año siguiente, cuando su película Sucedió una noche (1934), consiguió un pleno: Oscar a la Mejor Película, Mejor Guión, Mejor Actor, Mejor Actriz y Mejor Director. Y en esta ocasión, los focos sí que le iluminaron a él.

P. D. He visto por fin Apocalypto, que en general me ha parecido una película de muchos quilates, aunque le faltan y le sobran algunas cosas. ¿Pero quiere alguien explicarme que hacía un niño de doce años (como mucho) viendo esta animalada en los multicines de Las Rozas? Creo que aguantó veinte minutos hasta que la bestia pard… quiero decir, la madre que tuvo a bien llevarlo, le sacó de la sala. La calificación de edades para las películas puede que no sea tan estricta como cuando éramos niños nosotros, pero, desde luego, está por algo. Espero que la criatura no haya tenido demasiadas pesadillas.

4 comentarios:

LE BLOG dijo...

¿Podría hacer un resumen de Apocalypto, Vince, en alguna entrada, o no merece la pena? a mí me da muchísima pereza, la verdad.

Anónimo dijo...

jaja, interesante anecdota.
Inperson
jazzpalabrasywhisky.blogspirit.com

Vince dijo...

Le blog, sólo voy a decirle que si es el lenguaje maya con subtítulos lo que le tira para atrás, no se preocupe, porque la película tiene eso que se llama "un ritmo trepidante". Para más detalles sobre ellas, no tiene más que hacer una búsqueda.

Eso sí, como bestia, lo es bastante. Nada más empezar, matan y destripan un tapir con todo lujo de detalles. Luego, matan y destripan otros semovientes, también con todo lujo de detalles. Usted verá.

Lego y Pulgón dijo...

Cómo me irritan-afectan-sacuden ese tipo de peliculas. Al cine puedo evitar ir, pero en televisión, hay que hacer uso de tretas diplomáticas para cambiar de canal. Quizá me parezco al Alex de la Naranja Mecánica (después de su tratamiento, claro), pero es que la violencia me genera un malestar casi físico. "Reservoir dogs". "Mad Max". ¡Uf! Que no, que no voy a ver Apocalypto. Ea.