martes, enero 23, 2007

Una y no más (1)

De mis tiempos de estudiante sin pasta (o sea, de estudiante) me queda la costumbre de hurgar en los libros de saldo, a ver qué se pesca. Hace unas semanas, encontré en un VIPS uno que me llamó la atención, y por sólo 4,95 euros. El autor era un tal Miguel Ángel Rivas, de quien nunca había oído hablar, pero que resulta tener también una magnifica página web dedicada al cine español. Tan buena, que acaba de quedar colgada como uno de los links obligatorios de este blog.

En cuanto al libro, se titula Debut y despedida (Ed. Ariel, 2001) y está dedicado a los directores españoles cuya filmografía se limitó a una sola película. La lista -completísima- de estos one shots sirve al autor para hacer un repaso breve pero intenso a la historia de nuestro cine, especificando las circunstancias en que esos realizadores pudieron estrenar (y estrenarse), y en muchos casos, las razones por las que sus carreras no tuvieron continuidad. Hay de todo, claro, pero quisiera destacar tres películas que me han llamado la atención:

1. Sangre y arena (1916). La novela de Vicente Blasco Ibáñez ha sido llevada al cine en varias ocasiones: en 1922, con Rodolfo Valentino, y en 1941, con Tyrone Power (hay también una versión española de 1989 con, agárrense, una Sharon Stone que todavía no había pegado el pelotazo con Instinto Básico), pero lo que llama la atención de esta primera versión es que fue dirigida por el propio novelista. Y aunque no repitió, debió de encontrarse a gusto en el rodaje, porque la peli que le salió dura ¡cuatro horas!. Por cierto, se creyó perdida hasta que se encontró una copia -la única que quedaba- en los archivos de la Filmvy Arciv de Praga.

2. Tú solo (1984). Seguimos en el mundo de los toros, esta vez en una cinta rodada en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, con la participación de sus alumnos, sobre los sueños y dificultades de los aspirantes a matador. El director fue Teo Escamilla, uno de los mejores directores de fotografía de nuestro cine, que se puso tras las riendas por primera y única vez.

3. El anacoreta (1976). Muy probablemente, la mejor de las tres. Su autor fue Juan Estelrich, que antes de lanzarse a dirigir pasó décadas trabajando como ayudante de dirección, director de segunda unidad y director de producción, tanto en el cine español como en numerosas coproducciones. La historia de un hombre (interpretado por su amigo Fernando Fernán-Gómez) que, hastiado del mundo que le rodea, se encierra en su cuarto de baño con la intención de pasar allí el resto de su vida llamó lo suficiente la atención como para ganar el Oso de Plata al Mejor Actor en el Festival de Berlín de 1977, y llevar a las salas a 440.000 espectadores, cifra nada despreciable entonces… ni ahora. Pese a los buenos resultados, Estelrich no quiso repetir como director. Su hijo -que también se llama Juan- sí ha dirigido dos películas, pero, de momento, sin los resultados obtenidos por su padre.

Claro que no todo van a ser maravillas, ¿verdad? Les espero mañana para repasar una pequeña galería de horrores patrios, perpetrados por gente cuya única experiencia tras la cámara fue sin duda demasiado. No sé si para ellos, pero sí para los espectadores; los pocos que tuvieron.

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