jueves, noviembre 02, 2006

Lujo y detalle


El centenario del nacimiento de Luchino Visconti me ha cogido con la guardia cambiada; llevo años sin ver una película suya desde que repasé en vídeo Rocco y sus hermanos. Siento que tengo que ponerme al día. Hoy mismo he estado sopesando en un VIPS comprar la edición semi-especial de La caída de los dioses. Nueve euros de nada. Eso sí, la llamo edición semi-especial porque, aunque sean dos discos, es bastante parca en extras (Como las de Uno de los nuestros o Amarcord. Muchas gracias, señores de la Warner).

Visconti era de todo menos parco, tanto en sus películas, como en sus óperas -dirigió varias- como en su vida. Su origen aristocrático le marcó un profundo gusto por el lujo, que llevó siempre que pudo a su obra. A pesar de que proclamaba no pasarse nunca del presupuesto, era terriblemente exigente y minucioso. Dos de los rodajes de su segunda época (El Gatopardo y la mencionada La caída de los dioses) son un buen ejemplo de ello. Para la primera, envió a buscar los exteriores a Gioacchino Lanza Tomasi, hijo adoptivo de Giuseppe de Lampedusa, autor de la novela original. Muchos de los extras que participaban en la larga secuencia del baile eran verdaderos aristócratas, y un amigo de Visconti, el Duque de Verdura, colaboró en el rodaje asesorando sobre el modo correcto en que la nobleza siciliana vestía, hablaba y bailaba la contradanza. Durante las primeras semanas de rodaje, los encargados de vestuario comenzaban su trabajo a las cuatro de la mañana y terminaban a las diez de la noche. Y el peinado de Claudia Cardinale era de tal complicación, que su peluquera llegó a sufrir una crisis nerviosa.

Con La caida... Cuya trama transcurre durante el ascenso del nazismo, utilizó una meticulosidad similar. Su equipo de rodaje tomó literalmente la población austriaca de Unterach am Attersee y la llenó de esvásticas y tropas de asalto de las SS para hacerla pasar por alemana. Visconti llegó a importar salchichas de Alemania, porque su aspecto era distinto del de las que hacían en aquella parte de Austria. El grado de realismo conseguido quedó, desgraciadamente, muy claro, cuando un judío que estaba de visita en el pueblo se encontró con todo aquello, y sufrió un ataque al corazón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues será por todo ello que "El Gatopardo" no solo es fiel a la magnífica novela en la que se inspira, sino que resulta su complemento perfecto. Alguien dijo, cuando Scorsese dirigió la "La edad de la inocencia", que un tipo de barrio no podía llegar a captar (y por lo tanto a expresar) ciertos matices aristocráticos. Desde luego Visconti sabía cuáles eran esos matices. Y si propusiéramos que todos los aristócratas se dedicaran a las Bellas Artes y dejaran libres los asientos de los consejos de administración y puestos similares para los "chicos de barrio".

Anónimo dijo...

Ya silvio, aristócratas al arte etc... no está mal pero, ¿el duque de Verdura era aristócrata o chico de barrio? ¿A su madre la llamaban "Señora marquesa" o "La verdulera"...?
En fin, si a mí me dan ese título y algo de presupuesto, me dedico al arte sin problemas.

Anónimo dijo...

Hombre, teniendo en cuenta el origen de los títulos nobiliarios (en España tenemos a la duquesa de fenosa y tuvimos al insufrible marqués de Iria Flavia), seguramente a la mentada la llamarán la Verdulera.