sábado, octubre 07, 2006

Acentos diluidos

Los periódicos hablan estos días de la muerte de Antonio José Betancor, uno de esos profesionales del cine de carrera espaciada: sólo cuatro películas, de las que se recuerdan sobre todo Valentina y 1919, sus adaptaciones de Crónica del Alba, de Ramón J. Sender. Su primer largometraje, de todos modos, suena a verdadera rareza, y llevo años buscándolo en DVDs o en la tele, movido más por la curiosidad que por intereses puramente cinéfilos: Sentados al borde de la mañana con los pies colgando (1978), la historia de una especie de comuna hippy protagonizada por un Miguel Bosé recién lanzado al estrellato y con Martes y Trece (cuando eran tres) de artistas invitados. ¿Alguien ha tenido oportunidad de verla?

Recuerdo, en cambio Valentina (1982) con un cariño similar al que se le tiene a algunas experiencias de juventud, que el tiempo tiende a engrandecer, pero que preferiríamos no revisitar por miedo a que la realidad derrumbe las memorias. Supongo que ayudó que mi hermano me regalara, poco antes del estreno de la película, la trilogía de Crónica del Alba, que devoré con las ansias propias de una edad en la que sobran ganas y tiempo para leer de todo. Pero a lo que iba. Es curioso que en Valentina se hiciera un experimento similar al que se ha hecho, casi un cuarto de siglo después y con mucho más dinero, con Alatriste (2006): dar un papel de español a un actor extranjero, y dejarle que se exprese con su propia voz, sin doblajes posteriores. Hoy es Viggo Mortensen representando a un mercenario español con deje porteño, y antes fue Anthony Quinn interpretando a un cura de aldea en la España de principios del siglo XX, que hablaba con pronunciado acento mexicano.

Y lo curioso es que, en ambos casos, la cosa funciona. ¿Es lo que se llama suspensión de la credibilidad, o simplemente eso que algunos denominan la magia del cine?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he visto "Alatriste" y no puedo opinar sobre el acento porteño de Viggo, pero sí sé que ha sido muy contestado y criticado. Parece que se lo ha currado más Juan Diego Botto, que habla con perfecto acento castellano cuando el guión lo requiere y en perfecto porteño cuando hay que hacerlo así. Y todo con una dicción estupenda, algo que no puede decirse de Jorge Sanz, uno de los actores con peor dicción –y mantenida en su carrera– que yo recuerde. Cuando comenzó José Coronado, tenía verdaderos problemas de dicción por una especie de "síndrome de boca seca". Pero trabajó el defecto y ahora –bueno, hace ya tiempo– tiene un hablar cristalino, digno de los mejores actores de teatro. No hay nada que un buen foniatra especializado en declamación no pueda arreglar. Hace años había en Madrid un tal Uribe que hizo maravillas con no pocos actores y actrices. En España parece que no hay afición a los ensayos previos a un rodaje, será porque no están pagados. O porque no apetece. Con los ensayos y trabajos correctos, Penélope Cruz no hubiera necesitado ser doblada para cantar "Volver". Pero debió de pensar que no era necesario el esfuerzo, lo cual la retrata.

El podenco dijo...

Pues yo sí vi Alatriste y estoy de acuerdo con lo de que el acento "raro" de Viggo funciona bien, pero no con que sea porteño... Tenía unas "eses" muy extrañas, eso sí, pero el acento no era argentino. Me da más la sensación de que le pareció a él una buena idea añadir las "eshes" y nadie le dijo que no... Pero bueno, el hombre borda el papel, la verdad.