
Hace poco tuve viajecillo de prensa. Y, como suelo hacer siempre para amortiguar las horas muertas en aeropuertos y hoteles, revistilla de cine al canto. En el
Empire de junio me he encontrado con un magnífico artículo sobre un fenómeno que tenemos hoy un poco olvidado, pero que nos ha afectado de lleno en las dos décadas anteriores: los
Popbusters, o sea, las canciones catapultadas al número uno de las listas por formar parte de la banda sonora de una película de éxito.
Lo curioso no es que este fenómeno se haya producido, sino que haya desaparecido de repente. ¿Cuántas de esas canciones pueden recordar relacionadas con éxitos de taquilla de los últimos cinco años? Ah. Según explica Dorian Lynskey en el texto, las cosas han cambiado mucho en el mercado musical, y “una canción de éxito ya no es una herramienta promocional segura”. Porque la cosa funcionaba en dos direcciones: la canción remitía a la película, y viceversa. Pero hoy la música se comercializa de otra manera,
MTV ya no es lo que era, Internet está volviendo del revés a las discográficas -y no sólo a ellas- y, last but not least, hay grupos que tienen verdadero miedo a quedar identificados por una sola canción. Quizá por todo eso sagas de éxito como
Piratas del Caribe, según declara en el artículo
Kathy Nelson, presidente de la división de música cinematográfica de Universal, salen sin cancioncilla en los títulos finales: unos años antes, eso habría sido algo impensable.
¿Volverán los popbusters? Como en este mundo todo pasa y todo queda, que decía aquél, la verdad es que nunca se sabe. De momento, vamos con una pequeña lista de esas canciones que, como decía Jose María Iñigo, todos hemos tarareado alguna vez, y sobre todo en unos años en los que nos las metían hasta por las orejas. Pero pegadizo no quiere decir necesariamente bueno, y repasando las más conocidas, en estricto orden cronológico, nos encontramos con:
Up where
we belong.
Joe Cocker y Jennifer Warnes para
Oficial y Caballero (1982).
En buena parte, la responsable de iniciar el fenómeno. Y eso que ni Don Simpson y
Michael Eisner, responsables entonces de la Paramount, la querían en la película. Incluso después de que pasara tres meses en el Top Ten, ganara un Oscar, un Globo de Oro y un Bafta, Simpson seguía diciendo que “es una puta mierda de canción”. Desde luego, es empalagosilla -como otras muchas- pero al lado de la peli, es la Quinta de Beethoven.
Flashdance… what a Feeling. Irene Cara, para
Flashdance (1983).
¿Se pueden creer que no he visto esta película? Pero he oído tantas veces la cancioncita, que me siento como si lo hubiera hecho. ¿Qué era, de la trabajadora de una acería o así, que quería triunfar como bailarina? Lo dicho; la he visto, seguro. O tal vez no… en todo caso, me quedo con el homenaje que la rindieron en
Full Monty.
.
The power of love. Huey Lewis & The News para
Regreso al Futuro (1985).
Desde luego, una de las mejores combinaciones canción & peli que un servidor ha visto y oído. El grupo más admirado por
Patrick Bateman logró aquí uno de sus éxitos más pegadizos y repetidos. Cierta revista de divulgación científica la uso para el vídeo de conmemoración de sus primeros cinco años de vida. Con eso, está tó dicho.
Take my brea
th away, de Berlin, para
Top Gun (1986).
La viril película de viriles pilotos de combate protagonizada por el viril Tom Cruise. Así que no se sabe qué pinta aquí esta balada tan tierna y ochentera hasta la muerte en todos sus detalles, desde los arreglos y el sonido hasta el cardado
del dúo que la interpreta. Con esto no hay quien huela a napalm por la mañana; en todo caso, a laca por un tubo.
Nothing’s gonna stop us now, de Starship, para
Mannequin (1987).
Seamos sinceros: nadie ha visto
Mannequin. Vamos, es que ni me acuerdo del título en español. Pero la canción, bueno, es escucharla y me empiezan a crecer las hombreras.
(Everything I do) I do it for you. Bryan Adams para
Robin Hood, Príncipe de los Ladrones (1991).
Con los noventa sigue el fenómeno, y empieza la constatación de que todas estas canciones se están pareciendo, digamos, demasiado. Sin ir más lejos. ¿Esta misma canción no hubiera podido colocarse, sin cambiarle una coma, en alguna de las otras pelis de las que estamos hablando? Hagan la prueba. No hubiera quedado mal, por ejemplo en…
I will always love you. Whitney Houston para
El guardaespaldas (1992).
… o quizá no. Porque el Adams tendría muy poco que hacer al lado de este temazo, que ha pasado a la historia por estar al alcance de muy, muy pocas cuerdas vocales sobre la superficie del planeta. Una Whitney predivorcio, preanfetas, pre de todo, la bordó (mucho más que
Dolly Parton, que fue su intérprete original). Pero ahora, cuando alguien la pide en un karaoke, lo mejor es echar a correr antes de que empiecen a aparecer más gallos que en
Evasión en la Granja.
All for love.

Bryan Adams, Sting y Rod Stewart para
Los tres mosqueteros (1993).
Vamos a pasar por aquí rápidamente; esta canción me provoca dolores de parto, y la película a la que adorna, también. Mayor sacrilegio de la obra de
Dumas nunca vi, y eso que me he tragado
El Conde de Montecristo de Jim Caviezel. ¿Dónde estaba
Pérez-Reverte que no empezó a repartir mandobles a director, presuntos actores y aún más presuntos cantantes?
My heart will go on. Celine Dion para
Titanic (1998).
Y con esto llegamos, creo, al canto del cisne. La sucesora de Barbra Streisand como icono gay del siglo XXI lleva diez años dando la brasa con el asunto de que su corazón seguirá. Y sigue, y sigue, y sigue, como el conejito de Duracell. ¿Alguien ha oído a esta mujer cantando otra cosa, aunque sea el
Cumpleaños feliz?
Con esto acabo, aunque soy consciente de que me he dejado muchas en el tintero (
Ghostbusters, de Ray Parker,
Call Me, de Blondie,
Love is all around, de Wet Wet Wet…) que quizá den para otra entrada un día de estos. Queda una duda, de todos modos: ¿cuál sería el Popbuster español? Pues está claro: !
Gran Ganga, de Almodóvar y MacNamara para
Laberinto de Pasiones!