jueves, enero 31, 2008

No les llega

A ver, que la cosa es para partirse. Resulta que Shaquille O’Neal, el jugador de baloncesto de la NBA que en sus ratos libres ha intervenido como ¿¿¿¿actor???? en una abominación titulada Steel -una de las peores adaptaciones de superhéroes que se hayan hecho nunca, aquí a la izquierda, de nada, un placer- está en pleno proceso de divorcio. Y claro, como se suele hacer en estos casos, el chico está haciendo todo lo posible para evitar que los abogados de su ex le saquen hasta las asauras. Y la estrategia para ello es convencer al tribunal de que, aunque no lo parezca, está a la cuarta pregunta. Tiezo, como decimos por el sur.

Claro que O’Neal ha reconocido que percibe un sueldo mensual de aproximadamente 1,3 millones de euros. Ya, ya sé que ustedes y yo hay semanas que no ganamos eso, pero es que además ustedes y yo no tenemos los problemas de presupuesto que tiene Shaquille: el angelito se gasta al mes 112.000 euros en las hipotecas de sus tres casas (para que luego digamos por aquí…), 79.000 en vacaciones, 23.000 en seguros, 43.000 en regalos, 17.000 en cuidadoras para los niños (si hay vacante, que avisen), 19.000 en gasolina y aceite para sus cuatro coches, 20.000 en criados, 12.000 en ropa, 9.000 en comida, 5.000 en lavandería, 1.600 en sus perros, 2.400 en teléfono, 1.200 en televisión por cable y 1.300 en mantenimiento de piscina y césped.

Lo de los 43.000 euros en regalos debe ser porque tiene complejo de Santa Claus, pero yo no me explico muy bien cómo cuatro coches pueden gastar 19.000 al mes en gasolina (y aceite) o qué tipo de tele por cable te clava 1.200 euros de cuota mensual. Pero no piensen que lo de Shaquille es un caso aislado. Hoy, en homenaje a la (feliz) desaparición del Tomate, vamos a cotillear un poco sobre los hábitos de consumo de algunas celebridades de la gran pantalla:

Aaron Spelling. Celebró su éxito como productor de las series de televisión más horteras del mundo -Dinastía, Vacaciones en el mar, Los ángeles de Charlie…- construyéndose una mansión de 45 millones de dólares. Eso sí, la casa venía completita con garaje para 82 coches, cuatro bares, tres cocinas, gimnasio, sala de proyección, piscina olímpica, bolera y doce fuentes. Todo para tres personas: él, su señora y su única hija, Tori.

Sting y señora: gastaron 80.000 dólares en los trajes de Versace para su boda; eso sí, se cuenta que luego los donaron para una de las campañas de salvar la amazonía a las que tan aficionado es el miembro más plasta de Police.

Madonna: 21.000 dólares en el caviar con que aprovisiona su avión privado cuando está de gira.

Michael J. Fox: 50.000 dólares en un estanque artificial cerca de su casa, para que su hijo aprendiera a pescar.

Demi Moore: 3.000 dólares al mes en agua mineral que utiliza para cocinar, lavarse… y beber (De Kim Basinger se ha dicho algo parecido; que sólo se lava con agua Evián).

Jamie Foxx: unos 40.000 dólares en un reloj que le regaló a Tom Cruise como agradecimiento por lo bien que habían trabajado juntos en Colateral (si Luis Tosar llega a enterarse, igual no se habría llevado tan mal con él durante el rodaje de Corrupción en Miami).

George Hamilton: indefinido. Pero se dice que el actor mejor peinado de Hollywood nunca usa dos veces el mismo par de calcetines. Calculen cuánto cuesta un par, y hagan cuentas, si quieren.

Así que, ¿Lo de Shaquille? Comida pa los pollos. Miren, para cerrar la entrada de hoy nada como una frase atribuida al actor George Raft cuando le preguntaron cómo se las había arreglado para pulirse una fortuna de diez millones de dólares: “Una parte se me fue en mujeres y otra parte en el juego. El resto lo gasté a lo tonto”.

2 comentarios:

Lego y Pulgón dijo...

¡Qué post, Don Vince! ¡Cómo lo he disfrutado. De cotilla a cotilla: Aaron Spelling tiene DOS hijos, Tori y Randy (http://www.imdb.com/name/nm0005456/), que,por lo visto, es un buena pieza.
Y la anécdota del agua de Moore y Basinger, da qué pensar. Bueno, lo que da es un poco de miedo.

LE BLOG dijo...

¡¡¡¡Jajajajajaja!!!! Sus entradas van superándose cada vez, no sé cómo se las ingenia. Qué manera de gastar tienen algunos.