lunes, octubre 08, 2007

Este zombi está muy vivo

El Festival de Sitges le ha dado estos días un premio conmemorativo a George A. Romero, de profesión sus zombis. Hay otros nombres legendarios del cine de terror que han cimentado su carrera sobre todo en un personaje concreto: Bela Lugosi con Drácula, Boris Karloff con el monstruo de Frankenstein, nuestro inefable Paul Naschy con el hombre lobo… y George Romero con los muertos vivientes, si bien, a diferencia de los demás, es el único que lo ha hecho desde el otro lado de la cámara.

Antes de Romero, los muertos vivientes habían aparecido en el cine de forma más bien esporádica, aunque dieron lugar a obras maestras como Yo anduve con un zombie (1943) de Jacques Tourneur. Pero con La noche de los muertos vivientes (1968), la película que lanzó a este director a la fama, la cosa cambió. De repente nos dimos cuenta de que los zombis tenían afición a levantarse de sus tumbas llevando peor pinta que un actor español en la gala de los Goya, a moverse en pandilla por la noche y a alimentarse de vísceras humanas que a veces extraían a lo bestia, es decir, sin molestarse en pedir permiso a su poseedor... y sin tener la delicadeza de matarle primero.

En su muy recomendable y recién publicado libro Horrormanía. Enciclopedia de cine de terror (Alberto Santos Editor), Juan Manuel Serrano Cueto ofrece una lista de películas de zombis que es para marear: aparte de las clásicas tenemos Zombie army, Zombie cult massacre, zombiegeddon, zombie genocide, zombiegore, zombie planet, y así hasta el infinito. Pero, desde luego, nada como la primera, que es, entre otras cosas, todo un ejemplo de cómo el talento puede suplir a la falta de medios. George A. Romero rodó La noche de los muertos vivientes con un presupuesto de sólo 114.000 dólares, procedentes en buena parte de una empresa de publicidad que se animó a financiar la película. De hecho, la mayoría de los zombis están interpretados por empleados de esa firma publicitaria, y por los habitantes del pueblo donde se rodó… (Incluído un carnicero local, que proveyó a los cineastas con abundante sangre y vísceras). Y por cierto, al igual que en El Padrino nunca se utiliza la palabra "Mafia", en esta película jamás se usa la palabra "zombi".

Uno, la verdad, nunca ha sido muy aficionado a estas pelis, pero cuando he visto alguna, siempre me he hecho una pregunta trascendental: ¿Por qué a los buenos les cuesta tanto escaparse de los zombis, si estos se mueven a dos por hora y, encima, tambaleándose como si acabaran de salir de un botellón?

1 comentario:

Paula y Simón dijo...

Totalmente de acuerdo con la última apreciación...