lunes, febrero 26, 2007

¿Actores o imitadores?



Pasada la resaca oscareña, este fin de semana he estado viendo una interpretación que en su día estuvo nominada, aunque no llegó a ganar: Will Smith en Ali (2003). No es ni de lejos la mejor peli de Michael Mann, pero ese no es el tema que me interesa: es el trabajo de Smith el que me plantea dudas. Su parecido con el antiguo Cassius Clay es impresionante, y es obvio que, si se ha tirado horas enteras en el gimnasio, más horas tiene que haberse pasado mirando las grabaciones disponibles sobre la vida y las peleas de Ali. Ahí está el problema.

Como la biografía de Alí es relativamente reciente, hay grandes cantidades de material filmado sobre él. Todas las peleas que vemos en la película fueron retransmitidas en su día por televisión, al igual que sus ruedas de prensa y entrevistas con la leyenda del periodismo deportivo Howard Cossell. Y la película los reproduce palabra por palabra, y casi fotograma a fotograma. Así que la pregunta que se me ocurre es: ¿Will Smith está interpretando a Muhammad Alí… o imitándolo?

Con la plaga de biopics que ha inundado el cine actual, este es un tema que se ha planteado últimamente en foros más actualizados que este blog. Sobre todo porque estos papeles suelen estar muy presentes en los Oscar (los ganadores de este año han conseguido sus premios recreando a Idi Amin y la Reina Isabel; el año pasado, a Truman Capote, el anterior, a Ray Charles…) donde parece que el punto fuerte es la similitud del actor con el personaje original, en detrimento de interpretaciones menos llamativas que no tienen una base conocida en la que apoyarse, y que tienden a ser pasadas por alto. ¿Pero hasta qué punto es un trabajo actoral reproducir todos los gestos y palabras de una celebridad real?

¿Y hasta qué punto es necesario que el actor o actriz se parezca físicamente a la celebridad a la que interpreta? Warren Beatty y Faye Dunaway no podían ser más distintos de los verdaderos Bonnie Parker y Clyde Barrow, feos y cutres hasta decir basta… pero a los millones de espectadores que tuvo la película Bonnie y Clyde (1966) de Arthur Penn, no pareció importarles; a todos menos a la hermana de la verdadera Bonnie Parker, que demandó a la Warner Brothers por ensuciar la memoria de la familia. Sin demasiado motivo, porque otra cosa que hizo esa película, y que es bastante habitual en las biografías cinematográficos, fue obviar algunos de los aspectos más truculentos de la vida de Bonnie y su compañero… Pero de eso ya hablaremos otro día.

3 comentarios:

Lego y Pulgón dijo...

Personalmente, prefiero aquellas películas en las que los actores imitan al personaje real, en todos los detalles posibles. Lo que me apetece es ver recreada una historia que ya conocía a partir de retazos sueltos, como un todo. Hace que me sienta transportada al momento y lugar, y me encanta.
No creo que el trabajo del actor sea menos valioso que si utilizara sus propios recursos (a veces, incluso lo agradezco, je, je). Es fascinante ver cómo una cara y cuerpo conocidos se transforman (engordando, adelgazando, adoptando gestos y tono de voz...). En la vida profesional de un actor, es atractivo un reto así.
Y si entramos en el escabroso tema de la capacidad histriónica y artística de los actores... ¡habrá que hablar sobre las películas dobladas!

Anónimo dijo...

Denzel Washington también se parecía muchísmo a Malcom X, pero ¿qué me dicen de "Mo Better Blues", aquella película de Spike Lee sobre un trompetista? No tenía nada que ver, pero yo veo miro a Washington y veo a John Coltrane.

Vince dijo...

Sí, Silvio, y uno ve Dreamgirls y al ver a Beyoncé está viendo a Diana Ross mucho más que en cualquier biopic oficial que se pueda hacer. Quizá lo que me molestó de Alí es que el guión no profundiza nada en la persona; la mayoría de las escenas son apariciones públicas de Alí, pero con Will Smith en vez de con el original. En cambio, John Voight está sensacional como Cossell, y eso que tiene menos papel.

Lego, por favor, "películas dobladas"... en este blog no se dicen tacos.