¿Se imaginan lo que tiene que ser llamarse James Bond en la vida real? No parece imposible; como nombre de personaje de ficción, es bastante más sencillo que, por ejemplo, Sherlock Holmes o Indiana Jones. De hecho, ese es el motivo por el que Ian Fleming lo escogió. Esta anécdota es bastante conocida, pero no está de más recordar que, cuando se sentó a escribir su primera novela, Fleming buscó para su protagonista un nombre común, anónimo, que no llamarse la atención. En su casa de Jamaica tenía una guía ornitológica: Aves de las Indias Orientales, escrita por un tal James Bond. Perfecto.
Su criatura podía tener ya nombre propio, pero el James Bond real se acabó encontrando con una vida mucho más complicada de lo que probablemente le hubiera gustado, especialmente en hoteles, restaurantes, aeropuertos y aduanas, donde se encontró con continuas caras de sorpresa, levantamientos de cejas y una pregunta muy común: “¿No llevará usted armas, señor Bond?”. Ian Fleming y James Bond se conocieron en 1964, cuando el ornitólogo y su esposa fueron a visitar al novelista en Jamaica.
Y ahora hablemos un poco de casualidades. Hubo otro James Bond, también un personaje real, que además era agente, no del Servicio Secreto, sino de tráfico. Pero, como a su homónimo de ficción, le gustaba cumplir con su deber. Así que, en una ocasión en que vio a un coche cometiendo un flagrante delito de exceso de velocidad, fue a por él, le dio la señal de aviso, lo detuvo y le pidió la documentación al conductor…
… Y el conductor era Sean Connery. Esta anécdota, hasta donde yo sé, es rigurosamente auténtica.
viernes, noviembre 24, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Me ha encantado el monográfico, pero ¿y la entrada dedicada a la versión enloquecida de "Casino Royale"? Y ¿habrá entrada con comentario sobre la nueva? ¡Por favor, sí!
y si non è vero, ben trovato, no? muy buena la serie completa
Publicar un comentario