Lo que distingue al recientemente fallecido Michael Crichton de otros fabricantes de bestia-sellers no son sus habilidades literarias, sino el haber combinado su tarea de escritor con la de productor y director de cine. Ha sido, por así decirlo, un hombre del sistema casi desde los inicios de su carrera, cuando se decidió a dirigir Westworld, almas de metal (1973), cuya nueva versión, se dice, estaba escribiendo cuando se lo ha llevado el cáncer.
Me temo que no me cuento exactamente entre sus fans, y lo considero más bien eso que los yanquis llamarían un one-shot, es decir, un tipo que tiene un sólo gran éxito y desde entonces vive espléndidamente de él. Pero claro, vaya éxito: su novela de 1990 Parque Jurásico, que se convirtió en su mayor éxito de ventas y en una máquina de generar dinero a través de sus adaptaciones cinematográficas.
Justo es reconocer que Parque Jurásico es otra cosa más: una novela endiabladamente entretenida, que sabe sacar el máximo partido de un tema tan apasionante como la clonación de animales, combinando el suspense de la trama con la divulgación científica. Chapeau. Lo pasé tan bien con ella, que no me importa confesar que la peli de Spielberg me pareció floja, floja, floja (Me gustó mucho más la versión de El Jueves, donde el tiranosaurio se peleaba con los velocirraptores gritando: "¡arribistas! ¡trepas! ¡yo siempre era el rey en las pelis de dinosaurios!"). Pero luego sacó El mundo perdido y, aparte de plagiar el título de Sir Arthur Conan Doyle, el libro es que dormía a los triceratops.
Me temo que no me cuento exactamente entre sus fans, y lo considero más bien eso que los yanquis llamarían un one-shot, es decir, un tipo que tiene un sólo gran éxito y desde entonces vive espléndidamente de él. Pero claro, vaya éxito: su novela de 1990 Parque Jurásico, que se convirtió en su mayor éxito de ventas y en una máquina de generar dinero a través de sus adaptaciones cinematográficas.
Justo es reconocer que Parque Jurásico es otra cosa más: una novela endiabladamente entretenida, que sabe sacar el máximo partido de un tema tan apasionante como la clonación de animales, combinando el suspense de la trama con la divulgación científica. Chapeau. Lo pasé tan bien con ella, que no me importa confesar que la peli de Spielberg me pareció floja, floja, floja (Me gustó mucho más la versión de El Jueves, donde el tiranosaurio se peleaba con los velocirraptores gritando: "¡arribistas! ¡trepas! ¡yo siempre era el rey en las pelis de dinosaurios!"). Pero luego sacó El mundo perdido y, aparte de plagiar el título de Sir Arthur Conan Doyle, el libro es que dormía a los triceratops.
Fue, creo, el principio de una decadencia creativa, que no monetaria, pues desde ese momento cualquier cosa con el sello Crichton se vendía como pan caliente, independientemente de su calidad. Es verdad que tuvo buenas ideas como Urgencias –que se le ocurrió ¡en 1970! y no pudo vender a nadie-, pero también escribió -y en ocasiones, añadiendo el insulto a la infamia, produjo la película- engendros como Sol Naciente (1993), Acoso (1994), Congo (1995), Twister (1996), Esfera (1998)… Lo mejor que se puede decir de ellas es que, cumplida su misión de recaudar pasta, han caído en un misericordioso olvido.
El Crichton que prefiero es el anterior, y más como director de cine que como escritor. Es curioso: quizá antes de que le llegara la fama y la fortuna consideraba que tenía que esforzarse un poco más, pero en los años 70 y 80 dirigió cintas tan interesantes –y tan simpáticas todavía- como la antes mencionada Westworld (que, por cierto, va de otro parque de atracciones futurista que se estropea. ¿Le pasaría a este hombre algo de niño en Disneylandia?), Coma (1978), sobre tráfico de órganos, o Runaway, brigada especial (1984) uno de los conceptos más plausibles que he visto sobre la incorporación de robots a la vida cotidiana. ¿Les apetece verse un Crichton que no tiene nada que ver con el futuro? Busquen El primer gran asalto al tren (1979), con Sean Connery y Donald Sutherland. La edición de DVD básica –la única que hay- está a cinco euros.
Y que descanse en paz.
El Crichton que prefiero es el anterior, y más como director de cine que como escritor. Es curioso: quizá antes de que le llegara la fama y la fortuna consideraba que tenía que esforzarse un poco más, pero en los años 70 y 80 dirigió cintas tan interesantes –y tan simpáticas todavía- como la antes mencionada Westworld (que, por cierto, va de otro parque de atracciones futurista que se estropea. ¿Le pasaría a este hombre algo de niño en Disneylandia?), Coma (1978), sobre tráfico de órganos, o Runaway, brigada especial (1984) uno de los conceptos más plausibles que he visto sobre la incorporación de robots a la vida cotidiana. ¿Les apetece verse un Crichton que no tiene nada que ver con el futuro? Busquen El primer gran asalto al tren (1979), con Sean Connery y Donald Sutherland. La edición de DVD básica –la única que hay- está a cinco euros.
Y que descanse en paz.
4 comentarios:
Lo que siempre me pareció curioso de este tipo era que, tras el éxito de 'Parque Jurásico', se convirtió automáticamente en un hack populachero. Nadie parecía recordar cuando se le consideraba como uno de los directores más interesantes y prometedores gracias a las nombradas por tí 'Westworld' y 'The Last Train Robbery'. Incluso como autor de ciencia ficción seriota por 'La amenaza de Andrómeda'.
Me recuerda al cambio radical de imagen pública de DiCaprio tras Titanic: de la gran esperanza joven del cine independiente al coñazo de superestrella en sólo un año. Éste consiguió sobreponerse a ese concepto gracias a Scorsese, pero el pobre Crichton se quedó en hack autor de bestsellers, y su etapa como director abandonada y olvidada. Excepto por los que todavía nos maravillamos por ese gran casting de Gene Simmons como malo malísimo.
Yo no he visto "El primer gran asalto…" pero disfruté un montón con el libro de Crichton, y también con "La amenaza de Andrómeda". Ahí sí que vi la peli y debo confesar que aún hoy la imagen del equipo de investigadores ataviados con trajes aislantes atravesando el pueblo muerto en el que sólo se oye el llanto de un bebé me sigue resultando escalofriante, igual que las vistas de las bacterias fosforescentes multiplicándose bajo el microscopio.
En cambio me cogí un cabreo impresionante cuando llevaron al cine "Los devoradores de cadáveres", una novela suya ambientada entre los vikingos que me gustó un montón, y el resultado fue el bodrio estrenado como "El guerrero número trece", perpetrado por Antonio Banderas.
Lo de Gene Simmons fue un toque de genialidad, Paco, estamos de acuerdo; Peñas, no le eche la culpa a Banderas de lo que pasó con "El guerrero...". Mediado el rodaje, hubo enorme bronca entre Crichton, que además de autor de la novela era productor, y John McTiernan, director, con la consiguiente salida del segundo. Luego, Crichton se puso a dirigirla él, cambió cosas, montó, remontó... y el estreno se retrasó más de un año, con los consiguientes efectos en taquilla. Y, a pesar de todo, a mí es una película que me gusta bastante.
Ahora que ha palmado, sería cojonudo poder ver el montaje original de McTiernan...
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