martes, octubre 21, 2008

Retazos de Marilyn

Parece que estamos otra vez con Marilyn; coincidiendo con el 45 aniversario de su muerte (que ya suena a fecha raída por los pelos) Vanity Fair (la de verdad, no esa caricatura para pijos que pasa por ser su edición española) publica un reportaje sobre “sus archivos secretos” donde prometen desvelar nuevos datos sobre su muerte. Aún no lo he leído, como no he leído –lo confieso- el libro que le dedicó Norman Mailer ni la reciente biografía de Donald Spoto, a pesar de tener en casa ambos volúmenes desde hace años.

¿Por qué me da tanta pereza Marilyn? De entrada, nunca he sido muy mitómano, y las figuras tan infladas tienden a provocarme más rechazo que atracción. Me ocurre lo mismo con James Dean, al cual nunca terminé de verle esas arrobas de talento (prefiero mil veces a Montogomery Clift, y creo que en Gigante Rock Hudson, sí, sí, Rock Hudson, se lo come con patatas), sobre todo cuando es su temprana muerte lo que las ha convertido en iconos, más que su trabajo estrictamente cinematográfico. Podemos llegar a olvidarnos de que esta gente también hizo películas. Y creo que eso es lo que me ocurre: Marilyn es una presencia tan ubicua, un símbolo tan repetido, que llega a hacerse inabarcable. No hay una obra que la encuadre por completo, y todo lo que llegamos a ver en cada nuevo libro o reportaje sobre ella, son retazos, algunos completamente prescindibles en un puzzle que con los años ha ido cogiendo un excesivo número de piezas.


Marilyn tiene unas trece películas consideradas principales. Dos de ellas están entre mis favoritas de toda la vida: Eva al desnudo (1950) donde tiene un papelín, y la que yo creo es la mejor comedia jamás filmada, Con faldas y a lo loco (1959). En las restantes hay mucha calidad, pues lo que no se le puede negar es su habilidad para trabajar con directores de primera fila. La lista quita el aliento, y no creo que haya muchas estrellas capaces de igualarla, no, por lo menos, en tan pocos años: Billy Wilder en Con faldas… y en La tentación vive arriba (1955); John Huston en Vidas Rebeldes (1961); Otto Preminger en Río sin retorno (1954), George Cukor en El multimillonario (1961), Howard Hawks en Los caballeros las prefieren rubias (1953), Joshua Logan en Bus Stop (1956), o Laurence Olivier en El príncipe y la corista (1957), quizá la prueba más evidente de que el mejor escribano echa un borrón, pues es, creo, la que peor ha envejecido de las suyas.

Las anécdotas sobre los problemas que creaba en los rodajes son legión, entre retrasos, crisis nerviosas, repeticiones sin cuento y la presencia de profesoras de interpretación con las que intentaba paliar su inseguridad, y que provocaban continuos enfrentamientos con los directores. Algunos de sus compañeros de rodaje, como Robert Mitchum, se compadecieron de sus problemas; otros, directamente, la odiaron. Pero, como dijo Billy Wilder, “yo tengo una tía simpatiquísima y encantadora que le cae bien a todo el mundo y siempre es puntual. Pero nadie pagaría ni un centavo por ir al cine a ver a mi tía”.

Se dice que uno de sus mejores retratos fue el cuento que Truman Capote escribió sobre ella: Una hermosa criatura; está en Música para camaleones y, como (casi) todo lo que escribió Capote, desde luego es magistral.

También ha salido este libro, que me permito recomendarles. No me voy a andar con rollos: los dueños de esta editorial son amigos míos, pero aunque no lo fueran seguiría opinando que en Rey Lear están llevando una política de publicaciones de auténtico interés, con exquisito gusto en la recuperación de autores olvidados y un cuidado en las ediciones que ya les ha proporcionado algún premio que otro. El volumen que nos ocupa es una recopilación de artículos escritos hace veinte años en Diario 16 por Ignacio Carrión, en un recorrido por Estados Unidos buscando pistas de Marilyn y hablando con gente que la vio, la conoció o incluso se acostó con ella (impagable la entrevista con su primer marido).

También quisiera aclarar que Carrión no es exactamente santo de mi devoción: tiende a abusar del tópico (es que, simplemente, NO SE PUEDE ir a entrevistar a Anthony Hopkins y empezar el texto con estas dos palabras: “¿me morderá?”. Pues lo hizo, para El País Semanal), y conozco a alguna gente entrevistada por él que se ha cogido justificados cabreos al ver el texto publicado. Pero aquí, creo, está en su punto justo, y escribe con concisión, acierto y mucho sentido del humor. Completa el librillo –porque de un librillo se trata, como todos los de esta colección- un índice onomástico.


Un retazo más de Marilyn. Pero con colores muy vivos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro que no dejases de escribir con la muerte del Gran Actor. Porque acabo de descubrir tu Blog y he leído un par de entradas, pero prometo ir leyendo una por una :o)
Un saludo!

troncha dijo...

Hola en nuestro blog hemos creado un concurso y regalamos películas, si quieres participar ya sabes… http://mitiquisimo.blogspot.com

Saludos…